MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Morena está cosechando lo que sembró

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La mayoría de la población mexicana está decepcionada, y con razón, porque varios sectores de la administración están hechos pedazos. El principal problema de este gobierno es su dependencia de Estados Unidos.

En seis años y meses de la 4T, el país no ha avanzado, y esta realidad no la quieren o no pueden aceptar. La base de su política y su famoso “segundo piso” se sustenta en un sistema en crisis mundial y nacional, algo que diversos actores políticos y organizaciones serias advirtieron hace años.

La crisis actual no es casualidad, es el resultado de seis años de malas decisiones, corrupción y un sistema que sólo beneficia a unos pocos mientras empobrece a las mayorías.

El sistema neoliberal se distingue por producir mercancías en exceso, pero concentrar la riqueza en unas cuantas manos. En 2018, México tenía diez millonarios; en 2024, con AMLO, ya son 20, quienes prácticamente deciden el rumbo del país. 

México sigue siendo rico en recursos naturales, lo que permite una alta producción de bienes, pero estos políticos han ido matando la gallina de los huevos de oro. Para mantenerse en el poder, reducen salarios y recortan apoyos al pueblo.

El capitalismo genera crisis periódicas de sobreproducción. Se fabrican productos en exceso, pero la gente no puede comprarlos porque no tiene dinero. Suben los salarios, pero también aumentan el precio de la gasolina, el gas, la canasta básica y la electricidad, mientras eliminan subsidios y apoyos. No se produce lo que realmente necesita el pueblo, sino bienes lujosos que generan grandes ganancias para unos pocos.

Por la ganancia también se construyeron las llamadas “obras de relumbrón”, que no dan servicio, pero sí enriquecieron a más empresarios. Mientras tanto, sectores clave están colapsados: seguridad, salud, economía, educación, política exterior y producción agropecuaria y ganadera.

El país sufre las consecuencias de un gobierno autoritario sin estrategia ni planes claros, con funcionarios improvisados y una corrupción descontrolada.

La política de “abrazos, no balazos” ha empeorado la situación. La delincuencia organizada crece, mientras Estados Unidos presiona y tiene la bota en el cuello de la presidenta, obligándola a mover al ejército para cuidar intereses extranjeros.

Como resultado, el pueblo vive cada vez más inseguro: asaltos en domicilios, secuestros en carreteras, homicidios dolosos, feminicidios y asesinatos de políticos y funcionarios públicos.

Trump usa este desorden como pretexto para amenazar con aranceles del 25 %. El gobierno responde con gritos y sombrerazos, sin darse cuenta de que están cosechando lo que sembraron. La justicia prometida en 2018 fue una mentira. El sistema de salud está colapsado: dejaron de surtirse 15 millones de recetas médicas, cinco veces más que en la administración anterior.

Además, el nuevo gobierno anunció un recorte del 31 % en salud: en 2024 se aprobaron 96 mil 989 millones de pesos, y para 2025 sólo se programaron 66 mil 963 millones. Por ello, en Puebla, Oaxaca, Estado de México, Ciudad de México, Tlaxcala, Morelos y Michoacán, trabajadores de la salud han salido a protestar.

La educación tampoco mejoró, sino que empeoró. La matrícula escolar se redujo en 600 mil estudiantes, el aprendizaje retrocedió a niveles de hace 20 años y la inversión en educación disminuyó en 175 millones de pesos.

Pero la clase en el poder no acepta la realidad ni reconoce que el problema no es la corrupción, como dice su “Mesías”, sino la injusta distribución de la riqueza.

Los antorchistas sostenemos que el verdadero problema de México es el sistema. Para corregirlo, se necesita un proyecto distinto basado en cuatro puntos:

1. Una reforma fiscal progresiva y pactada con todos los sectores productivos para dotar al gobierno de los recursos necesarios para atender las necesidades del país.

2. Un programa de inversiones, incluida la inversión pública, que impulse un crecimiento económico sustentable, genere empleos de calidad y salarios suficientes para que las familias vivan con dignidad.

3. Una reorientación del gasto social para enfocarlo en el desarrollo humano integral de las clases populares, sus comunidades y pueblos.

4. Asignar los recursos necesarios a los servicios básicos: salud, educación, alimentación y vivienda, para construir un país sin desigualdades extremas y con una vida digna para las mayorías.

Esto solo será posible con un pueblo organizado y educado para enfrentar los desafíos actuales y futuros. ¡Viva Antorcha Campesina!

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