MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Justicia para los pueblos originarios

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La vida de los pueblos originarios cambió mucho con la llegada de los españoles, pasaron de ser pueblos fuertes, con el derecho a educarse y prepararse, a estar bajo el yugo español. Fueron 300 años de ser perseguidos, de trabajar en minas, en el campo, para que la riqueza fuera llevada a otro país, quedando ellos sólo con lo elemental para sobrevivir. 

La vida de los pueblos originarios, en este nuevo milenio, no ha cambiado mucho. En México habitan 68 pueblo originarios, hablantes de una lengua propia (364 variantes). 

Si hablamos de riqueza natural, cultural, tradiciones y costumbres, podemos concluir que los habitantes de los pueblos originarios son ricos y afortunados, basta un recorrido por la sierra Del Nayar para darse cuenta de todo lo que disfrutan quienes viven allá. 

Pero no todo es belleza y alegría.  En abril de 2022, wixárikas de Nayarit comenzaron una caminata para solicitar al presidente Andrés Manuel López Obrador, justicia, respeto y que les regresen las tierras que les han sido arrebatas. La caminata culminó el 17 de diciembre, luego de que en septiembre hubo un acuerdo con AMLO, con un proyecto de decreto de lugares sagrados y rutas de peregrinación. 

A los habitantes de comunidades serranas, poco les ha servido el que varios presidentes de México e incluso el actual, visiten sus comunidades; tal es el caso de Mesa del Nayar, pues a pesar de las promesas de una vida mejor, aquí está uno de los índices más elevados de pobreza extrema (54 por ciento) de acuerdo a datos del Coneval. 

A pesar de las promesas de una vida mejor, las necesidades que tienen los pueblos originarios no se pueden ocultar, no hay caminos dignos para entrar a sus comunidades pues hay que realizar caminatas de horas, cargando hijos y comida, si alguien enferma o sufre un accidente, lamentablemente es probable que pierda  antes de llegar a un centro de salud equipado con médico y medicinas necesarias para atenderse; en lo económico, no hay empleo y deben de emigrar a la costa para que niños y grandes puedan trabajar en largos jornales en el campo a cambio de unos pocos pesos; en el aspecto educativo, las escuelas siguen siendo de palitos, con apenas uno o dos maestros para atender un enorme rezago educativo, y la lista puede seguir. 

 La justicia que los pueblos originarios demandan no se va a librar en una mesa de trabajo, en un diálogo donde los afectados expongan sus problemas (que son muchos y de diversa índole), ni se hace justicia cuando AMLO vocifera que pedirá disculpas a los españoles por los daños causados. No, la justicia se hará cuando las necesidades de los pueblos originarios sean atacadas, principalmente la  necesidad económica y no me refiero a apoyos sociales de tres mil pesos mensuales, sino a que haya desarrollo, empleos bien remunerados y todo el año, educación, acceso a la salud y a la vivienda, mejores caminos y carreteras. 

¿Querrá el presidente López Obrador hacer realmente justicia a los pueblos originarios? Y si no se ve que haya acciones favorables, ¿qué deberán hacer los pueblos originarios? La respuesta es organizarse y luchar, luchar como lo han venido haciendo desde siempre pero ahora de la mano del Movimiento Antorchista, pues entre nuestras filas hay ejemplos de comunidades que se han desarrollado, organizado, educado y luchado y así han logrado mejorías reales para sus familias, el caso concreto es Huitzilan de Serdán en la sierra Norte del estado de Puebla.  

Nosotros, los antorchistas de  Nayarit también hemos trabajado para  ir alcanzando poco a poco la justicia para los pueblos originarios y en esa tarea seguiremos hasta lograrlo. 

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