Lugar importantísimo tiene la práctica y el disfrute de la cultura y las artes para la visión, la actividad cotidiana de los antorchistas en todo el país por ser ellas un derecho inalienable de todos los seres humanos, una necesidad precisa para el bienestar del pueblo y una herramienta utilísima e indispensable para la formación de nuestra niñez y juventud para un mejor destino de la adorada Patria.
En Tabasco es particularmente necesario y urgente poner el acento en la actividad cultural porque nuestro estado, lamentablemente, es víctima de la falta de promoción efectiva y suficiente de la cultura entre las grandes masas populares, mucho más que cualquier otro estado. Expongo unos números que nos harán ver que no es una exageración.
En la más reciente Encuesta Nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales en México realizada por la CONACULTA, el Edén está en el sótano del consumo cultural. Tabasco ocupa el último lugar en asistencia a librerías (con 26.5% contra la media nacional que es de 64%), el último en asistencia a presentaciones de música (37.8% vs 71%), y en asistencia a conciertos de música clásica (2.3% vs 19%). También ocupamos el último lugar en asistencia a presentaciones de danza (15.4% vs 71.5%), a teatros (15.3% vs 55.7%), y el penúltimo en asistencia a exposiciones de Artes plásticas (4.3% vs 24.9%) y artes visuales (6.1% vs 25.6%). De igual manera somos los últimos en asistencia a Centros culturales (3.5% vs 23.9%) y antepenúltimos en asistencia a monumentos históricos (7.7% vs 23.9%).
También se sabe, por ejemplo, que Tabasco ocupa el tercer lugar en bibliotecas públicas del país con 563, pero somos el penúltimo lugar en número de personas que visitan esas bibliotecas. Somos el penúltimo lugar en casas y centros culturales con 27 contra los 287 de Puebla, y en teatros compartimos el último lugar con Aguascalientes y San Luis Potosí con 11, lejos de los 130 de la CDMX.
No debe extrañarnos que, en consonancia y como consecuencia, el 28.3% de jóvenes tabasqueños de entre 15 y 29 años no estudian ni trabajan, por lo que el estado se sitúa en el cuarto lugar nacional con más ninis.
Estas cifras no las citamos para acusar o avergonzar a los tabasqueños, porque en realidad no es ni culpa ni vergüenza del pueblo en general, sino del modelo económico que domina a México y a los países del mundo (con sus muy contadas y honrosas excepciones), en el que todas las creaciones del hombre, el fruto de su trabajo y de su quehacer creativo en general, se han convertido en mercancía a la que se puede acceder solamente después de haberse realizado como valor, es decir que solo los que tienen dinero pueden acceder a los bienes de consumo, incluidos el arte y la cultura.
Diremos entonces que en primer lugar la culpa es de este sistema neoliberal que niega a las masas desposeídas una alimentación adecuada, una vivienda digna, trabajo bien remunerado, salud, educación, etc., es decir les niega el mínimo bienestar material, mucho menos pueden acceder a la cultura y al arte.
En segundo lugar, la culpa ha sido de quienes han dirigido los destinos de los pueblos, de los encargados de administrar los recursos públicos, porque son ellos los que pueden reorientar lo que se capta de la renta nacional en forma de impuestos, para redistribuirlo entre las grandes masas en forma de servicios, obras, infraestructura etc., y entre todo ello hacer posible el acceso de los más pobres al arte, la cultura, el deporte, las ciencias, etc. Pero no, en vez de ello, los poderes políticos en general se han coludido con el poder privado para convertir todo en mercancía, porque solo de ese modo genera ganancia, porque solo de ese modo sirve para enriquecer a unos a costa de empobrecer a la gran mayoría.
¿Y el pueblo no tiene culpa? Su parte le toca, pero no consiste en lo que dice la crítica guanga y malintencionada acerca de la "mediocridad" y la "falta de empeño" o de "deseo de superación", ni menos los que acusan al pueblo de "holgazán", "borracho" y quien sabe que otras linduras. Según mi humilde opinión, su culpa consiste en que una vez que entienda esto no se disponga a corregir el problema.
¿Cómo? haciendo lo que propone el Movimiento Antorchista, integrándose a nuestros grupos en colonias o localidades, haciendo lo que todos los antorchistas hacemos: trabajar por convertir al pueblo en una fuerza política organizada capaz de transformar a la sociedad, orientándole por el camino del progreso.
Sólo el pueblo organizado puede hacer ese cambio que tanta falta nos hace. Pero para ello no basta con buenas intenciones, debemos hacer crecer a la organización del pueblo trabajador, debemos atraer a las filas de Antorcha a un número cada vez mayor de tabasqueños y el mecanismo ya está planteado: el crecimiento al 1x1x1, cada antorchista debe acercar a un antorchista nuevo en un plazo de un año. Eso es lo que debemos hacer y eso es en lo que debemos pensar todos los antorchistas cada día y cada momento de nuestra actividad; no hay otro camino para salvar al país.
Mientras nos convertimos en esa fuerza, es necesario que los antorchistas nos apliquemos hasta donde nos sea posible en las actuales condiciones a la práctica y el disfrute del arte y la cultura. Los tabasqueños, por ejemplo, luchamos y hemos conseguido atraer recursos por casi 26 millones de pesos para la construcción de 8 obras de infraestructura cultural y deportiva que beneficiarán a más de 30 mil tabasqueños: Canchas, techumbres, escenarios y un Albergue Cultural que servirá de punta de lanza para promover diferentes disciplinas artísticas entre los más pobres del estado; estamos gestionando recursos para equipar grupos de danza, talleres de música y de poesía en diferentes escuela y colonias, y es necesario que incrementemos nuestros grupos culturales para promover el arte en cada lugar donde haya un grupo antorchista.
En el recién celebrado X Concurso Nacional de Declamación en el teatro Esperanza Iris, logramos un evento artístico de calidad mundial con los grupos culturales nacionales del Movimiento Antorchista y los ballets de Chiapas y de Tabasco, además de disfrutar, de excelentes declamaciones de nuestros jóvenes valores antorchistas de todo el país, y todo eso estuvo al alcance de los más pobres (algunos nunca antes habían entrado a nuestro emblemático Teatro, por carecer de los recursos para pagar la entrada). Debemos valorar la importancia de ese evento nacional del que Tabasco seguirá siendo sede, y disponernos a hacer poesía y una mejor declamación con miras a la XI edición. Con estos ejemplos y con esta seguridad, trabajemos intensamente para que el antorchismo en Tabasco figure y ponga el ejemplo a todos los antorchistas y a todos los pobres del país.
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