La situación que enfrentamos en el país en materia de incendios forestales es alarmante y requiere de una acción inmediata y contundente. Las cifras son escalofriantes: más de 5 mil 400 incendios han arrasado con 500 mil hectáreas de nuestros preciados bosques en el último año.
Áreas naturales protegidas y tierras de cultivo han sido víctimas del fuego voraz, poniendo en riesgo no sólo nuestro patrimonio ecológico, sino también nuestra seguridad alimentaria y el sustento de miles de familias dedicadas a las actividades agrícolas y ganaderas.
La sequía extrema y la falta de agua que azotan gran parte del territorio nacional han exacerbado esta crisis, pero no podemos atribuir la culpa únicamente a fenómenos naturales.
La sequía extrema y la falta de agua que azotan gran parte del territorio nacional han exacerbado esta crisis, pero no podemos atribuir la culpa únicamente a fenómenos naturales.
El cambio climático, cuyas consecuencias son cada vez más evidentes, es un factor determinante que no puede ser ignorado. Y, lamentablemente, la ineptitud y la falta de previsión de nuestros gobiernos federal y estatales han contribuido a agravar la situación.
La Conafor, encargada de proteger y preservar nuestros bosques, se ha visto severamente limitada por la escasez de recursos y presupuesto.
Es inaceptable que una institución tan crucial para la salvaguarda de nuestro patrimonio natural se encuentre en estas condiciones.
Aún estamos a tiempo de actuar y revertir el curso de esta tragedia. Es imperativo que las autoridades competentes tomen medidas urgentes y contundentes para combatir los incendios activos y prevenir futuros siniestros.
Esto implica destinar los recursos necesarios, implementar estrategias efectivas de prevención y concientización, y trabajar de manera coordinada con las comunidades locales y los expertos en la materia.
No podemos permitir que nuestros bosques, esos pulmones verdes que nos brindan oxígeno y regulan el ciclo del agua, sean reducidos a cenizas. Cada árbol talado, cada hectárea consumida por el fuego, representa un golpe irreparable a nuestro frágil equilibrio ecológico.
Debemos exigir al Gobierno de Morena que actúe con responsabilidad y transparencia, y denunciar cualquier acto de negligencia o corrupción que ponga en riesgo nuestro patrimonio natural.
Además, debemos adoptar hábitos y prácticas sostenibles en nuestro día a día, contribuyendo así a mitigar los efectos del cambio climático y promoviendo una cultura de respeto y preservación del medio ambiente.
Esta es una llamada urgente, un grito desesperado para salvar los bosques. No podemos permanecer indiferentes ante esta crisis que amenaza nuestro presente y compromete el futuro de las próximas generaciones.
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