MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La feria del pueblo que educa y transforma

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Las ferias mexicanas, expresión de costumbres y algarabía, se le considera a México como un país tradicionalmente alegre, según datos estadísticos el calendario festivo registra más de 5000 fiestas anuales en todo el país, las ferias resaltan y engalanan cada rincón como un fiel reflejo y representación del mestizaje, donde los indígenas y los españoles no sólo mezclaron sus genes, comidas y palabras, sino también sus creencias y festividades. Ante el mundo México es un país de festividades locales, regionales y nacionales, festividades que se denominan ferias, de eso no existe duda.

Hoy el Movimiento Antorchista Nacional que goza de cabal salud  está por celebrar una feria más en su natal pueblo Tecomatlán, cuna del antorchismo nacional, lo decimos con gran orgullo, es la "Feria de la unidad entre los pueblos" es un evento totalmente gratuito, totalmente familiar, están todos invitados, se presentan programas culturales, y espectáculos con grupos y bandas musicales de primer nivel, se promueve el arte culinario de la región en competencias sanas, destacando el mejor platillo, con comida poblana, oaxaqueña, yucateca, entre otros estados del país, además se presentan los juegos mecánicos, no pueden faltar, se cuenta con una  gran plaza de toros donde se presenta un espectáculo de primer mundo, el tradicional jaripeo regional que consta de toros, los más ladinos, los más broncos y jinetes intrépidos que los montan tratando de mantenerse en su lomo el mayor tiempo posible, definitivamente  todos ellos  experimentados, y el que logre mantenerse mayor tiempo, que no lo derribe el toro es el que se lleva el primer premio, esto y otra muchas cosas más en la feria del pueblo trabajador.

Cabe destacar que hay quienes las ven solo como espectáculos comerciales o festivales sin alma, pero en Tecomatlán, Puebla, la feria es algo más que una festividad, es un símbolo de lucha, organización y resistencia cultural.

En el corazón de la Mixteca poblana, Tecomatlán ha logrado lo que muchos pueblos solo pueden soñar convertir su feria en un modelo de desarrollo y cohesión social, donde la comunidad es protagonista y el lucro privado no dicta las reglas. Mientras otras ferias se han sometido al espectáculo al vacío cultural de los grandes patrocinadores, Tecomatlán se mantiene firme en su esencia. El pueblo no solo asiste a la feria, sino que organiza, construye y sostiene cada uno de los eventos. Esta organización no es fruto de la espontaneidad, es el resultado de más de 50 años de lucha del Movimiento Antorchista, la feria no es un negocio ajeno a la comunidad, sino una expresión de la identidad tecomateca. Y es que, en Tecomatlán, la cultura no es un adorno: es un derecho y no de papel es un derecho en la realidad.

El corazón de la Feria es su oferta cultural una semana de actividades donde las tradiciones ancestrales y las expresiones artísticas contemporáneas conviven sin distinción. A diferencia de otros eventos donde la cultura es un privilegio para quienes pueden pagarla, ahí todo es gratuito, como ya lo comentamos, el teatro, danza, música, conferencias, exposiciones y torneos deportivos se abren a locales y visitantes por igual, todos gratis. En un país, nuestro país, la cultura se ha convertido en un bien de lujo, al alcance de los potentados solamente.

El pueblo de Tecomatlán junto con el Movimiento Antorchista ha demostrado que otro modelo es posible. No es casualidad que la feria atraiga a miles de visitantes del interior del país. Más que una atracción turística, este encuentro es una prueba de que el acceso a la cultura no debería depender del bolsillo, sino de la organización del pueblo trabajador para construir sus propios espacios de expresión.

Detrás de la Feria de Tecomatlán hay algo más que tradición, hay una comunidad organizada que entiende a la cultura como un pilar del desarrollo. Mientras en otras partes la organización popular es vista con desconfianza, aquí es el cimiento sobre el cual se edifica cada edición.  

La feria es, en muchos sentidos, una respuesta a la marginación histórica de la Mixteca, al olvido de los gobiernos. Estando lejos del centralismo clasista que todo lo absorbe y comercializa, Tecomatlán ha construido su propio destino, demostrando que con organización se pueden desafiar las reglas a modo, impuestas por el abandono gubernamental, estando en una región donde la migración es casi un destino obligado, la feria representa un recordatorio de que las raíces importan, que un mundo mejor es posible, y de que la comunidad organizada sigue siendo un refugio posible.

Mientras muchas ferias se han convertido en espectáculos comerciales, la de Tecomatlán se mantiene como un ejemplo de cómo la cultura y la organización popular pueden transformar una comunidad.

Para infortunio del pueblo trabajador en otros lugares las ferias solo significan ganancias para unos pocos, mientras en el pueblo de Tecomatlán son un motor de desarrollo colectivo, desafortunadamente en un país tan rico en tradiciones es tan difícil encontrar espacios donde la cultura sea accesible para todos verdaderamente.

Tecomatlán ha encontrado la respuesta en la organización y el compromiso de su gente, con su gente. Su feria no es solo un evento anual, es una demostración de que el pueblo, cuando decide actuar en conjunto, puede construir espacios de alegría, cultura y resistencia. Y en tiempos donde el individualismo y el lucro intentan imponer su ley, la Feria de Tecomatlán nos recuerda que el verdadero desarrollo es el que nace de la comunidad y para la comunidad.

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