Como en todo el país, la situación de aislamiento social debido a la disposición de las autoridades sanitarias y gubernamentales, han provocado la paralización de las actividades económicas, productivas y comerciales no esenciales, y con ello un desempleo casi total, si tomamos en consideración que en Quintana Roo, el turismo y las actividades relacionadas son la principal fuente de empleo y de ingresos para una población de más de un millón y medio de habitantes.
El confinamiento al que hemos tenido que someternos ha empeorado las condiciones de vida de la población de más escasos recursos económicos de este estado y del país entero. La gente que de por sí vivía al día por no contar con un empleo fijo y que se dedicaban a la economía informal: comerciantes ambulantes, mototaxistas, transportistas, albañiles, empleadas domésticas, limpiaparabrisas, etc., ahora no encuentran cómo calmar el hambre que se ha apoderado de sus hogares.
Pero no solamente la población que depende económicamente del turismo está sufriendo esta terrible crisis en los municipios de Benito Juárez (Cancún), Solidaridad (Playa del Carmen), Cozumel, Puerto Morelos y Tulum, donde se concentra más del 70 por ciento de la población del estado; sino también el 30 por ciento de la población restante que vive en el centro del estado, donde se encuentra la zona indígena maya, en los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Lázaro Cárdenas y una parte de Tulum; así como la zona sur donde también existe la poca actividad agropecuaria y forestal del estado, que son los municipios de Bacalar y Othón P. Blanco.
Esta zona, además de sufrir los embates del confinamiento provocado por la covid-19, está padeciendo desde hace un año una terrible sequía que ha afectado profundamente a la producción agropecuaria y forestal. Aquí las condiciones edafológicas son poco propicias para tal actividad, pues el suelo agrícola es muy escaso (35 km en las pocas zonas más afortunadas) y porque la mayoría de los productores depende de la temporada de lluvias ; actividades como la producción de hortalizas, maíz elotero, en zonas de Othón P. Blanco y Bacalar, la apicultura (se produce miel de alta calidad para exportación) también se han visto muy afectadas, muchos apicultores han visto disminuir paulatinamente el número de "cajas" o colmenas de sus apiarios.
En Quintana Roo el campo está olvidado, el Gobierno federal no tiene una política agropecuaria sustentable, diversificada e integral. Su programa "Sembrando vida" –parecido al de "PROCAMPO" que tanto criticaban– no resuelve el problema agrario pues, en el fondo, la intensión de dicho programa es tener cooptados a los campesinos a través de un apoyo económico que no rebasa los cinco mil pesos mensuales. A falta de incentivos verdaderos para la producción agropecuaria y forestal, los campesinos toman el recurso económico, pues en tiempos de crisis como los que estamos viviendo actualmente, es lo único que les queda para sobrevivir.
Pero aquí lo que hace falta no es un apoyo evidentemente electorero, sino inversión productiva en obras hidrológicas, sistemas de riego, construcción de invernaderos, de acondicionamiento de apiarios, potreros (praderas para ganado), mejorar los canales de comercialización en beneficio de los productores y consumidores, y no de los intermediarios ("coyotes"), entre otras muchas acciones para diversificar la producción y aprovechar las ventajas competitivas que tiene el estado en estas actividades primarias, para no depender exclusivamente del turismo.
Para combatir los estragos de esta emergencia sanitaria se requiere que el Gobierno federal implemente un Plan Nacional Alimentario urgente que le asegure la comida a la población más vulnerable que en estos momentos está aislada y confinada en sus hogares. Por nuestra parte, los mexicanos debemos despertarnos y decidirnos a unir esfuerzos y fortalecer la unidad entre los desheredados de este injusto sistema económico y político, pues solo con la unión y la lucha organizada lograremos cambiar nuestra realidad.
Desde hace 46 años que los antorchistas entendimos esta necesidad histórica: hace falta que los elementos más lúcidos y valientes de los más de 50 millones de pobres que tiene nuestra patria, se decidan a unirse y formar una fuerza descomunal que sea capaz de modificar de raíz el modelo neoliberal y que distribuye muy mal la grande riqueza haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, incluso en estos tiempos de pandemia por la covid-19. Ahora confinados en nuestros hogares seguimos alzando la voz, a través de las redes sociales, para seguir luchando por un mundo mejor para todos.
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