La pobreza es un problema social y económico que afecta a miles de millones de personas en todo el mundo. Y pudiéramos decir que existen diferentes factores que pueden contribuir a su origen y perpetuación: la falta de acceso a recursos básicos como la educación, la salud y el empleo digno son algunos de los principales, dentro del contexto económico en el que vivimos la mayoría de los seres humanos.
La existencia del sistema capitalista neoliberal necesita una política de máxima ganancia unilateral, totalmente egoísta e individualista, para poder preservarse. Lo último que promovería es la vida en colectivo y menos educar al pueblo trabajador, que sostiene al sistema depredador; son ellos mismos los que pueden revertir y acabar con semejante monstruo de mil cabezas.
El Movimiento Antorchista no busca ni quiere enemigos; lo que busca es justicia y equidad y lo diremos hasta el cansancio y más allá. Es la tarea que nos hemos echado a cuestas, sabedores de que un mundo mejor es posible.
En una conferencia recientemente impartida por el líder del Movimiento Antorchista Nacional, Aquiles Córdova Morán, en el Congreso Internacional Universitario organizado por el Centro Universitario Tlacaélel, se habló de la vigencia de “la Teoría del Valor de Marx”, donde manifestó que la mercancía como tal es la célula de riqueza del capitalismo y, más en estos tiempos en que se genera gran riqueza gracias a la tecnología, favorece el rendimiento y la productividad.
La teoría de Marx, la llamada plusvalía, es el valor que un trabajador crea por encima del valor de su fuerza laboral. El problema, según el pensador alemán, es que los dueños de los medios de producción se adueñan de la plusvalía y maximizan sus ganancias a expensas del proletariado.
Así, el capital tiende a concentrarse y centralizarse en unos pocos acaudalados y, como contrapartida, conduce al desempleo y a una depreciación de los salarios de los trabajadores, tal como se ve hasta en nuestros días. Nuestro presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que se ha manifestado desde que inició su administración, y antes, que “por el bien de todos, primero los pobres” en contraparte se jacta de que en su administración los ricos también ganan y mucho, según cifras expuestas por expertos.
Hoy lo vemos claramente en la acumulación desmedida de poder por parte de grandes compañías internacionales y también en la conformación de monopolios, duopolios y oligopolios a nivel mundial. Marx nos alertó sobre los riesgos de todo esto.
Es necesario desarticular el sistema generador de pobreza, apelando a la justicia elemental para todo ser humano de carne y hueso, como el mejor. Pero, como en la fábula de los ratones y el gato que se los comía, y en buena medida porque no lo escuchaban llegar, los tomaba por sorpresa, y los cazaba.
Esto pone en jaque a los ratones, los cuales en sesión extraordinaria opinan qué hacer para deshacerse del enemigo, y uno de los ratones jóvenes sugiere que para escuchar la llegada del gato se le ponga un cascabel. Todos aplaudieron la idea, con algarabía y júbilo, pero apareció el anciano y sensato ratón, preguntando: “¿Y quién le pone el cascabel al gato?”.
Y justo ahí se volvieron a desmoralizar los ratones, sin saber cómo realizar tal proeza. Un tanto apoyándonos en esta fábula, mal contada, y haciendo una analogía con el sistema capitalista depredador compuesto, por un lado, por unos pocos multimillonarios a nivel nacional y mundial, está la clase burguesa, y en el otro extremo la clase laboral que se compone de millones y millones de necesitados de todo prácticamente, contando apenas con lo necesario para subsistir, en pobreza extrema en muchos de los casos, enemigo a vencer. Entonces surge la pregunta: “¿Y quién le pone el cascabel al gato?”.
¿Quién realizará la gran proeza de acabar con la pobreza del tipo que sea y en la medida que sea, de tal manera que la sociedad en su conjunto no padezca ningún tipo de calamidades y mucho menos impuestas por el mismo hombre?
El mundo en que vivimos todos los seres humanos es un mundo esencialmente dividido en clases, dominantes y dominados, con privilegios y sin privilegios, donde los privilegiados gozan de todo y hasta con exceso, mientras los desfavorecidos por el sistema reinante no tienen ni para comer ni dónde trabajar, mucho menos para otras necesidades.
¿Qué nos indica la realidad, no las ideas sino la realidad? Que es la clase proletaria en ausencia de todo bienestar, sí, la clase trabajadora la que tiene que ponerle el cascabel al gato para acabar con el enemigo que es la pobreza, para mejorar exponencialmente sus condiciones de vida paupérrima por condiciones de vida de abundancia, lo suficiente, lo necesario para vivir dignamente, como ser humano que trabaja, que lucha día a día, pero que desafortunadamente solo recibe migajas después de extenuantes jornadas laborales.
Que verdaderamente la riqueza producida sea repartida entre quien la necesita y merece, sin excesos.
El Movimiento Antorchista Nacional no busca ni quiere enemigos; lo que busca es justicia y equidad y lo diremos hasta el cansancio y más allá. Es la tarea que nos hemos echado a cuestas, sabedores de que un mundo mejor es posible y no retóricamente, sino física y materialmente palpable, comprobable, traducido en condiciones óptimas para un excelente desarrollo del género humano, mujeres y hombres de cualquier edad y lugar del planeta tierra.
Es tarea de la vanguardia proletaria politizar, educar y concientizar a la masa para que se sume al proyecto de nuevo tipo, donde todos tengan que comer, que vestir, cómo curarse, dónde poder recrearse, dónde trabajar, entre otras muchas cosas, altamente dignas del hombre.
Para ello se tiene que tomar el poder político, por la vía democrática, y una vez con poder en mano acabar con la pobreza, realizar la gran proeza de un mundo imaginario en un mundo real, donde prevalezcan preferentemente condiciones que satisfagan las necesidades prioritarias de la clase trabajadora.
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