En entrevista, Adrián Eduardo López Gómez, director del taller de danza de la primaria “José Vasconcelos” de Chimalhuacán, habla sobre el papel de este arte en la formación de la niñez
Para el director del taller de danza de la escuela primaria “José Vasconcelos” de Chimalhuacán, licenciado Adrián Eduardo López Gómez, la formación artística desde la edad temprana es fundamental, no únicamente porque forja identidad cultural, sino también porque la práctica de las diversas manifestaciones estéticas, como la danza, potencia el desarrollo de habilidades humanas como el lenguaje, la motricidad y el pensamiento, además de aquellas relacionadas con la interacción social, como la solidaridad.
López Gómez cursó su licenciatura artística en la Escuela de Bellas Artes Humberto Vidal Mendoza de Chimalhuacán, Estado de México, la cual fue promovida por el Movimiento Antorchista, al igual que muchas otras escuelas de este tipo a lo largo del país.
Actualmente, el profesor dirige un taller conformado por 40 alumnos, todos estudiantes de una institución ubicada en una zona que recibió, en el año 2000, atención especial durante el gobierno del Proyecto Nuevo Chimalhuacán, pero que, debido al desinterés de la actual administración municipal de filiación morenista, paulatinamente está regresando a sus antiguos niveles de precariedad social.
Accesible y con un semblante siempre alegre, el profesor nos comenta sobre el cuadro artístico que preparó para esta eliminatoria estatal: una danza rarámuri que, de acuerdo con su testimonio, “ha sido el esfuerzo colectivo de directores, maestros, padres de familia y alumnos”.
Coméntenos acerca de la importancia de la formación cultural en la niñez.
—Como organización, como Movimiento Antorchista, consideramos que infundir la parte artística y cultural en las escuelas es importante. Primero, porque así ayudamos a preservar las tradiciones y la cultura de nuestro país.
Dependiendo del estado que elijamos, hay que hacer una investigación seria, no sólo sobre por qué se baila, sino también sobre si son rituales, ceremoniales, festivos o carnavalescos.
Es importante que los niños conozcan esta cultura porque, en la actualidad, se ha perdido. Toda la parte comercial ha bombardeado a nuestros jóvenes con otro tipo de música. Casi siento que la cultura mexicana se denigra.
Lo segundo en importancia es que, a través de la danza, formamos disciplina en los alumnos, disciplina que no solo contribuye a su formación artística integral. La mayoría se vuelve muy hábil a la hora de hablar, de expresarse, y eso los ayuda a mejorar su preparación académica, pues en nuestra institución es importante que no bajen sus promedios de calificaciones.
¿Qué importancia tiene el esfuerzo del Movimiento Antorchista en la labor artística?
—Mi formación artística se la debo a Antorcha. El primer escenario que pisé fue este, el auditorio “In Xóchitl In Cuicatl”. Aquí empecé como bailarín dentro de Antorcha y ahora, afortunadamente, tengo la oportunidad de contribuir a la formación artística de cientos de niños.
El Movimiento Antorchista hace un esfuerzo gigantesco porque, a diferencia del gobierno, nosotros trabajamos con la gente de la comunidad, con personas que probablemente nunca en su vida pensaron en pisar un escenario o en portar un magnífico vestuario porque no tenían las posibilidades de pagar un maestro de danza o baile.
Antorcha, en la mayoría de los casos, solventa el sueldo de los maestros de danza y los gastos que se requieren para trasladarse a otras ciudades a presentar su arte. También organiza actividades para apoyar con transporte, alimentación y vestuario.
Ahora nos encontramos en una situación diferente porque hemos involucrado a los padres de familia en la elaboración de utilería, tocados e incluso vestuarios para los niños, y eso es muy importante.
La gran ventaja de Antorcha es que sabe organizar a grandes grupos para alcanzar un objetivo como llegar a la Espartaqueada, que es un acto maravilloso. Vamos a ver trabajos de gran calidad, esfuerzos de muchas personas, no sólo de los niños y maestros, sino también de las señoras que a veces se desvelan para producir un vestuario.
Esto se reproduce, así como en Chimalhuacán, en cualquier rincón de la república mexicana. Todos los grupos se están preparando para mostrar el mejor resultado de su esfuerzo y llevar la calidad necesaria a los concursos de la Espartaqueada Cultural Nacional.
Platíquenos sobre el esfuerzo que realizan los papás. Me decía que vendieron chicles o algo así para poder estar en este evento artístico.
—Sí, la dinámica ahora fue vender dulces, chicles, hacer quermeses, rifas… Emprendimos muchas actividades para generar recursos y poder adquirir vestuario, porque un vestuario no cuesta 100 o 200 pesos. Hay vestuarios que cuestan mil, dos mil pesos, y es necesario comprarlos porque, en una Espartaqueada, uno necesita mostrar el cuadro completo: maquillaje, vestuario, aditamentos, ejecución de las danzas o los bailes.
A veces no se puede porque son cosas que requieren mucho dinero, pero tratamos de llevar al escenario lo más representativo de la comunidad que estamos representando.
¿Y eso necesitó un trabajo de investigación especial?
—Sí, requiere una investigación especial porque no es lo mismo montar un ritual que un carnaval. Cada movimiento que se ejecuta en las danzas lleva un simbolismo, así que es necesario averiguarlo.
Desde luego, una vez que se sube al escenario, todo montaje pierde el carácter de tradicional porque, si vas a la comunidad, no lo vas a ver ejecutado de la misma manera, con los pies hasta arriba o con más fuerza. Sin embargo, en la medida de lo posible, hay que respetar la originalidad y el carácter de cada danza.
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