El común denominador de todos los candidatos a un puesto de elección es prometer obras y servicios a los habitantes de las comunidades que visitan durante su campaña electoral; incluso, en sus slogans y, por supuesto giras, utilizan palabras mágicas como progreso, bienestar, cambio y desarrollo para que la gente crea que de verdad trabajarán por mejorar las condiciones en que vive la gente y que, dicen con verdad, hasta ese momento están en deplorables condiciones, como lo son los rubros de salud, educación, cultura, empleo y seguridad. Sin embargo, cuando llegan al poder se olvidan prácticamente de todo lo que prometieron y empiezan a "trabajar" únicamente para beneficio propio o de la clase social a la que pertenecen, pero nunca a favor del pueblo que ingenuamente les creyó y los eligió a través de sus votos.
Así ha sucedido a lo largo y ancho del país, en todas las entidades federativas y con candidatos de todos los colores y sabores. Por eso ahora está tan de moda la "alternancia" pues la gente cree que si le falló uno el otro no lo hará, pero al final del ciclo administrativo de esos políticos, se dan cuenta que es tan malo el uno como el otro, aunque los hay peores, como los que ahora enfrentan procesos judiciales por haberse embolsado millones y millones de pesos del erario.
Esos personajes y cientos más, cuando gobernaron tuvieron la oportunidad de trabajar a favor de la gente humilde, de resolver las múltiples necesidades de las comunidades y sobre todo de construir la infraestructura que coadyuvara a que sus gobernados tuvieran mejores condiciones de vida.
Pero no lo hicieron, se limitaron a una política de no veo, no oigo e ignoro al pueblo, tal y como lo está haciendo el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, quien en lugar de implementar apoyos de mejoramiento a la vivienda, albergues estudiantiles, construcción de escuelas, la segunda etapa del camino Acuautla-San Ambrosio, introducciones y ampliaciones de redes de agua potable, drenaje y energía eléctrica, pavimentaciones, apertura de caminos y la edificación del hospital regional de Nopala, prefiere ignorar a sus gobernados e imitar a todos aquellos que lucharon por llegar al poder para beneficio de sus padrinos políticos, de sus familiares y sus bolsillos.
A los más de un millón y medio de personas que viven en la pobreza, al millón 964 mil que carece de seguridad social, a los 350 mil que viven con rezago educativo, a los 771 mil sin acceso a los servicios básicos y a los 903 mil que no tienen acceso a la alimentación en Hidalgo, solo les queda un camino: organizarse y salir a las calles a denunciar lo inoperante que es su gobernador para cumplir con las demandas sociales, demandas que prometió Omar Fayad hace un año cuando andaba en campaña y que ignora a 10 meses de su gobierno, al igual que ignora a miles de hidalguenses humildes que solicitan servicios, acciones e infraestructura mínima para hacer menos penosa su existencia.
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