La situación política que vive el Estado de México refleja la recomposición del mapa político nacional; por ende, los nuevos actores que han llegado al poder en las localidades de la región oriente reclaman su posición para continuar abultando sus bolsillos.
Por ejemplo, en los corrillos políticos se conocen los manejos que realizan diversos funcionarios de los gobiernos municipales y del Edomex para medrar con cargo a las licitaciones directas del erario público, utilizando su poder para influir en la toma de decisiones.
El pueblo organizado, cuando se une por miles, logra derribar cualquier pared, en este caso la de los políticos y las injusticias.
Hay muchos intereses en juego. Ahora, Morena y sus cómplices están deseosos de que llegue el día de la elección de jueces del Poder Judicial para terminar de apoderarse del sistema de impartición de justicia y así concretar múltiples acuerdos y ejecutar venganzas.
Eso es claro, porque la mayoría de los candidatos, sin demeritarlos, son afines al gobierno o ligados a Morena. Me consta que hay gente de bien, valiente y honesta que se inscribió para participar, porque cree en la justicia y tiene años de experiencia en el Poder Judicial, por lo que esperamos que no les hagan trampa.
Veo con preocupación los actos de injusticia que se ciernen sobre múltiples temas en la entidad mexiquense, destacando: las madres y familias buscadoras que se incrementan cada día; las víctimas de robos de vehículos con violencia y de autopartes aumentan; además, el allanamiento a los negocios y casas habitación es más frecuente, al igual que las extorsiones telefónicas, todo esto sin que los gobiernos estatal y municipal hagan un verdadero planteamiento para lograr una justicia pronta y expedita.
Lamento si ofendo a algunos amigos abogados y personal del Poder Judicial o de la propia Fiscalía Mexiquense, pero no me van a negar que el sistema se ha convertido en un elefante blanco que no actúa; es una gran maquinaria para que se sigan cometiendo verdaderas injusticias.
Es común ver cómo se configuran y cuadran delitos contra gente inocente, contra personas a las que se considera opositoras por alzar la voz y ser un peligro para ciertos intereses, como es el caso de lo que está sucediendo con tres integrantes del Comisariado Ejidal de Chicoloapan que, para intimidarlos, fueron acusados falsamente con el fin de hacerlos renunciar a su cargo, que, dicho sea de paso, obtuvieron contando con el apoyo de más del 60 % del sector ejidal de ese municipio.
Otra injusticia es lo que ocurre contra comerciantes y prestadores de servicios como restauranteros, locales de venta de comida, de snacks y las llamadas barberías. Recientemente vimos el “Operativo Atarraya”, que cerró cientos de establecimientos porque los acusaron de ser “puntos”. Yo no niego que existan casos relacionados con esos crímenes, pero, a mi juicio, es un absurdo aplicar a rajatabla el operativo contra todos los comerciantes, que sin deberla ni temerla fueron clausurados sin saber las razones. Incluso hay casos donde se evidencia con vídeos cómo ministeriales siembran pruebas para cuadrar sanciones.
Hay muchos temas que se están cocinando en la entidad mexiquense. Morena y sus “políticos” comienzan a sacar las uñas; se han quitado la máscara para mostrar su verdadero rostro, abusando de su poder y ejerciendo políticas antipopulares que en realidad buscan incrementar su riqueza de manera ilícita, acumulando cotos de poder, como es el caso del citado asunto de Chicoloapan: el Comisariado Ejidal administra diversos espacios que generan recursos para las familias del ejido, convirtiéndose en una fuente importante de ingresos, lo que en el fondo es el verdadero interés del morenismo local para apropiarse del manejo del ejido.
¿Qué debemos hacer? Alzar la voz, manifestarnos y unirnos con solidaridad ante cada injusticia que ocurra. Solos no podremos hacer mucho, pero el pueblo organizado, cuando se une por miles, logra derribar cualquier pared, en este caso la de los políticos y las injusticias. Solos somos como un pequeñísimo grano de arena, pero juntos podemos ser una gigantesca y sólida piedra que derribe cualquier muro.
El pueblo puede hacer valer su poder, sólo falta que se decida a unirse para ser como esa gran roca que dé el primer paso para terminar con las injusticias que aquejan a la sociedad. A eso los invita Antorcha, ni más ni menos. ¡Tiempo al tiempo, va!
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