Es cierto que el problema de la inseguridad y la ola violenta de homicidios que lastiman al país no comenzó con los gobiernos de la Cuarta Transformación, pero ellos prometieron pararla. Hoy, es difícil decidir cuál es la mejor ciudad del país para vivir con relativa tranquilidad, es decir, la más segura; en realidad, debemos escoger entre la peor o la menos peor.
En el medio Infobae, el 4 de marzo del año que corre, se dijo que hasta el primero de marzo de 2024, conforme a datos reunidos por la empresa TResearch, en el sexenio de AMLO se había cometido un homicidio en el país por cada quince minutos en promedio; dado que para entonces se tenían ya registrados alrededor de 180 mil homicidios dolosos.
Es cierto que el problema de la inseguridad y la ola violenta de homicidios que lastiman al país no comenzó con los gobiernos de la Cuarta Transformación, pero ellos prometieron pararla.
En el mismo medio, pero del día 19 de octubre pasado, se dijo que, para entonces, el gobierno federal había reportado mil 382 homicidios dolosos en lo que va del sexenio de Claudia Sheinbaum, es decir, en promedio, un homicidio cada diecinueve minutos; destacando el día 18 de octubre cuando se registraron 74 asesinatos.
Alguien podría decir felizmente que el promedio de Sheinbaum es mejor, pero para nuestra desgracia, dos circunstancias revelan la fatídica tendencia que indudablemente seguirá esta tragedia social, de no cambiar pronto el rumbo que lleva el nuevo gobierno.
Primera circunstancia. La nota de marzo se da en el marco del último semestre gubernamental del mandato de AMLO, es decir, que para entonces, el gobierno anterior había aplicado ya contra la violencia e inseguridad todo el poderío nacional que significó su estrategia de “abrazos, no balazos”.
En ese momento, según se dijo, se buscaba atacar las causas y no las consecuencias. Pero ya vimos lo que resultó.
La segunda nota se da a escasos diecinueve días de que asumió el mando Claudia Sheinbaum. El pueblo suele decir que, lo que mal empieza mal termina.
Segunda. Es algo ya muy sabido por todos, porque la misma Sheinbaum se ha encargado de repetirlo cada vez que puede, que su gobierno no será otra cosa más, sino algo así como una segunda edición del gobierno que llevó a cabo el expresidente AMLO; por tal razón, supongo, han dado en llamarle “segundo piso de la Cuarta Transformación”.
Si esto será tal como dicen, entonces no hay duda; nada bueno podemos esperar de la estrategia de seguridad que van a implementar; ¿los abrazos se trocarán en besos a la delincuencia, y la ausencia de balazos en ausencia de armas o de elementos de seguridad?
Y no hay que buscarle mucho para encontrar botones de muestra. Mientras que en Chilpancingo, la capital de Guerrero, le dejaban en plena ciudad a la gobernadora Evelyn Salgado los cuerpos sin vida de once comerciantes guerrerenses que habían desaparecido en la víspera, en las redes sociales circulaba un video donde se veía a la gobernadora entonándose, cantando a todo pulmón “Si nos dejan” al lado de Jorge Muñiz en un evento en Ixtapa, Zihuatanejo, en un acto de inauguración de la antigua mansión del corrupto exjefe policiaco capitalino, Arturo El “Negro” Durazo, conocida como “El Partenón”, ahora convertida en Centro Cultural. Recordemos que Guerrero es nota nacional por su clima de inseguridad y violencia.
En Colima, el día 8 de noviembre, fue asesinado un contraalmirante de la armada cuando se trasladaba en su camioneta por las calles del puerto de Manzanillo, donde se encontraba cumpliendo una comisión; las autoridades informaron que fue ultimado a plena luz del día.
El martes de la semana pasada, dos elementos del mismo instituto armado fueron atacados a balazos también en el mismo puerto, donde uno de ellos perdió la vida.
Después del lamentable crimen del contralmirante, que sólo es uno más de los muchos que ocurren a diario en la entidad, circuló en redes sociales un video de la gobernadora Indira Vizcaíno, pero en él, sólo se ocupó de presumir “una noche llena de baile” con la Banda Maguey y Mi Banda El Mexicano, en medio de los festejos por la feria estatal de Todos los Santos.
Lo condenable en estos hechos que refiero, no está en el carácter festivo que las mandatarias promueven a través de sus medios. De ninguna manera. ¿Qué sería de las familias mexicanas sin esos breves y fugaces momentos de esparcimiento popular?
Lo condenable es el clima de inseguridad y violencia en que vivimos, pues, dígase lo que se diga, es obligación constitucional de todos los gobiernos, de todos los colores, el generar condiciones de seguridad para todos; y aquí, el abandono es más que evidente.
Pero la solución de fondo a la inseguridad, como de todas las deficientes condiciones sociales y económicas en que estamos viviendo, en última instancia queda en manos de todos los agraviados.
Debemos protestar y reclamar a los gobiernos todo aquello que prometieron en campaña electoral, es tarea y obligación de todos. La condición básica es la organización popular. No hay de otra.
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