El Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA); la refinería de Dos Bocas, Tabasco; el tren Interoceánico de Istmo de Tehuantepec y el Tren Maya, son las cuatro mega obras del presidente Andrés Manuel López Obrador, con las cuales pretende pasar a la historia como uno de los “mejores presidentes” de la República; sin embargo, las cosas no le han salido bien y todo apunta que su anhelado deseo está muy lejos de ser cumplido.
El AIFA, construido en Zumpango, Estado de México y que recientemente se inauguró, no es ni en su más mínima expresión la terminal aérea que necesita la Ciudad de México. Esta nueva terminal, hasta el momento, tiene un promedio de 12.6 operaciones por día, esto en parte, porque está muy lejos de la Ciudad de México y los enlaces ferroviarios y las autopistas que supuestamente harán más rápido el traslado de los viajantes aún están muy lejos de terminarse.
Es decir, esta obra que es una de las cuatro obras emblemáticas del gobierno federal, no es de utilidad, no resuelve el problema de la saturación de vuelos, sigue siendo más eficiente y concurrido el Aeropuerto de la Ciudad de México (AICM) que registra más de mil operaciones diarias. Con esta mega obra sólo tiraron miles de millones de pesos a la basura, que bien pudieron ser utilizados en obras de infraestructura, salud, educación, etc., para los mexicanos más vulnerables.
La refinería de Dos Bocas, augura un fracaso total en términos políticos, financieros, energéticos, ambientales y laborales. Político porque contradice las promesas que López Obrador hizo en campaña. Prometió producir a menor costo nuestra gasolina, no sólo no sucedió, sino que tanto el Costo de Dos Bocas como el costo de la gasolina subió en todo el país, esto, sin mencionar las pérdidas millonarias de Petróleos Mexicanos (Pemex) cada trimestre.
El costo financiero de Dos Bocas es aproximadamente el 50 por ciento mayor que lo originalmente planteado; pasó de 160 mil millones de pesos a 240 mil millones de pesos. La apuesta energética no es en favor de una transición a energías renovables, sino para seguir invirtiendo en energías fósiles como el petróleo y el gas. El fracaso energético es aún más profundo cuando la misma inversión en producción de energía eólica pudo haber creado 80 parques eólicos con capacidad de producción de 14 mil 400 Mega Watts (MW), capaces de alimentar de electricidad a cuatro millones 752 mil hogares. Es decir, energía limpia que no daña el ecosistema. ¡Pero no! El Presidente y su “Cuarta Transformación” de manera irresponsable, siguen destruyendo al país.
En cuanto al costo medioambiental, la construcción de Dos Bocas acabó con 300 hectáreas de selvas y manglares de Paraíso, Tabasco. El fracaso laboral también ya todos lo hemos visto, el gobierno que se comprometió a respetar y reconocer todos los derechos de las personas, violenta los derechos laborales de trabajadores en uno de los mega proyectos más relevantes para esta administración.
Fue noticia nacional cuando el año pasado cinco mil trabajadores de le empresa ICA Flour entraron en paro para exigir mejores condiciones laborares, ya que trabajaban horas extras, fines de semana, les exigían cuotas sindicales y les pagaban por debajo de los salarios mínimos acordados. Ante esto, ¿cuál fue la respuesta del gobierno de la 4T?, la policía enfrentó a los trabajadores con gases lacrimógenos, sin que existiera trifulca de por medio. Los videos son dolorosos, hubo heridos y reflejan parte del desgaste de esta administración y su incapacidad de mediar en el conflicto.
El Tren Maya, que según el gobierno de López Obrador llevará progreso y bienestar al sureste del país, no es tal, al contrario, no sólo es un proyecto absurdo resultado de la ocurrencia de un autócrata, es también, a su paso por los cinco Estados del sureste mexicano, pero sobre todo en el tramo 5 en Playa del Carmen, Quintana Roo, un vector de desforestación, destrucción de biodiversidad y de elementos hidrológicos únicos en el mundo. Pero, más preocupante, es la militarización que implica, así como la exposición del ejercito a posiciones de franca ilegalidad y delincuencia ambiental, y de confrontación directa con organizaciones ambientalistas.
A pesar de la evidencia científica desde distintos ángulos y especialidades que ha sido presentada sobre el impacto que tendrá y está teniendo la construcción del Tren Maya, particularmente en Quintana Roo, no se le dio importancia por las autoridades, mucho menos por la gente que vive aledaña, quienes piensan que este proyecto traerá bienestar y aunque vean cómo el gobierno destruye todo a su paso para construir el tren, nada hacen para oponerse.
El biólogo y espeleólogo, Roberto Rojo, alertó sobre el ecocidio que se cierne en la Península, denunció que el cambio del trazo del Tramo 5 se hizo sin estudios e ignorando los datos científicos, “por presión de los hoteleros” y manifiesta su impotencia porque el gobierno de López Obrador no escucha, está empecinado en la mega obra. Rojo añade que además de la deforestación, la región ha venido soportando la contaminación de los mantos acuíferos, la extinción de colonias de corales, erosión de las playas, el azote del sargazo, fragmentación de la selva, con impacto en especies de flora y fauna, sobrepoblación y turismo masivo.
Como podemos ver, el Tren Maya, lejos realmente de traer beneficio, sobre todo a la clase trabajadora, trae más desgracias, porque daña el medio ambiente y quienes sufren más las consecuencias son los que menos tienen. Las futuras generaciones tendrán que vivir momentos más difíciles por la mala política económica y social que hoy estamos viviendo.
El Proyecto del Interoceánico del Istmo parece tener más sentido y mejor planeación. Busca Enlazar comercialmente a los dos océanos. Se podrían así recibir mercancías procedentes de Asía, moverlas por ferrocarril a Coatzacoalcos, y de ahí por barco a puertos de la costa este de Estados Unidos.
Finalmente, López Obrador y la 4T tiene un aeropuerto fracasado, una refinería que nació muerta, un proyecto de infraestructura de tren muy malo que responde a un capricho ferroviario, y otro al parecer mejor planeado y concebido. Sin embargo, estas mega obras no planificadas afectan el ecosistema, derroche de dinero y lo más grave es que los pobres no serán los beneficiados, seguirán sufriendo la pobreza y desigualdad social.”
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