MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La política económica oficial afecta a los más pobres

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Las circunstancias que generan la inflación tienen los peores efectos en las familias de menos recursos. Cuando hay un aumento de precios, la capacidad de compra de la canasta básica se ve severamente afectada.

Durante el primer trimestre de 2022, la población ocupada pasó de 55.1 millones a 53 millones, según la CONEVAL; sin embargo, en el sector comercio y de los servicios, el impacto ha sido hasta 10 veces más severo que en el sector de la industria de las manufacturas.

Quienes están pagando los mayores costos son las mujeres, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), de los 1.6 millones de personas que salieron de la fuerza laboral durante la pandemia, 1.34 millones eran mujeres, cifra equivalente al 84 por ciento de la suma señalada.

De acuerdo con el CONEVAL, los 1,759.59 pesos que constituyen la línea de la pobreza extrema en contextos urbanos, permitirían comprar, mensualmente, distribuidos en los rubros de mayor gasto: 71.4 pesos de tortilla de maíz; 26.5 pesos de pan blanco; 60.3 pesos de pan dulce; 83.9 pesos de bistec de res; 44.9 pesos de molida de res; 56.9 pesos de costilla de puerco; 38 pesos de muslo o pechuga con hueso; 23.8 muslo o pechuga de pollo sin hueso; 26.5 pesos de pollo entero; 107.5 pesos de leche; 48.1 pesos de huevo de gallina; 31 pesos de papa; 20 pesos de cebolla; 36.7 pesos de jitomate; 49.2 pesos de frijol; 28.3 pesos de limón; 27 pesos de manzana o perón; 28.5 pesos de pollo rostizado; 27 pesos de agua embotellada; 32.6 de jugos o néctares; 75.3 pesos en refrescos; y 94 pesos en otros alimentos preparados.

Como vemos, una cosa es estar preocupado por un problema, y una muy distinta es comprender, a cabalidad, la estructura interna del mismo. Más aún, comprendiéndolo, hay todavía un largo trecho en tener claridad sobre cómo se debe resolver tal problema, como el problema de la pobreza, por ejemplo.

El Gobierno federal que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho del combate a la pobreza una de sus principales banderas, pero es un fenómeno frente al cual, lo hecho ha tenido efectos prácticamente nulos y en muchos sentidos. Los resultados son negativos.

Se ha dejado de lado esta discusión, prefiere darles más importancia a fruslerías; sin embargo, el problema ahí sigue; los negocios, sobre todo medianos y pequeños, han quebrado o se han reducido a su mínima capacidad operativa; los empleos no se han recuperado; la inflación en los precios de los alimentos sigue creciendo, millones de mexicanos carecen de seguridad social, servicios de salud y servicios públicos elementales.

Para ellos no hay más que discursos de aflicción personal; pero políticas públicas efectivas, ninguna. Para los pobres, sólo han ofrecido servicios pobres, manchados además por la sombra de una corrupción con rostro auténticamente negligente y criminal.

A tres años y medio de haber iniciado la presente administración federal, la estrategia inicial planteada para superar la pobreza y cuya diferencia con el pasado se encuentra en la entrega directa de recursos económicos a los beneficiarios, y no se ha modificado en nada más; cuando la realidad y circunstancias que caracterizan a la pobreza nacional se han transformado radicalmente.

En este escenario, la política social del gobierno lopezobradorista es una fatalidad que no tiene ni pies ni cabeza. No hay un Plan Nacional de Desarrollo serio; no hay programas sectoriales ni institucionales medianamente bien construidos.

La proporción de personas en pobreza por ingresos creció en México aceleradamente durante la pandemia; el dato oscila entre 7 y 12 puntos porcentuales adicionales a los estimados en el 2018 por el CONEVAL. Estas estimaciones son consistentes con los presentados por la Universidad Iberoamericana y por otras y otros investigadores independientes; pero también con los análisis preliminares del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Así, el problema de la pobreza.

Cuando el CONEVAL presente su nueva medición multidimensional de la pobreza serán, sin embargo, los mismos datos, pero incrementados, porque estaremos ante el mismo gobierno que no comprende el fenómeno, y que se niega a reconocer que lo que está haciendo está muy lejos de ser lo necesario para avanzar positivamente en la reducción del número de personas en pobreza, en cualquiera de sus dimensiones.

¿Cuál es la nueva política social que desarrollará la administración federal ante una cifra cercana o superior a los 65 millones de personas en pobreza? ¿Será la misma receta neoliberal que ha seguido hasta ahora, consistente en repartir dinero, creyendo que es la manera más eficiente para distribuir la riqueza social? Todo parece indicar que así será. 

Seguiremos con una política económica oficial errónea. El Gobierno federal debe de dejar de actuar de manera excluyente, debe de dejar de considerar enemigos a quienes señalan sus errores o alzan la voz y protestan contra los excesos oficiales. Debe reconocer que quienes están pagando las consecuencias de sus arrogantes actos son particularmente los mexicanos que viven en las condiciones más lacerantes de pobreza.

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