MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En memoria

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El mundo está en constante movimiento, desde el momento en el que nacemos hasta que morimos, el tiempo avanza de manera continua y no tenemos una pausa, no puede detenerse, de tal manera que lo que hacemos no tiene manera de cambiarse.

Nuestras buenas acciones, nuestros errores, logros o derrotas quedarán impregnadas en la memoria de los seres que nos rodean, y cuando dejemos este mundo, esos recuerdos son los que prevalecerán, será el legado que dejemos a la humanidad mientras que nuestros cuerpos físicos se convertirán en polvo y dejemos este mundo por toda la eternidad, no habrá manera de que nuestros seres queridos puedan volver a interactuar con nosotros jamás.

Cuando alguien muere, deja una profunda tristeza en las personas cercanas a esta, y comienzan a llegar los recuerdos, las acciones que la persona dejó. Este legado, entre más bueno sea, impregnará sonrisas entre quienes extrañan a ese ser querido, hará que haya una charla amena sobre las cosas buenas que esa persona hizo.

Entre más buenas cosas hagamos en vida, nuestro legado prevalecerá en la memoria de quienes seamos un apoyo, a quienes les sirvamos, a quienes les demos nuestra mano amiga.

Es por esto que nuestro deber como seres humanos es ayudarnos de manera colectiva, dejar de lado el pensamiento individualista y comenzar a pensar en el prójimo, de porque no crece, hay una idea falsa en la sociedad de que el pobre es pobre porque quiere, porque es flojo y que por eso no progresa.

Entender porque nuestro mundo cada vez más se ahoga en la contaminación a pesar de las grandes campañas que se esfuerzan por disminuirlo, entender por qué mientras unas personas tienen excesos de riqueza, otras muchas no tienen un peso para comer, el por qué cada día se propagan más las enfermedades y nuestros hermanos mueren lentamente sin que nadie sienta dolor ni lastima al respecto.

Debemos dejar nuestro mejor legado a nuestras futuras generaciones, pensar en nosotros mismos y comenzar a enfocarnos en cómo podemos mejorar nuestro entorno, y si no, tan si quiera mantenerlo como está en lugar de destruirlo.

Me da tristeza platicar sobre esto, y escuchar a la gran mayoría decir que simplemente no hay manera de cambiarlo, que estamos controlados por nuestros gobiernos, que estamos atados a las cadenas de los empleos mal pagados, y que las empresas jamás pagarán más, ni dejarán de contaminar de la manera en la que lo hacen, que nunca se acabará con los ladrones, que los pobres siempre seguirán siendo pobres, que los que nos gobiernan siempre nos gobernarán, nos seguirán robando, y nosotros, nuestros hijos, y nuestros nietos vivirán igual o peor que nosotros.

Este pensamiento derrotista crece cada día más y más, y con ello, es cada día más notable la depresión en la que va cayendo la población, con la tasa creciente de suicidios. ¿Esto queremos para nuestros hijos? Es nuestro deber revolucionario dejar un gran legado, no individual, si no colectivo, el que nuestras generaciones sean recordadas como las que lucharon por abolir la explotación, por eliminar las grandes diferencias entre los más ricos y los más pobres, y que las nuevas generaciones luchen por un mundo más equitativo, menos individualista.

Debemos dejar de pensar en querer comernos el mundo y tener grandes posesiones. Al final del día, cuando dejemos este mundo no nos vamos a llevar nada, y por el contrario nuestro legado es el que hablará por nosotros.

Todo esto viene a colación por lo siguiente: El día 1 de febrero del año en curso, me encontraba apoyando en la transmisión en vivo de la XX Espartaqueada Deportiva Nacional en Tecomatlán, Puebla, cuna del Movimiento Antorchista Nacional, por cierto mi primera experiencia en este pueblo mágico, muestra de lo que quiere antorcha para los mexicanos, (Servicios básicos, agua, luz, drenaje, pavimentaciones, infraestructura educativa, de salud, cultural y deportiva). Cuando me informaron por la mañana que un ser muy querido (mi abuela materna) se encontraba grave en el hospital, y me pidieron que me despidiera, que me apresurara a llegar por que no aguantaría otro día más, no puedo describir el dolor que sentí en ese momento, y que se agravó cuando al día siguiente me devolvieron la llamada para decirme que ya había fallecido, hubiera podido retirarme y dejar mi tarea en ese momento, pero el no haberlo cumplido, hubiera sido el pensar de manera individualista, y fallar al legado que ella me dejó, porque si ella viviera, me hubiera pedido que me quedara a cumplir con mis deberes primero, porque en alguna ocasión ella me dijo, "se responsable hijo, cumple siempre con tus tareas y con tus deberes, y luego lo demás". En memoria de María de la Luz Gómez Sánchez.

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