En un mundo digital, donde lo que abunda es el exceso de información, enfrentando a los usuarios al problema de discernir entre la verdadera y realmente valiosa o rendirse ante el avasallador bombardeo perpetuo de la tergiversada o cínicamente falsa, hallar fuentes de información confiables y objetivas es un reto.
Este problema no es endémico de los medios digitales, también sucede con los tradicionales, como la radio, la televisión e impresos, como diarios y revistas, pues en el capitalismo la información es una mercancía más.
Más de la mitad de los canales de televisión, programas de radio y diarios impresos reproducen los enfoques noticiosos de élites ligadas tradicionalmente al poder político.
La información que proveen los diversos medios de comunicación debería servir como un reflejo fiel de la realidad de la sociedad para que, mediante un análisis profuso, sean las personas quienes tomen las acciones concretas y necesarias para modificar dicha realidad en su beneficio colectivo. Ya lo dijo Marx en su 11.ª tesis sobre Feuerbach:
“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Sin embargo, al igual que los filósofos que refiere Marx, los medios de comunicación producen y distribuyen la información como una mercancía que se hace a medida del mejor postor; la manosean y filtran a fin de generar una determinada percepción y opinión sobre los problemas del mundo y las expectativas que podemos hacernos de él.
El problema es que la realidad que proyectan no es objetiva, sino que responde a los intereses de quienes pagan por ella, explica la revista buzos de la noticia n.º 1177.
Este hecho, que no es nuevo, sino, por el contrario, es una vieja herramienta de los grandes dueños del capital, no ha hecho otra cosa que ir adaptándose al desarrollo de las condiciones materiales e indicaciones de los poderosos en turno.
La prueba de ello es que son grandes corporaciones, unas cuantas, las que controlan el contenido que se difunde en el mundo porque el control de la información tiene como objetivo mantener la supremacía del capital y del imperialismo.
Visto más de cerca y con mayor detalle, se puede entender cómo la perpetuación del arreglo social en el que los derechos y las libertades efectivas están en relación directa con la riqueza que posee una persona, o lo que es lo mismo: entre más riqueza tenga un individuo, más derechos y libertades tiene.
Este control de la información mina directamente derechos por los que los pueblos han luchado y que les han costado sangre. Las revoluciones burguesas exigieron en su momento derechos políticos para los “ciudadanos” y, a su triunfo, estas demandas quedaron plasmadas en las respectivas cartas magnas de las naciones.
Por ejemplo, en la ley suprema de México fueron refrendadas como derechos humanos las libertades de palabra, de prensa y, más recientemente, el “derecho al libre acceso a información plural y oportuna”.
No obstante, el ejercicio de estos derechos y libertades quedó condicionado por la capacidad económica de quien pretenda hacer uso de ellos. Es decir, han quedado como un privilegio más de quienes poseen la riqueza; mientras que, para el resto, estos derechos y libertades son letra muerta, agrega buzos de la noticia en esta edición conmemorativa por su 25.º aniversario.
Para un ciudadano, acceder al mercado de la prensa escrita es verdaderamente complicado porque representa altos costos, al igual que publicar notas particulares en los periódicos y las páginas web; el costo puede rondar los 250 mil pesos o más, dependiendo del medio y el formato.
En contraste, hay entes, como el Estado, que tienen la capacidad de influir en lo que se publica en los medios de comunicación pagando para que se difunda lo que quiere dar a conocer o censurando a los medios y periodistas que no se alineen con sus intereses o puntos de vista.
En México, once grupos empresariales concentran la propiedad de los principales medios de comunicación. Esas familias controlan más de la mitad –24 de 42– de los medios más importantes, con las mayores audiencias y, además, reciben la mitad del presupuesto de publicidad oficial.
“Seis de ocho televisoras, seis de once radiodifusoras, seis de trece sitios online y seis de diez periódicos impresos forman parte de corporativos que forjaron sus fortunas el siglo pasado. Más de la mitad de los canales de televisión, programas de radio y diarios impresos reproducen los enfoques noticiosos de élites ligadas tradicionalmente al poder político” (ibídem).
Por tanto, vemos que los medios de comunicación, en la mayoría de los casos, han perdido su esencia, ser una herramienta para educar y que, a través de ellos, se conozca la verdad y sean los ciudadanos quienes puedan llegar a sus propias conclusiones con información objetiva.
De ahí la necesidad de más medios informativos independientes que no estén sujetos a los intereses económicos de la oligarquía mediática ni políticos del Estado.
Es en ese contexto en el que la revista Buzos de la noticia cumple 25 años de labor periodística objetiva e independiente, señalando los problemas más graves que atañen a la sociedad, como el incremento de la pobreza, la violencia delictiva, la violación de los derechos humanos y el mal desempeño de los gobiernos en turno, entre muchos otros, siendo una opción fiable para sus lectores.
Desde este modesto espacio enviamos nuestras felicitaciones a todos los que integran el equipo de buzos de la noticia, quienes, con su visión crítica, compromiso con la verdad y sentido de justicia, hacen posible un periodismo independiente y crítico. ¡Enhorabuena!
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