En campañas los verdugos se transforman en humildes “siervos” y pregonan a los cuatro vientos que no son iguales que sus antecesores, que los políticos de antaño, los de siempre. Aseguran que bajo su batuta México se encamina hacia la senda del éxito; una total mentira que desgraciadamente muchos se creen.
Partimos de una sociedad harta de la política y, sobre todo, de los políticos de antaño que han venido empobreciendo al país con sus políticas antipopulares, afectando con ello a las familias que ya de por sí vienen padeciendo los estragos de vivir en un país muy desigual.
Esta sociedad no tuvo más alternativa que ejercer su derecho constitucional al voto popular en 2018; al voto por los mismos de siempre disfrazados de corderos que prometían un cambio radical en el país.
Hoy, esa misma sociedad está pagando los estragos de haber creído en la misma camarilla de los de siempre; los que cambian de camiseta, los que se esconden entre los atavíos del mejor postor, que descaradamente engañan con su demagogia barata pero que una vez que se sientan en la silla del poder se envanecen tanto que muestran su propio rostro: el verdadero, sin maquillaje, el que se burla de los pobres de manera descarada.
Este año, nuevamente se elegirá en nuestro país no sólo presidente de la república, sino otros cargos como gobernadores, presidentes municipales y la Cámara; los de siempre que ya vienen repitiendo hasta el cansancio el mismo discurso, tratando de que ni se les recuerde su linaje de chapulines que se dedican a brincar de un partido a otro, sino que juran y perjuran que son diferentes, cuando los hechos demuestran que no es que sean más de lo mismo sino que son peores; esos que dirigidos por el presidente de la república han hecho de los programas sociales una mercancía para comprar conciencias, y a los beneficiarios de estos los ha vuelto el voto duro para su partido.
Todo ello, a pesar de todas las malas decisiones en perjuicio precisamente de los más pobres del país, porque hoy, gracias a Morena, se han perdido millones de empleos formales; la economía está por los suelos; somos uno de los países en donde hubo más muertos por la pandemia mal atendida de covid-19; no hay suficientes medicamentos para tratar enfermedades graves como el cáncer, en fin, una serie de daños hacia pueblo pobre. Nada de eso se parece a los discursos huecos que pronunciaba el señor López en campaña política, en los que prometía que primero estarían los pobres, de llegar al poder, y hoy que materializó su deseo, ya vimos para qué están esos pobres “primero”: para ser dañados.
Dirigidos por el presidente, los mismos políticos de siempre han hecho de los programas sociales una mercancía para comprar conciencias, y a los beneficiarios de estos, el voto duro.
Es menester que todos los mexicanos observemos con atención que y no hay obra pública, que ya no se construye vivienda para los sintecho, y que millones de familias de distintos estados de la república carecen de servicios básicos, como agua potable, luz eléctrica, drenaje, etcétera.
Esto es sumamente aberrante, puesto que a muchos mexicanos les está ganando la avaricia, y se conforman con migajas que les entregan como apoyos, pero que en realidad es su pago por traicionar su conciencia y venderse al mejor postor.
Se siente vergüenza ajena de quienes llegaron a la silla del poder a través del voto popular; de los que se esperaba mucho, y hoy sólo saben utilizar los recursos públicos en dádivas para comprar votos, y seguro que esta práctica se agudizará por las elecciones venideras.
Es imprescindible que todos los mexicanos hagamos un análisis profundo de conciencia, para darnos cuenta de si a los candidatos a quienes les brindamos nuestra confianza son los idóneos para sacar a México del abismo en el que ha sido sumido por quienes ahora se han encumbrado.
La pobreza desbordada tiene en sus garras a más de cien millones de mexicanos que no saben qué comerán sus hijos el día de mañana.
Ojalá que los que votan a favor de sus propios verdugos analicen aunque sea por un momento qué país le están dejando a la generaciones venideras y analicen bien sus decisiones a tomar, porque están siendo cómplices de un daño irreparable a México.
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