“Ha costado mucho reducir la pobreza, reducir la desigualdad, pero no ha sido en vano, yo me siento muy satisfecho (…) porque en momentos difíciles, quien me ha sacado a flote ha sido el pueblo, el pueblo no traiciona, el pueblo es leal”, comentó el presidente Andrés Manuel López Obrador en la mañanera del pasado 2 de abril.
Sin embargo, aquí en su tierra natal, sus palabras no se ven reflejadas en la realidad que se vive día con día; y al parecer, tampoco en el resto del país.
A pesar del fracaso evidente, el presidente presume que hay menos pobres y se siente orgulloso porque “el pueblo no traiciona”, pero la realidad demuestra que la pobreza y la falta de servicios básicos siguen golpeando a millones.
A pesar de que Gobiernos del pasado han aplicado los programas de entrega monetaria directa, cuando menos desde Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, quienes sólo le han venido cambiando el nombre, llamándole Solidaridad, Progresa, Oportunidades y Prospera, y sin que la pobreza haya disminuido significativamente, el sexenio que hoy termina, siguiendo la tradición, le llamó Bienestar, continuando sin cambios trascendentales los programas de entrega de dinero en efectivo.
Mientras escribo estas líneas (19 de agosto de 2024), leo la columna “Bajo la Lupa” que publica el diario Tabasco Hoy del periodista Freddy García, quien da a conocer lo que él llama “Los datos duros de la pobreza en Tabasco”.
Ahí García da cuenta de que en la entidad un millón 100 mil personas viven en situación de pobreza y un millón se encuentran sin servicios de salud.
Si tomamos en cuenta que somos en total dos millones y medio de tabasqueños, estamos hablando de que más del 44 % viven en esa condición. Y agrega:
“La inflación y la pobreza laboral en Tabasco golpea al bolsillo y no alcanza para obtener la canasta alimentaria, como reporta el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el primer informe trimestral de 2024. La pobreza limita las potencialidades del ser humano, condicionándolos a una vida desagradable que denigra la dignidad humana. De acuerdo con el último estudio presentado por este organismo, refiriéndose al año 2022, el 46.5 % de la población se encuentra en situación de pobreza (un millón 135 mil), que incluye el 11.2 % en pobreza extrema (es decir, 330 mil 800)”.
De acuerdo con Freddy García, esta situación no ha cambiado desde el año 2016, por lo tanto, cabe la pregunta: ¿qué presume el señor presidente? Y remata:
“Todo lo anterior indica que las múltiples políticas públicas de Gobierno no han dado resultados en esta clase más desprotegida, pese al gran esfuerzo y recursos destinados”.
Creo que los números y la conclusión del periodista son muy claros: estamos finalizando un sexenio más aplicando la misma medicina que ya otros Gobiernos experimentaron y que no curaron la pobreza.
Es algo extraño porque durante seis años estuvimos escuchando que “los Gobiernos anteriores, esto”, “los Gobiernos del pasado, aquello”, “no somos iguales”, y efectivamente, en el universo no hay una cosa idéntica a otra, pero entonces, ¿por qué sólo le cambiaron el nombre a los programas del pasado, que ya se demostró que no dan buenos resultados?
Por si no fuera suficiente, el señor García que, dicho sea de paso, dudo que actúe de mala fe o que sea un enemigo irreconciliable de la 4T, agrega: “Lo sorprendente del reporte de medición de la pobreza es que, aun con los miles de millones de pesos destinados por el Gobierno federal al sector salud en Tabasco, el rezago se ha incrementado. La población sigue careciendo de servicios de salud, las cifras son alarmantes: para el año 2018 el índice era del 12.6 % y para el año 2022 se incrementó abruptamente a 44.8 %, por lo que un millón 94 mil 100 personas fueron privadas del acceso a los servicios de salud, ¡triplicándose estos números, muy grave!
Otro factor de la pobreza es la carencia de seguridad social, con un porcentaje del 58.3 %; es decir, un millón 423 mil 500 (más de la mitad de los tabasqueños), entre campesinos y obreros, carecen de servicios médicos, prestaciones en especie y en dinero, crédito para vivienda, además de que no tendrán derecho a una pensión al término de su vida laboral, debido a que trabajan en la informalidad”.
Y es verdad, porque recordemos que en otra colaboración que publiqué en este mismo espacio hace algunas semanas, hablábamos de un 62.6 % de personas que trabajan por su cuenta al no encontrar empleo.
El periodista en cuestión se pregunta: “¿Y la riqueza petrolera?” y él mismo responde:
“Los datos oficiales son contrastantes, por un lado, vimos la actividad petrolera que rescató al estado de la crisis económica que se traía por años, pero fue efímero y limitado, ya que la riqueza petrolera no mejoró la calidad de vida de los tabasqueños.
Los resultados son deplorables: altos índices de inseguridad y pobreza latente. El reporte de Coneval se actualiza cada dos años; se espera que estos índices cambien para diciembre de 2024. Para entonces, ya estaremos en el segundo piso de la cuarta transformación”.
Y aquí es donde dan ganas de decir: ¿o se lo digo yo o se lo dicen ustedes?
Desgraciadamente para todos los mexicanos y también para los tabasqueños, la realidad no nos permite esperar un milagro; lo que se ha venido haciendo mal, desde por lo menos cinco sexenios, es decir, durante 30 largos años, no puede dar resultados buenos de un momento para otro.
Está sobradamente demostrado que las dádivas económicas nunca han disminuido la pobreza; Antorcha lo ha dicho siempre, y por eso le pedimos en su momento al Gobierno actual que instrumentara cuatro medidas básicas para revertir el fenómeno: generación de empleos para todo el que tenga edad de trabajar; incremento salarial a un 300 % como mínimo; mayor gasto social y obras como hospitales, medicamentos gratuitos, escuelas y carreteras, para favorecer a los más pobres; y recaudación fiscal de acuerdo con los ingresos, es decir, que pague más impuestos quien gane más; pero nunca se tomaron en cuenta nuestros planteamientos.
El presidente conoce los datos que aquí les presentamos; sabe con números más precisos lo que pasa en nuestro país; el problema es que, a pesar del fracaso que está a la vista de todos, sale a presumir que hay menos pobres, de lo cual dice sentirse muy orgulloso porque el pueblo no traiciona. Y eso es verdad, el pueblo no traiciona, pero… ¿y el presidente?
Hoy vemos con preocupación que una vez más se repetirá la misma medicina para curar el cáncer de la pobreza. Pero aún hay tiempo de que la nueva administración dé un golpe de timón por el bien de todos.
Los tabasqueños, por nuestra parte, nunca debemos olvidar que debemos estar unidos para exigir en el momento adecuado, el respeto a nuestros derechos.
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