MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La juventud antorchista

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El 2 de diciembre de 1972 en la Universidad de Guadalajara, Jalisco. Salvador Allende pronunciaba lo que, para muchos, es el mejor discurso de todos los tiempos, dirigido a la juventud.

Aquella frase que todos conocemos: “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil” encierra dialécticamente que la fuerza, el entusiasmo fervoroso por cambiar al mundo, experimentado por el hombre, se hace más evidente en la etapa de la juventud. Al mismo tiempo que lo verdaderamente difícil no es empezar el camino, sino quedarse en él.

A casi 47 años de aquél discurso nuestro país ha cambiado y la juventud también. Los anhelos por cambiar al mundo parecen haber sido suprimidos por la constante de necesitar empleo, casa y familia. Hay una parte de la juventud que ya no estudia y no trabaja y somos bombardeados constantemente por la cultura estadounidense: sus estereotipos de artistas, de diversión y de tipo de vida.

La juventud, parece alejarse cada vez más de sentir orgullo por su patria y anhela, en buena medida, la cultura de otros países. El Estado no garantiza a la juventud la oportunidad de estudiar, de tener un trabajo, menos de poder dedicar su tiempo a actividades deportivas o culturales y, poco a poco, la riqueza cultural de nuestro país muere al no encontrar empatía en el corazón de los jóvenes.

La lucha revolucionaria nos ha enseñado cuán importante es la participación de los jóvenes en la sociedad, de esos jóvenes colaborativos y empáticos a sus semejantes; esa juventud que toma la bandera de su patria y la ondea en favor de los más desprotegidos, una juventud heroica, llena de sueños y esperanzas, de anhelos fervorosos de una sociedad distinta, más justa y vivible para sus semejantes.

¿En qué categoría de jóvenes nos encontramos? La juventud antorchista, alcanzada por nuestras escuelas, por nuestras casas del estudiante, por nuestros grupos artísticos, por nuestras escuelas… Se han convencido de que la lucha revolucionaria, es, sin duda, la mejor profesión a la que pueda aspirar un hombre.

A casi 47 años de aquél discurso nuestro país ha cambiado y la juventud también. Los anhelos por cambiar al mundo parecen haber sido suprimidos por la constante de necesitar empleo, casa y familia. Hay una parte de la juventud que ya no estudia y no trabaja y somos bombardeados constantemente por la cultura estadounidense: sus estereotipos de artistas, de diversión y de tipo de vida.

Hoy la lucha de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), de los jóvenes en nuestras colonias y de nuestros grupos culturales ponen de manifiesto que la juventud educada y organizada puede reivindicar su papel histórico y emprender la lucha que le corresponde: convertirse en una juventud aguerrida, fuerte, decidida y con un inmenso amor por sus hermanos de clase.

Así es la juventud antorchista, prueba palpable del fervor de la mocedad bien dirigida y encauzada. Es por tanto indispensable el arma más fuerte de la que podemos dotarnos: el estudio sistemático y científico de la sociedad, sólo si entendemos su estructura, sus componentes y sus males pondremos fin a la enfermedad lacerante de la pobreza que tanto oprime a nuestro país.

El movimiento antorchista se ha dado a la tarea de educar a la juventud y a todos los sectores de nuestra población. Jóvenes humildes han estudiado o se encuentran aún en Rusia, Francia, Estados Unidos, Barcelona y otros países, recibiendo pleno desarrollo intelectual para después, regresar con esas nuevas herramientas a instruir a su pueblo y defenderlo.

A lo largo y ancho del país se encuentran nuestras casas del estudiante, bastión importantísimo en la preparación de nuestros jóvenes para la vida social; los grupos culturales que se desarrollan también en toda nuestra República potencian las habilidades artísticas de todo aquél que se decida a formar parte de ellos. ¡Cuán orgullosos debemos de sentirnos al ser vanguardia! Al llevar el título de luchadores sociales, de apoyo de nuestros hermanos de clase.

Así es la juventud antorchista jóvenes decididos y dispuestos a luchar con el pueblo que nos ha dado todo, sabedores de que democracia y derecho no son sólo conceptos de repetición mecánica sino el pleno derecho del pueblo que se le ha quitado, orgullosos de su patria y de sus antepasados y con los brazos dispuestos a la lucha por nuestra gente y nuestro pueblo.

¡Adelante jóvenes antorchistas! La lucha es cada vez más difícil, pero nosotros, al igual que nuestra organización, somos cada vez más fuertes. Y como dijo Salvador Allende, lo verdaderamente difícil será seguir en nuestra lucha, pero con una táctica bien dirigida, seguramente los anhelos de juventud no morirán, como no han muerto las ideas y el legado de aquellos que nos han encausado en esta lucha.

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