Tema de suma relevancia y controversia, ¿y cómo no? Si el mundo gira alrededor de dos modelos económicos antagónicos, por un lado; la economía planificada y por el otro, la economía de libre mercado. Estos términos son empleados por economistas contemporáneos, por ejemplo; William Nordhaus, Paul Samuelson, Joseph Stiglitz, etcétera.
La economía, al igual que la medicina, la astrología, la física, las matemáticas, la biología, la filosofía, la química, la historia, etcétera; es una ciencia.
Pero, ¿qué es la ciencia? Del latín, Scientia. “Conocimiento intelectual, guiado por principios lógicos, acerca de los fenómenos, sus leyes, estructura y relaciones; se caracteriza por ser verificable, metódico, sistemático y capaz de elaborar predicciones válidas en el campo de su competencia, el cual determina en virtud de la naturaleza misma fenómenos por utilizar.” Así lo define el diccionario.
Dicho en otros términos, las ciencias pretenden explicar y entender los fenómenos materiales e inmateriales que nos rodean. A través de conocimientos previos, retroalimentación, observación, experimentación y una metodología útil al campo determinado, se puede llegar a adquirir conocimientos objetivos de determinado fenómeno y, en última instancia; transformar o adecuar los fenómenos acordes a las necesidades del ser humano. En ese sentido, la economía, a diferencia de sus semejantes, es la ciencia más joven.
Los especialistas, ubican al trabajo “La riqueza de las naciones” del economista escocés Adam Smith, publicado en 1776; como el primer estudio formalmente publicado que aborda el tema de la economía. Introduciendo en él conceptos básicos (aún vigentes en nuestros días), teorías relacionadas con la producción, el trabajo y la riqueza, la distribución de esta última y más.
Quizá, la hipótesis más controversial que Adam Smith llegó a plantear es la que se refiere a la distribución de la riqueza, denominada “La mano invisible”. Simplificando, Smith sostenía que el mercado era y debía ser autónomo a fuerzas externas como el naciente Estado, ya que el libre mercado era capaz de producir y distribuir de mejor manera la riqueza producida por las naciones como si se tratase de una mano invisible; maximizando así las ganancias y garantizando el bienestar social al proporcionar los bienes de consumo necesarios para el desarrollo de la sociedad.
Históricamente, se puede estar de acuerdo que el libre mercado, durante el último cuarto del siglo XVIII y todo el siglo XIX permitió el desarrollo de las fuerzas productivas. Vaya, quién puede negar que el libre mercado, tan competente e inestable permitió desarrollar la industria, el comercio, los medios de transporte, la tecnología, las ciencias y las bellas artes de varios países -no de todos- alrededor del globo. Simplemente, no se puede negar.
Como decíamos, la economía es la ciencia que estudia la producción social, no obstante, a pesar de que Adam Smith es considerado como el padre de la economía moderna, éste no fue el único que la estudiara y realizara sus aportes al conocimiento de la materia.
Años más tarde, en 1867 fue publicado “El Capital” de los filósofos y economistas alemanes, Friedrich Engels y Karl Marx. Este trabajo, analiza y critica el ya establecido modelo económico en el mundo, el modo capitalista de producción.
Puede decirse, de entrada, que el factor más contraproducente en la obra de Adam Smith, es la que se refiere al periodo histórico en el cual hizo sus investigaciones. Por ello, podemos concluir que su obra, si bien importante por ser pionera, carece de validación practica en la actualidad. Me explico.
El siglo XVI se caracterizó por ser el periodo en el cuál el modo de producción feudal pereció y fue sustituido. Esto no sucedió por decreto, tampoco por vía democrática, ni por ser una buena idea; sino por las leyes del desarrollo histórico que la sociedad feudal había producido en sí misma.
Tales contradicciones, fueron las que culminaron en las revoluciones del siglo XVIII. Pasando de una sociedad monárquica a una democrática, de una en la que, para subsistir, los plebeyos trabajaban en gremios para producir los alimentos, vestido y calzado; a una en la que libremente podían escoger su oficio y laborar los bienes que ellos quisiesen. Esto, marcó un hito.
Es por ello que Adam Smith, al vivir en un periodo de plena transición fue incapaz de prevenir y cuestionar las nuevas contradicciones que contraería esta nueva sociedad.
No obstante, los ya mencionados Marx y Engels, sí fueron capaces de advertir, criticar y hasta teorizar el devenir de la sociedad futura. Marx, reconocido mundialmente por su agudeza analítica y profundo conocimiento filosófico, empleó en su metodología otras ciencias para comprender a la más joven de todas.
Partiendo del principio hegeliano de la dialéctica, aplicado a la historia, las sociedades y cualquier otro fenómeno colectivo o individual, determinó que la historia de la vida humana no es otra cosa que la lucha de clases.
“Tesis + antítesis = síntesis.” Aplicando esta hipótesis se concluye que, en la historia ha habido, esclavos + amos = lucha social que concluyó en la sociedad feudal. Señor feudal + siervo = lucha social que concluyó en la sociedad burguesa. Burgués + proletario = actual lucha social.
No caigamos en el error de sintetizar toda la historia humana en una fórmula tan sencilla. Debemos considerar que todo fenómeno tiene un sinfín de matices, que influyen y determinan su desarrollo estructural y de funcionamiento de modo contante, casi infinita.
La religión, la ideología, la cultura, las tradiciones, los valores son algunos de los factores internos que influyen en el pensamiento de las sociedades humanas. Ya ni mencionar los externos, ajenos al pensamiento y la voluntad del individuo.
Marx y Engels expusieron al mundo el funcionamiento del actual sistema de producción capitalista, al igual que los modos de producción anteriores, la clase social burguesa requiere explotar a la clase social antagonista, el proletariado; para que el ser humano pueda seguir subsistiendo. Y eso es lo que sostiene la clase social dominante en voz de sus ideólogos.
Hoy vemos que el modo de producción capitalista no es perfecto y está lejos de serlo. Es injusto ya que sus contradicciones dejan a la vista que se produce riqueza como nunca antes en la historia y al mismo tiempo, el mundo jamás había tenido a más de la mitad de sus hijos en pobreza. ¿Qué utilidad tiene, pues, el desarrollo de la ciencia farmacéutica, la gran industria alimentaria, transporte y construcción?
El socialismo pugna por esta transición histórica que impulse el desarrollo de la humanidad, aprovechando la evolución de la tecnología, industria, las ciencias y el sinfín de logros que ha conquistado la humanidad en materia de pensamiento y organización. Todo esto al servicio de todos, sin excepción.
“China desbancará a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en 2028, cinco años antes de lo previsto anteriormente por el Centro de Investigación Económica y de Negocios (CEBR, por sus siglas en inglés).
Según el centro de estudios británico, el "hábil" manejo de la pandemia de covid-19 aumentará su ritmo de crecimiento en comparación con Estados Unidos y Europa en los próximos años.
En este nuevo escenario, India se convertiría en la tercera economía del mundo en 2030, lugar que actualmente ocupa Japón.
Aunque China fue el primer país afectado por el virus, los economistas dicen que controló la enfermedad a través de una acción rápida y extremadamente estricta, una estrategia que le permitió evitar la repetición de confinamientos económicamente paralizantes como ha ocurrido en otras partes del mundo.
Como resultado, es la única de las economías grandes que evitó una recesión en 2020 y, según las estimaciones de los expertos, lograría un crecimiento promedio anual de 5,7% entre 2021 y 2025” (BBC, 30 de diciembre de 2020).
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