MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En defensa del derecho a la protesta pública

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En los últimos días, y después del 15 de noviembre pasado, todos los medios de información conocidos han hecho casi de su nota principal lo ocurrido en ese día en el zócalo de la Ciudad de México y en varias capitales y ciudades de importancia del país. Y entiendo que lo destacable, por llamativo en todo esto, es el alto grado de violencia que se registró contra edificios públicos representantes de los gobiernos, que fue lo común en casi todas las manifestaciones que vimos.

Recordemos que la violencia que se presenta en las manifestaciones de protesta del pueblo no nace del pueblo mismo, sino de aquellos contra los que se dirige la protesta, porque se sienten exhibidos con las mismas.

Por hoy, dado que aún falta información relevante a la que los mexicanos comunes no tenemos acceso por el momento, no daré una posición definitiva de los hechos, ni manifestaré mi adhesión o repudio a las posiciones que en relación a todo eso se manejan.

Pero, dígase lo que se diga después y lo que se concluya, quiero dejar muy claro que soy partidario de aquellos que sostienen que el derecho constitucional a la libre manifestación de los mexicanos debe existir, dado que es este derecho y ningún otro el que le da razón de existencia misma a la función principal de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Casi todos los que se han ocupado del tema lo han hecho desde las dos posiciones antagónicas más visibles; es decir, procurando justificar la violencia ejercida contra los gobiernos a través de la vandalización de sus edificios, o procurando justificar la violencia ejercida por el gobierno contra los manifestantes que vandalizaron. Pero nadie se ha referido con suficiente énfasis a la justificación profunda de las protestas.

Recordemos que la violencia que se presenta en las manifestaciones de protesta del pueblo no nace del pueblo mismo, sino de aquellos contra los que se dirige la protesta, porque se sienten exhibidos con las mismas.

En todo esto, la presidenta y sus partidarios han catalogado a los medios de difusión y a los personajes políticos que se han manifestado aprovechando la ocasión como “carroñeros”. Pero no meditan correctamente que sólo suele haber “carroñeros” ahí donde abunda la carroña.

Por tanto, opino que lo que se debe realmente destacar aquí, independientemente de la forma que hayan adoptado los sucesos, es si las manifestaciones públicas en sí, y no sólo las del 15 de noviembre pasado, tienen razón de ser o no; es decir, si hay razones suficientes en el país como para que la inconformidad de los mexicanos se manifieste y desborde de tal manera.

No omito decir que la esencia de la inconformidad de casi todas las manifestaciones se orientó contra los gobiernos de Morena, y en eso se amparan todos quienes opinan que detrás de ellas se encuentra la mano de los opositores partidistas, y que su intención en todo caso sería atacar para recuperar el gobierno mismo para sus partidarios.

Pero no olvidemos también que, como envoltura genuina de esa demanda facciosa, se enarbolaron demandas sociales que no son invento de nadie, como no sea de la incapacidad gubernamental de los gobiernos del pasado y del presente.

Vemos grosso modo a continuación algunos de los reclamos principales de los manifestantes de antes y del 15 de noviembre.

En las manifestaciones se protestó por los estragos mortales causados por la inseguridad que ha degenerado en violencia muy generalizada por todo el país, cuyo último eslabón, más difundido, fue el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo; aunque no es el único. Se reclamó por los desaparecidos por secuestro, por los feminicidios y por la omisión adoptada por los gobiernos ante el avance sistemático de los cárteles del narcotráfico.

Se reclamó por la corrupción permitida desde el gobierno. Pero también se dejó sentir la inconformidad, tal como ya se había venido haciendo incluso con bloqueos carreteros, por la falta de apoyo al campo, por la falta de oportunidades laborales, por la carencia de medicinas e insumos en el sector salud, por la falta de espacios e infraestructura en el sector educativo, y por la falta de servicios e infraestructura social en los pueblos y las colonias de las ciudades.

Es decir, entonces, que los mexicanos sí tienen motivos de sobra para estar inconformes. Por lo tanto, es válido preguntarnos aquí si con todo esto que he referido, independientemente de las formas que las protestas hayan adoptado, ¿no será que los gobiernos mismos han generado con su incapacidad y omisión el desborde de la inconformidad que los “buitres”, como los califica la presidenta, están aprovechando para llevar agua a su molino?

En relación a las críticas y señalamientos contra el gobierno por el asesinato de Carlos Manzo, la presidenta condenó que los “buitres” de la derecha se aprovechen de la situación para atacar a su administración, y les lanzó una pregunta a manera de reclamo desesperado: “¿qué propone la derecha? (noticias.imer.mx). Así dijo.

Por ahora, nosotros no podemos saber qué propone la derecha. Pero sí sabemos qué propone el pueblo trabajador de México. Hace once años el dirigente nacional del Movimiento Antorchista lo dijo en distintos medios, y aquí sólo lo repito como referente de lo que verdaderamente debemos exigir los mexicanos.

Dijo así el ingeniero Aquiles Córdova Morán: “…basta y sobra con que se cumpla cabalmente con la Constitución General de la república. Esta, nuestra Carta Magna, fue pensada y redactada para cumplir con las dos funciones básicas de toda Constitución, tal como las definiera Mariano Otero, quizá el teórico más fino y avanzado del liberalismo mexicano del siglo XIX: ‘garantizar la unidad nacional y permitir y promover el desarrollo y progreso de la sociedad en su conjunto, y no sólo el de los grupos privilegiados.

Para lo primero, es vital respetar, proteger y permitir el ejercicio de las garantías básicas de libertad, igualdad, seguridad y respeto a la propiedad; para lo segundo, deben hacerse realidad derechos tales como empleo para todos, salarios dignos, educación, vivienda, servicios, energía, descanso y un ambiente limpio’” (Buzos de la Noticia, No. 632 p.36, 3 de nov. 2014).

En aquel entonces el ingeniero Aquiles dijo que en México había suficientes elementos para afirmar que no se cumplía ni lo uno ni lo otro. Y así seguimos hasta hoy. Y mientras nos gobiernen grupos facciosos que anteponen su interés partidista antes que el interés genuino del pueblo, llegará el día en que se presente la gota que derramará el vaso.

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