Yo, como muchos capitalinos, percibimos y vemos que en el futuro inmediato la situación desastrosa de nuestra gran ciudad no va a mejorar. Esta idea que tenemos la acabo de comprobar leyendo el periódico "El Universal" en su edición del 28 de julio pasado. En una encuesta llena de tintes electorales por el momento político que se vive en todo el país y que llevó a cabo en esta metrópoli el diario en cuestión, leemos al final, la comprobación de nuestra desconfianza a que mejoren en algo o se atenúen los problemas que nos preocupan: a la pregunta de si creen los encuestados que la Ciudad de México, su ciudad, va a mejorar, el 70 % contestó que no, que al contrario, piensan que los problemas que tiene, van a empeorar. Seguro que son muchas las razones en que piensan los encuestados para manifestar su desconfianza y seguridad de negar tajantemente que a futuro pueda haber mejoría para sus más de ocho millones de habitantes que se concentran en esta capital.
Un ejemplo, la tan traída y llevada línea 7 del Metrobús que correrá dentro de poco tiempo sobre la emblemática e histórica Avenida del Paseo de la Reforma, obra dizque para darle mayor movilidad y comodidad a quienes circulan por ella. De por sí ya desde hace tiempo por culpa de los gobernantes, esta avenida, referencia nacional y mundial de México ha venido perdiendo rápidamente su belleza, la arquitectura de sus casas y lo verde de su paisaje, arrasado por rascacielos en beneficio único y exclusivo de los grandes magnates hoteleros, y destacadamente, de los agiotistas de la banca nacional y extranjera que se han establecido preferentemente sobre esta avenida. Ahora, por si algo faltara, la administración perredista de Miguel ángel Mancera, terminará de afearla de plano, cambiando más su fisonomía con la entrada de un Metrobús compuesto de un convoy de contaminantes, con muchas estaciones llenas de anuncios. La circulación de automotores y peatones ya de por sí complicada, sin duda será la perdedora. Las protestas de los vecinos en contra, no importan, que se conformen.
Otro ejemplo similar por la espectacularidad que ha cobrado actualmente, entre otras causas por la oposición vecinal a esta obra y por su alto costo: seis mil millones de pesos del dinero público; es el llamado Túnel en Mixcoac, diseñado por las autoridades centrales de la capital, para acabar con un cuello de botella, dolor de cabeza tanto para automovilistas que al igual que los de a pié, padecen a diario por el intenso tráfico y las aglomeraciones que entorpecen su camino. Dicha vialidad, que quizá venga a ser como se ha dado a conocer por la publicidad como la solución de los problemas viales para todos en esta parte de la geografía de la ciudad, acabó con más de 500 árboles que no han sido recuperados como era el plan y compromiso ante los preocupados vecinos.
Ambas obras, cada una en su momento, han sido y siguen siendo criticadas por grupos de especialistas autorizados: sobre el Metrobús de Reforma, la Academia de Ingeniería de México denunció que dado que en el país no es un requisito, no es ley, realizar estudios de impacto integral, ello a la larga puede ocasionar el colapso de las obras viales, agregando que los estudios de impacto integral son obligatorios en países del primer mundo como Estados Unidos o Japón. Las vialidades no tienen la suficiente capacidad para soportar todos los vehículos, ese es el problema. Lo ideal es que todas las obras viales o de servicio de transporte estén comunicadas entre sí.
En el caso del transporte y de obras viales, en México ninguna cuenta con esas evaluaciones. Amparándose en que no existe ley que los regule, los gobernantes de la ciudad, hacen y deshacen obras a su antojo sin que nadie se atreva a contradecirlos. Ahí esta para la posteridad el peligroso "Segundo Piso de López Obrador" en vez de gastar racionalmente los recursos destinados al pueblo en transporte público rápido y ecológico, más y mejores obras del Metro por ejemplo, promueven "con estos segundos pisos" la compra de automotores para el traslado de los capitalinos, aumentando el veneno de la contaminación. Obra pública, sólo para el lucimiento del gobernante en turno, esa es la regla. Al menos aquí, en la antiguamente llamada Ciudad de los Palacios, durante los 20 años de administraciones del PRD, esto no cambia. Nunca se ha querido ver hacia el futuro de nuestra ciudad. Antes que nada esta su carrera política, sus puestos en el gobierno. Los hombres del poder, los que toman las grandes decisiones, siempre se comportan igual.
Y continúa la tragedia para la capital del país, ni tardos ni perezosos ya levantaron la mano los del partido café que pregonan a los cuatro vientos que ellos son la solución a las angustias de los habitantes de la ciudad más importante de nuestro territorio. Pero como salieron del mismo cascaron que los que hoy nos gobiernan y que nos han llevado al desastre en donde estamos, miserablemente presos de tanta incompetencia gubernamental, pues quién no los conozca, que los compre.
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