El pasado lunes 20 de enero, Donald John Trump tomó protesta como presidente de Estados Unidos. Tomar protesta no es el problema, se coloca la mano sobre la “Biblia”, se repiten las palabras del que está enfrente de uno, levanta uno su mano derecha en señal de juramento y se dice: “sí, protesto”, y listo. El problema no está ahí, sino en lo que sigue, pues es el momento de generar posición y ver si se cumplen las amenazas que se lanzaron antes, cuando candidato.
Lo primero que me llamó la atención es que se dijo enviado por Dios para salvar a Estados Unidos, en otras palabras, se puso como un enviado iluminado; es decir, como mesías. Me recordó a la época de los reyes medievales cuyo linaje daba a los hijos “legítimos” sangre divina para poder gobernar; sin embargo, la envidia y el poder llevaba a continuas traiciones y a la muerte entre hermanos para hacerse del poder entregado a ellos por la gracia de los cielos… Y me recordó el 2018 en México que nos trajo, como hemos visto y sufrido los mexicanos, más desgracias que mejoría en la vida cotidiana de nuestro pueblo.
Se trató de un discurso de derecha, de un discurso con características fascistas, neonazis, con lo cual se comprueba que Estados Unidos es el legítimo heredero del fascismo hitleriano. Veamos. Para que Estados Unidos “vuelva a ser grande nuevamente” planteó Trump instrumentar un proteccionismo agresivo imponiendo a sus enemigos comerciales un arancel del 25 %; sin embargo, ese arancel, aunque sí afecta a los países como el nuestro que manda el 80 % de sus productos de exportación a Estados Unidos, afecta principalmente a los norteamericanos que tendrán que pagar las mercancías un 25 % más caras, en otras palabras, se trata de un impuesto en contra de los propios norteamericanos, pero, disfrazado de medida en contra de los “abusivos” mexicanos y chinos. Es, pues, una medida neonazi en contra del propio pueblo norteamericano al que los poderosos como Trump, simplemente, desprecian al estilo de Nietzsche.
La industria norteamericana no tendrá la capacidad de sustituir con ventaja los desarrollos logrados por China y, por ende, ello confirma un impuesto adicional a los aranceles que se ceñirá sobre el pueblo norteamericano: el impuesto que resultará de la escasez que incrementará los precios de los productos que consume el pueblo norteamericano. La protección, por tanto, no es para el pueblo de Norteamérica, sino para los ricos más ricos de Estados Unidos, para los industriales.
Al mismo tiempo, dijo que defendería la libertad de expresión; sin embargo, señaló que sólo habría dos sexos: masculino y femenino, de tal suerte que, como el pájaro que sabía escribir, lo que escribía con el pico lo borraba con la cola, pues la comunidad LGTBIQ+ ha construido su lenguaje y vamos a ver qué hará con su derecho a la libertad de expresión coartado de antemano por una sentencia como la de que sólo habrá dos sexos: masculino y femenino, en un lenguaje homofóbico.
Han llegado al poder los ricos más ricos de Estados Unidos y ello se demuestra con la participación del magnate Elon Musk, dueño de la empresa productora de autos Tesla (y a la que beneficiará directamente un arancel del 25 % a los autos provenientes de China) y de la red social llamada X. Lo más relevante del discurso de Musk fue su saludo nazi que hizo en dos ocasiones haciendo alusión al famoso “Hi Hitler”, que actualizado y recargado sería “Hi Trump”. Se confirma, como dijimos, el tono derechista y nazi del nuevo gobierno de nuestro vecino país del norte.
Ahora bien, en una reunión con un periodista de una agencia de noticias de China, que es francés de nacimiento, me dijo que sería bueno hacer un estudio del caso de Rusia, el país más sancionado de los tiempos modernos y resulta que han servido las sanciones para crecer y desarrollarse económicamente; por ende, las sanciones que quiere imponer Trump a China y a México pueden y deben ser una oportunidad para sacarles el mayor provecho y convertirlas, más que en una desgracia como nos la quieren vender, en un buen acicate para desarrollarnos más.
Cerrar la frontera, impedir el paso legal de trabajadores, amenazar con deportar a millones de mexicanos y -es más-, decretar que un niño nacido en Estados Unidos pero que no es de padres anglosajones, entonces, no será norteamericano, son signos adicionales del racismo que llevará al desarrollo de un neonazismo fascista peligroso. Las redadas, detenciones y deportaciones son una especie de muerte en vida, equivalente a las redadas, detenciones y cremaciones en los campos de concentración judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Al mismo tiempo, poner a México en la lista de países donde hay terrorismo e incluir, necia y nuevamente a Cuba, son signos de la descomposición del sistema, pues quiere, con ese pretexto, tener la posibilidad legal de sancionar económicamente a México a su antojo para ahorcar a nuestro pueblo. ¿Se atreverá Trump a mandar a tropas norteamericanas a meterse a México para “combatir” a los cárteles de las drogas? Podría ser, pero a juzgar por lo que ha sucedido en la historia reciente, siendo Trump gobernante y teniendo el pretexto nunca invadió Cuba, pudiéndolo hacer, veo difícil que lo haga en México, pero sí que lo usará de pretexto para “doblar” al gobierno mexicano y hacer lo que él exija para beneficio de las clases poderosa de Estados Unidos.
El renacimiento de la derecha fascista en el mundo no es cosa nueva, pero antes tenía condiciones para arraigarse y extenderse hasta que topó con el pueblo soviético quien le detuvo y ahora son los pueblos del mundo quienes tienen la tarea de unir sus fuerzas en torno a las luces del mundo multipolar que son Rusia y China para frenar a los neonazis. Solo los pueblos del mundo, incluido el norteamericano, están llamados a cerrarle el paso a la derecha.
La radicalización de Trump a favor de la derecha y de las clases poderosas de Estados Unidos es, al fin de las cuentas, un signo más de la decadencia del imperialismo norteamericano y, como dijo Carlos Marx, haga el sistema lo que haga, no tiene remedio ni manera de frenar su decadencia. Y para que la amenaza y el peligro se convierta en una verdadera oportunidad, hace falta que el pueblo de México se organice, luche, tome el poder, gobierne e imponga una barrera excepcional a los intereses de las minorías norteamericanas y construyamos una sólida alianza nacional y cerremos filas con Rusia y con China para acabar con los abusos y frenar al neonazismo de la derecha norteamericana y, dada nuestra vecindad con Estados Unidos, se trata de una tarea que no podemos ignorar ni postergar ni eludir.
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