El fanatismo es un apasionamiento exagerado, desmedido e irracional en defensa de una idea, una teoría o una forma de vida. Un alto porcentaje de fanatismo en la sociedad se debe a que hay una terrible falta de conocimiento. Por ejemplo, México es un país que no cuenta con muchos lectores, es decir, es un país donde la gran mayoría de la población es ignorante. En febrero de este año, una encuesta publicada en El Universal, mencionó que el promedio de libros leídos en México por la población adulta de este año fue de 3.8 ejemplares, de acuerdo con los resultados del Módulo de Lectura (MOLEC). Leemos menos que en Chile 5.4 libros al año, Argentina 4.6, Colombia 4.1 y Brasil con 4 libros al año.
La falta de lectura hace que en México existan personas que no razonan y que, por lo tanto, no saben cuáles son las causas de los problemas sociales más apremiantes de este país, eso ha llevado a creer falsamente que una sola persona puede cambiar la situación económica, política y social de una nación. En tiempo de elecciones hay quienes se desgarran apasionadamente por el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sin poner en duda sus propuestas de gobierno, por ejemplo: ¿qué sentido tiene cancelar el aeropuerto? ¿Qué significa la amnistía? ¿Es verdad que la corrupción desaparecerá si el presidente no es corrupto?
Estas ocurrencias tienen un gran impacto en el fanatismo, porque no son propuestas reales, por ejemplo, la corrupción no desapareció cuando el líder del fanatismo fue jefe de gobierno del Distrito Federal, al contrario, apareció “el señor de las ligas” René Bejarano que ahora está como operador político en la campaña de Morena. Pero todas estas ocurrencias han querido ser argumentadas por los diversos voceros de ese partido. Sin llegar a dar una respuesta concreta al significado de lo que es la amnistía.
A falta de personas pensantes sólo se cuenta con el fanatismo que es producto de la ignorancia, y que la gran mayoría de ese fanatismo se encuentra en la clase media mexicana, los que no aceptan que son pobres, pero que lo único que tienen es su fuerza de trabajo para ser explotada. Si los mexicanos leyeran más libros sobre economía, política, historia, literatura, etc., tendrían más elementos para darse cuenta de que el “gran líder” no es un tipo inteligente. Se darían cuenta de que la manera de hablar es su forma de pensar, lenta, torpe, pausada y que acaba con una tontería para que se rían los fanáticos.
Sin embargo, hay muchos pseudintelectuales de café que piensan que este líder es la solución de todos los problemas con los que cuenta este país. Pero, yo pregunto, ¿de qué viven estas falsas inteligencias?, muchos de ellos están en la comodidad de la academia o en puestos burocráticos que les permiten ir al café por las tardes para teorizar y hacer charlas con palabras rebuscadas que el grueso de la población no entendería. Pero, ni siquiera estas falsas inteligencias seguidoras del “gran líder” se ponen de acuerdo, por ejemplo, la visión de la política que tiene Héctor Díaz Polanco no es la misma visión que tiene John Ackerman o Paco Ignacio Taibo II. El fanatismo también se encuentra en la academia y muchas de las veces, en los libros que produce. A lo largo de mi vida he conocido a gente con dosis de fanatismo y muchos de ellos hablan del “gran líder” como si fuera un semidiós, lo peor de todo, es que son personas que cuentan con posgrados universitarios. Esto indica, que, en este país, reina la ignorancia que es la causante del fanatismo encarnado durante varios años en el único ser humano que representa la irracionalidad y la contradicción política por excelencia.
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