En días pasados fue noticia nacional el socavón del paso express en la autopista México-Cuernavaca, a la altura de Chipitlán. Y no es para menos, pues a escasos tres meses de haberse inaugurado con bombo y platillos, por las autoridades máximas de los tres niveles de gobierno, cobró la vida de dos trabajadores humildes, mismos que se dirigían a sus labores a tempranas horas de la mañana. Anteriormente, por las obras de construcción, ya había cobrado la vida de 21 personas y decenas de accidentados. Además, como se sabe, se trató de una obra muy costosa, pues alcanzó un monto final de 2, 200 millones de pesos y para rematar con varios meses de retraso en su ejecución.
Las primeras declaraciones de funcionarios de la SCT, dependencia responsable de la obra, le atribuyeron el derrumbe a las lluvias atípicas, mientras que la empresa Aldesa, encargada de ejecutar la obra junto con Eppcor, se deslindó con un escueto comunicado donde señala también el problema de la lluvia y la acumulación de basura en la alcantarilla del drenaje, lo que provocó la grieta en los carriles de la autopista.
Ahora bien, como es típico en casos de tragedias, después del niño ahogado salen a relucir los deslindes de las autoridades, el lavado de manos de funcionarios que debieron en su momento intervenir para que la obra cumpliera con todas las especificaciones técnicas que el caso ameritaba. Y como en otros desastres, también aquí pagó con su renuncia el delegado de la SCT, quien fue el chivo expiatorio ante la presión de la opinión pública. Asimismo, tanto el gobernador Graco Ramírez como los titulares de protección civil y CEA del estado, en sendas entrevistas por radio y televisión, no solo se deslindaron del asunto sino que señalaron que ellos habían advertido a la SCT de los riesgos que tenía la obra meses antes de terminarse.
Ante tales deslindes las preguntas naturales saltan a la vista, ¿Por qué no lo denunciaron antes? ¿Por qué el gobierno del estado aceptó participar y tomarse la foto en la inauguración de la obra, cuando era claro que había riesgo de colapsarse? ¿Por qué desoyeron a los vecinos que reclamaban obras secundarias inconclusas y promesas incumplidas por la empresa y la SCT? Hacerlo después, a toro pasado, cuando menos queda la sospecha de cierta complicidad al no encausar debidamente la advertencia y hacerla pública, de cara a la sociedad, para que ésta en todo caso pudiera aquilatar mejor los riesgos de la obra, como sí lo hicieron los vecinos afectados en sus viviendas. Pero nada de eso se hizo ni mucho menos alguien fue sancionado, prefirieron mejor callar y tomarse la foto, sin señalamientos públicos, con los resultados lamentables ya conocidos.
Por otro lado, los familiares de los deudos se han inconformado, con justa razón, pues cualquier cantidad que les den, por millonaria que sea, ya no regresará a sus seres queridos y demandan una reparación del daño integral, pero lo más grave es que ahora se sabe que los fallecidos estuvieron vivos casi dos horas después de que se abrió el socavón, pidieron ayuda y ésta tardó en llegar; por si fuera poco los servicios de rescate tardaron más de 8 hrs para sacar los cuerpos ya sin vida. Y los Topos y/o grupos especiales de rescate, tan experimentados en situaciones de desastre, ¿Por qué no los llamaron al auxilio? Si lo mismo hubiera pasado a un empresario o una persona encumbrada seguro es que las autoridades habrían movido cielo, mar y tierra con tal de rescatarlo.
Es claro, por último, que ahí donde domina el modelo neoliberal, como en nuestro país y la mayor parte del mundo, el interés privado, las grandes empresas se imponen sobre el interés público, es decir que el papel del estado y el gobierno, a lo mucho, se reduce a ser garante de la "paz pública". La clase política, sin distinción de partidos, ha hecho alianzas con la iniciativa privada y cada vez con más frecuencia salen a relucir casos en los que los funcionarios no responden y no defienden el interés social sino el privado, forman parte del negocio, pues al final quien domina la economía domina la política. Para cambiar de raíz la grave situación del país, de modelo económico y de clase política decadente, el pueblo necesita instruirse y organizarse, si no quiere padecer siempre bajo una vergonzosa tutela, ya lo dijo hace mucho el maestro Ignacio Manuel Altamirano. Sumemos conciencias.
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