MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La demencial acumulación de la riqueza social (II/II)

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Señalaba, en la colaboración anterior, que es necesario que el trabajador entienda que “las condiciones que producen la riqueza producen al mismo tiempo la pobreza; [que] las condiciones que determinan el desarrollo de la fuerza de producción, determinan simultáneamente la fuerza de la opresión…”. Pero también, el desarrollo y las contradicciones de dichas condiciones determinan el alumbramiento de nuevas y mejores relaciones sociales. Y que una mente sana no puede aceptar la demencial acumulación de la riqueza social sin inmutarse y, a qué niveles ha llegado, hoy, como lo comprometí, trataré de abordarlo.

Para los más o menos enterados y que leen la prensa, no son desconocidas las estólidas políticas de las clases gobernantes en el mundo que han llevado a padecer, en las últimas décadas, una pobreza lacerante producto de esa demencial acumulación de la riqueza social: “El mundo vive por primera vez en un cuarto de siglo el aumento simultáneo de la riqueza y la pobreza extremas: el uno por ciento más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (42 billones de dólares), casi el doble que el 99 por ciento restante de la humanidad. Durante la última década, los súper ricos acapararon el 50 por ciento de la nueva riqueza generada, y su fortuna está creciendo a un ritmo de 2,700 millones de dólares al día, mientras más de 1,700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países en los que la inflación crece por encima de los salarios. Aplicar mayores impuestos a los súper ricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que el mundo se enfrenta actualmente, señala un nuevo informe de Oxfam (La ley del más rico)”   

Al ver estas escandalosas y preocupantes cifras, mínimamente debemos preguntarnos, ¿por qué? ¿Cómo ha sido posible llegar a estos niveles de desigualdad y de deshumanización? ¿Por qué los que más trabajan tienen menos ingresos y son cada día más pobres?

Como ya lo decía en el documento anterior, nuestro moderno sistema de producción capitalista, “…Tiene como asiento a la gran propiedad privada sobre los medios de producción que, a su vez, tiene como base la explotación del trabajo ajeno, por lo que todo lo que se produce pertenece al dueño de la fábrica, al capitalista y no al trabajador; asimismo, el valor del producto encierra, además del valor del capital aportado, un valor mayor, una ganancia (plusvalía) que el trabajador ha aportado, le ha costado sudor, pero que no se le ha pagado”. Por eso, quien produce la riqueza social, el obrero, nunca goza de ella y la ganancia que produce día a día con su trabajo, se va acumulando, también día a día en las manos de los patrones, en los capitalistas.

Pero esta espeluznante acumulación de la riqueza se acelera y se acentúa, y no hubiera sido posible alcanzar dichos niveles en la última década y, peor aún, en los años de pandemia (2020-2022), como lo dice el mismo informe de Oxfam, si sus dueños no tuvieran los apoyos incondicionales de los gobernantes y de sus gobiernos:  “…las enormes ganancias que han acumulado durante la crisis, en gran medida generadas como resultado de los planes de estímulo con la inyección de fondos públicos y su voraz aprovechamiento de las condiciones de mercado. Décadas de recortes y privilegios fiscales para las grandes fortunas y grandes empresas han sido cómplices del aumento de la desigualdad, de tal forma que, en la práctica, en muchos países, las personas con rentas más bajas acaban pagando tipos impositivos efectivos superiores a los que tributan los milmillonarios”.

En palabras más llanas, nos dice que, esa acumulación, además de la plusvalía que le proporciona el trabajador, se ve grandemente acrecentada, apoyada y ayudada por “la inyección de fondos públicos”, es decir, los gobiernos les regalan, por diferentes vías, dinero del erario a los ricos del mundo y les facilitan todo lo necesario para acrecentar su riqueza; pero, además, se aprovechan de las crisis y de las pandemias, como la padecida por el Covid-19, donde, por ejemplo, los dueños de las grandes farmacéuticas hicieron su agosto con el costo de las vacunas y de los medicamentos. Pero aún hay más: los multimillonarios son los que, proporcionalmente a su ingreso, pagan menos, mucho menos impuestos, “…las personas con rentas más bajas acaban pagando tipos impositivos efectivos superiores a los que tributan los milmillonarios”.

Ante esta problemática, y para disminuir la desigualdad, Oxfam propone, entre otras cosas, “…elevar de manera sistemática y generalizada la tributación sobre los ultra ricos para compensar parte de las enormes ganancias que han acumulado durante la crisis”.

Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, plantea que: “gravar más a los súper ricos es un requisito estratégico para reducir la desigualdad y revitalizar la democracia. Debemos hacerlo para fomentar la innovación. Para lograr unos servicios públicos más sólidos y construir sociedades más sanas y felices. También para abordar la crisis climática, invirtiendo en soluciones que contrarresten las escandalosas emisiones de los más ricos”.

Considero que dichos planteamientos son correctos, solo que estaríamos por resolver una piccola cosa, ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién obligará a los multimillonarios a pagar impuestos en la medida de sus ingresos? ¿Quién, si los que gobiernan en la mayor parte del mundo son precisamente los representantes de esos ultrarricos? Solo el pueblo organizado y con un gobierno verdaderamente emanado de sus entrañas lo puede lograr.     

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