El mundo entero atraviesa por una crisis provocada por una enfermedad de transmisión fácil y rápida, conocida como el coronavirus. El día 11 de febrero, la Organización Mundial de la Salud, (OMS) por sus siglas, anunció que esta nueva enfermedad, recibiría el nombre covid-19 y, sólo un mes después, el día 11 de marzo, reconoció que el brote de coronavirus, se convertía en pandemia, es decir, que la enfermedad que se originó en la ciudad de Wuhan en China, se extendía hacia otros países y, otros continentes.
Lo que parecía ser un simple contagio de algo parecido a una gripe común, se convirtió en la pandemia más fuerte en los últimos 102 años, después de la gripe española de 1918. Las causas de su origen son dudosas; van desde el contagio del virus por consumir sopa de murciélago, hasta que fue creada en un laboratorio chino y que se salió de control, o bien, que los EE. UU., la introdujeron en China para detener su crecimiento económico que era del 6.5 por ciento (CCN). Como sea, la teoría de la conspiración, parece vagar libremente por las mentes de todo mundo.
El caso es que esta enfermedad de contagio mundial, se ha convertido en el cuarto caballo del apocalipsis, ya que ha dejado pobreza, hambre, miseria y muerte a su paso. Lo peor es que pudiendo haberse prevenido sus estragos con tiempo, se le desestimó. No se necesitaba mucha ciencia para prever lo que vendría, solo había que seguir el curso de los hechos en China, así como en Italia, España, Grecia y Portugal, que fueron los países europeos que recibieron el impacto de frente.
En México, se dio a conocer que se detectó el primer caso de coronavirus el 29 de febrero, en cambio, en China se conoció el primer caso el día 17 de noviembre y, en enero de 2020, se reconoció oficialmente que Wuhan tenía un brote de virus. ¿Qué pasaba en México por esos días? Nada, nuestro flamante presidente, seguía hablando en sus mañaneras con desparpajo y despreocupación, comentando y opinando sin un ápice de conocimiento e invitando a salir y a reunirse en público, a abrazarse y besarse.
Lo peor estaba por venir, el 16 de marzo, el Subsecretario de Salud Hugo López-Gatell aseguró ante pregunta expresa, de que si el presidente Obrador debería hacerse la prueba del covid-19, "La fuerza del presidente es moral y no de contagio". Una respuesta tan imprudente del subsecretario con funciones de Secretario que provocó risa, molestia y agitación política. Por supuesto que López Obrador se subió en la cresta de la ola provocada con semejante pavada. A partir de entonces, se desatendió lo que debió ser considerado desde el principio, como una razón de Estado. Estos dos irresponsables le quitaron la seriedad a lo que ya llegó a México, un tsunami en materia de salud. Aunque estábamos en las etapas iniciales de la enfermedad, hizo llamados a una vida normal, a salir a realizar nuestras actividades, a comer "quecas" en la fonda de doña Fulana o comprar cualquier cosa a la veda de los caminos y carreteras, no importando que en todo el mundo la gente estuviera resguardada en sus casas, aquí, en México, parecía verbena, esto del covid-19, nos "cayó como anillo al dedo" se atrevió a asegurar, el presidente ante millones de televidentes.
El candidato permanente, que no dejaba de realizar giras y de provocar desinformación y confusión, tuvo que ceder a las presiones nacionales e internacionales. No importando que en todo el mundo esas medidas ya se habían implementado semanas antes y, que además en México, la población ya había rebasado al gobierno y había tomado medidas de prevención, así, finalmente se tomaron medidas de confinamiento.
QuédateEnCasa, fue el llamado que hizo López-Gatell a la sociedad. Y así, centenares de comercios se vieron obligados a bajar las cortinas y a descansar y o, a despedir a sus empleados. Hoy, es difícil precisar el número de despidos, ya que las cifras no se pueden actualizar, pero se calcula que deberá rondar por encima de los tres millones de despedidos. Así mismo, el confinamiento a golpeado duramente a los más de 57 millones de trabajadores informales, que ya no pueden ofrecer sus servicios u ofertar sus productos en la vía pública. El freno casi absoluto a la producción nacional arroja también resultados desalentadores, –6.6 por ciento será la reducción a la que se verá sometida. La pobreza, ya de por preocupante, ahora rebasa y por mucho el límite, más de 52 millones de mexicanos la padecen y, más de nueve millones están en pobreza extrema, según datos del Coneval.
Hoy, sumidos en la fase tres, entramos en una etapa más complicada, pues las medidas de control se refuerzan, complicando aún más la situación del país. Con un sistema de salud rebasado, casi al punto del colapso, con gente contagiada a la que regresan a sus casas a morir y a contagiar a su familia (que, de facto, se convierten en enfermeros primero y en amortajadores después) y, ante la posibilidad de contagiarse, millones de mexicanos están confinados en sus casas y sin percibir ningún ingreso económico. El Gobierno no ha elaborado ningún programa de alimentación, así como tampoco ha diseñado ningún apoyo directo a la ciudadanía. Destruyó los padrones del programa PROSPERA, que englobaban a un amplio sector de la población, ahora, el desdén y el desinterés, se suman a la ignorancia.
Solos, en casa y abandonados a su suerte, los mexicanos vemos con molestia, como para las obras "faraónicas" sí hay presupuesto, la refinería, el Tren Maya, así como el aeropuerto, continúan siendo prioridad para el gobierno de la 4T. Jugosos contratos se permiten entre ellos, licitaciones por asignación directa, compras con sobreprecio, a los hijos de secretarios de Estado, prebendas millonarias, así como patentes de corzo son otorgadas a los ungidos por el presidente, pero para los mexicanos de a pie, nada, ni un bolillo, ni una tortilla ha llevado el gobierno a las mesas del pueblo. La pobreza se ha ensañado con la población, que ahora mal vive de prestado, o bien a empeñado sus pertenencias, o las terminó vendiendo para poder subsistir.
A nosotros nos han quitado todo, hasta el derecho a la verdad, las cifras falsas y amañadas, que nos retaca todas las tardes-noches el "youtuber" con aspiraciones presidenciales, López-Gatell, son otra mentira más, sabemos que la cifra de contagiados, es infinitamente superior a las dadas a conocer. Hoy, es un hecho que estamos en una crisis, que nos llevará muchos años salir de ella y que, para ello, debe tomar el pueblo, las riendas del país. Ya basta de falsos profetas acomodaticios, sin profesión, sin oficio ni beneficio, sin amor a la Patria, ni a los hijos de ella. La solución sólo puede venir del pueblo organizado, politizado y culto, no de grupos seleccionados por la cúpula del poder. El cuarto jinete, la 4T, sólo trajo la desgracia, acrecentó la pobreza y la llevó hasta los límites de la miseria y la desigualdad. La pandemia del coronavirus, vino a abrirnos los ojos a la verdad.
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