En su tercer informe de gobierno de López Obrador, la mitad de lo que afirmó en su discurso son promesas o cosas que no han pasado, habló de cifras no comprobables, sin referencia ni sustento, señaló lo que puede suceder y no ha sucedido. No informó con la verdad.
Para abordar la situación económica usó datos que no reflejan la realidad del país pues el Producto Interno Bruto (PIB) aún está por debajo de 2018, mientras que los niveles de bienestar y desempleo han empeorado; hubo uno que no citó, pues sale francamente mal, es el crecimiento económico. Está fuera de lugar que López Obrador presuma las remesas que aportan millones de mexicanos expulsados por la pobreza, el desempleo, que sufren la separación de sus familias, además de la discriminación.
Dijo que ningún enfermo de Covid-19 se quedó sin atención médica, y menos, sin una cama de hospital. Falso. Los familiares de los enfermos y fallecidos pueden dar cuenta de que los dejaron morir en las calles y, en el mejor de los casos, en los autos que los transportaban a los nosocomios, o en sus hogares. La pandemia y los muertos no son temas del pasado, sino que siguen vivos y actuantes entre nosotros, y todo el sector salud, se debate entre el desabasto total de medicinas y de insumos, al aniquilar el sistema de compras y desaparecer el Seguro Popular; se carece de médicos y de enfermeros, de infraestructura hospitalaria; fracasó el esquema completo de vacunas, de mala calidad y extemporáneas, y a esto debemos agregar su manipulación electoral, para elevar la votación a los candidatos de MORENA en la elección pasada; se niega a vacunar a niños y jóvenes menores de 18 años; hay desorden en el manejo del biológico y tiene extraviadas 18 millones de vacunas. Un completo caos.
Los resultados son 3.8 millones de nuevos pobres, sumando un total de 57 millones de mexicanos en esa situación. La violencia desbordada suma más de 92 mil homicidios dolosos, en lo que va del sexenio. Se habla de un billón de ahorros por la política de austeridad republicana, pero nadie sabe dónde están ni a qué se destinan.
Presume que bajó la corrupción, pero siguen apareciendo videos de familiares suyos recibiendo dinero y se privilegian las adjudicaciones directas en un 80%, en lugar de las licitaciones públicas.
Reflexionemos que el mitómano, el mentiroso compulsivo, es un trastornado del comportamiento; la persona que lo padece es adicta a mentir, busca, con sus engaños, la aceptación de los demás.
En términos sociales y políticos, la mentira reiterativa busca confundir a la ciudadanía para que dude de la verdad, aunque le conste, y acepte sin rechistar la explotación económica y el sometimiento total de que es víctima, perpetuando así a la clase social que ostenta el poder político y económico, la clase capitalista mexicana representada por un puñado de ricos entre los más ricos: Carlos Slim, de Grupo Carso y América Móvil; Sara Mota de Larrea, de la división minera de Grupo México; Ricardo Salinas Pliego, de Grupo Elektra y TV Azteca; Alberto Baillères, de Industrias Peñoles; Germán Larrea, de Grupo México y Grupo Cinemex y, Juan Beckmann, distribuidor de tequila y alcohol mexicano.
En términos mediáticos, la profusa difusión de la verborrea del presidente logra infundir la duda ante verdades irreductibles. Pero también es cierto que el octavo mandamiento nos enseña que no se debe mentir y menos inducir a otros a hacerlo. Y si el pueblo se decide a desenmascarar a sus falsos líderes, estaremos avanzando hacia el camino de nuestra liberación.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario