MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Esta es la tercera llamada, tercera ¡Comenzamos!

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Desde el origen del Movimiento antorchista, nos hemos planteado la práctica y difusión del arte como un elemento fundamental e indispensable en nuestra lucha, una tarea indispensable en nuestra búsqueda de cambiar la situación de pobreza en la que se encuentran hoy en día, más de cien millones de mexicanos.

En nuestro quehacer artístico, hemos realizado distintas jornadas culturales, como las espartaqueadas, llevadas a cabo en Tecomatlán cada dos años, al mismo tiempo realizamos los concursos nacionales de voces, pintura, oratoria, folclor internacional, poesía, teatro, entre otras disciplinas, en donde ha queda demostrado que el pueblo entiende el arte y que es capaz de ejecutarlo.

En su memoria, estarán presentes los nombres de grandes artistas que dedicaron su vida entera a poder evocar el goce estético en el pueblo, figuras como las del maestro Humberto Vidal, el Dr. Juan Manuel Celis Ponce o la sempiterna Berenice Bonilla serán jamás olvidadas por el pueblo pobre de México, en cada hombre que hubo podido escucharlos, verlos bailar y transmitir a nuestro pueblo los más sublimes sentimientos sin importar el escenario.

Así, el arte en Antorcha cada vez se ha ido volviendo una carta de presentación de alta, altísima calidad y con un humanismo intrínseco, y entre los grandes hombres que han hecho que nuestra Organización cumpla con sus labores culturales, se encuentra también “El divo de Puebla”, el gran maestro “Víctor Puebla”.

“Podría considerar que soy eterno, aunque la muerte me ronda muy cerca” dejó escrito en su autosemblanza el gran maestro, un hombre culto, dedicado, disciplinado, pero, sobre todo, un hombre bueno, de esos que solamente cada siglo nacen y que son, como él mismo escribió, eternos.

Víctor Puebla, conoció a Antorcha siendo maestro de la BUAP y solicitado por las casas del estudiante “Hermanos Serdán” ahí conoció la lucha revolucionaria de nuestras filas y ahí, entre los suyos, el telón de su obra homónima, que era su vida, hubo caído. Logró traducir a los grandes dramaturgos del mundo y se los entregó al pueblo, en un acto prometéico pues, hasta hoy día, nos seguimos iluminando con la luz que hubo encendido el Divo.

Esta fue la labor más importante de Víctor Puebla, acercar el teatro y teatro de calidad al pueblo pobre de México y, al mismo tiempo, conformar la compañía que hoy lleva su nombre, un grupo de jóvenes que han decidido entregar su vida a ser consecuentes con los ideales revolucionarios, desde su trinchera, el teatro.

Este año celebramos el VI festival de teatro homónimo al Divo. Sigamos riendo con las ocurrencias de “chava ese chavo”, sigamos enamorándonos de la Puebla de antaño y su historia con la “Poblanía de los Ángeles”, sigamos sorprendiéndonos con la adaptación magistral de “La casa de Bernarda Alba”, y sigamos haciendo teatro para el pueblo que es la forma en la que “El grande” sigue vivo entre nosotros.

Gracias maestro por su infinito amor al teatro y a nuestros semejantes, honrar su memoria ahora es estar atentos a las obras que se presentarán este 30 y 31 de julio. Sigamos, compañeros, hablándole a la gente de los grandes dramaturgos, sigámosles hablando de arte, que nuestro pueblo lo entiende y lo disfruta, de esa manera, el legado de nuestro Divo permanecerá inmarcesible y, aunque su vida no es más entre nosotros, parece que aún lo escuchamos, un minuto antes de entrar al escenario, asegurándonos que no hay labor más noble y que nuestra tarea es en favor de nuestros semejantes. ¡Salud Víctor Puebla! Aquí, en el pueblo, en Antorcha, eternamente ¡Sigues vivo!
 

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