MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dos años de la 4T, ¿qué evaluación podemos hacer los mexicanos?

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Con gran expectativa llegó al poder este gobierno, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, en diciembre de 2018. Los electores mexicanos, hartos del abandono y de la corrupción de los gobiernos anteriores, y esperanzados en el discurso del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), acudieron a las urnas para apoyarlo: de los 56.6 millones de personas que votaron ese año en las elecciones federales, el 53.2%, es decir, 30.1 millones, lo hicieron a favor de López Obrador. 

 

Además del Poder Ejecutivo, Morena y sus aliados obtuvieron la mayoría en la cámara de diputados, en la cámara de senadores y en 19 congresos locales, con lo que, de acuerdo con la concepción que este partido político tiene de cómo resolver los problemas de la nación, cuenta con todo para hacer realidad las promesas de campaña. Las expectativas aumentaron con las declaraciones reiteradas del presidente electo de que las transformaciones que impulsará su gobierno y su partido, por su profundidad y beneficio, serán comparables a los grandes cambios revolucionarios en la historia de México, por lo que las llama la Cuarta Transformación (4T). 

El actual presidente hizo muchos compromisos durante su etapa como candidato. Entre los más importantes, por su relación con el bienestar de las familias mexicanas, se pueden recordar los siguientes:

1.    Crecimiento sostenido de la economía, por lo menos del 4%, y generar millones de empleos bien pagados.  

2.    Incremento de los salarios.

3.    El no aumento de los precios de la gasolina, del gas y de la electricidad. 

4.    Un 100% de aumento en el monto de las pensiones.

5.    Entrega directa de apoyos monetarios a la población.

6.    Educación pública gratuita y de calidad en todos los niveles de estudio.

7.    Elevación de la calidad de los servicios de salud.

8.    Combate a la inseguridad. Retirar al ejército de las calles. 

9.    Eliminar la reforma energética realizada por el gobierno de Peña Nieto. 

10. Convertir al país en una potencia económica.

También hizo otros compromisos, más de impacto mediático que de relación directa con el bienestar material de la población, pero que posicionaban positivamente su imagen como candidato, tales como el combate a la corrupción y a la impunidad, vender el avión presidencial, no vivir en “Los Pinos”, “poner en su lugar” a Donald Trump, reducir los sueldos de los altos funcionarios, respeto  a la libertad de expresión.  

Hace casi 27 meses, el presidente López Obrador asumió el cargo con la promesa de transformar a México y mejorar la vida de los mexicanos. Entonces, de acuerdo con los estudios de opinión que presentaban varias casas encuestadoras, los campos donde más rápido esperaban los ciudadanos ver el cambio en el corto plazo con el nuevo mandatario eran el de seguridad, economía y política. 

Más de dos años después, ¿qué y cómo lo está haciendo? Una vez que fue elegido presidente, López Obrador cambió el discurso de campaña o lo contradice. El poder otorgado en las urnas en las elecciones de 2018, más que emplearlo para instrumentar políticas estructurales que transformen al país en beneficio de las grandes mayorías, es utilizado, principalmente, en su lucha contra la corrupción y en la instrumentación de políticas de austeridad. 

Por sus resultados, la 4T en su “austeridad republicana” está orientada contra los trabajadores y su “lucha contra la corrupción” ha deteriorado más el nivel de vida de la población. Para diciembre de 2020, el PIB estaba en un nivel de -8.3%, la inversión productiva privada se encuentra por los suelos, el desempleo crece inconteniblemente y al día de hoy suman 190 mil muertos por covid. Los recortes presupuestales, el abandono de la población a su suerte en la pandemia y la eliminación de programas sociales y fideicomisos son las cartas credenciales de la 4T.  

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El 6 de junio de 2021 se realizarán elecciones federales con las que se renovará la cámara de diputados. Los candidatos de Morena se acercarán nuevamente a la gente para pedirle que vuelva a confiar en ellos y vote por este partido. Es momento de reflexionar y es tiempo de decidir cómo empezar a resolver la situación que padecemos.  

Es urgente que los electores tengamos un criterio justo y objetivo para evaluar la acción de gobiernos y partidos políticos y que permita orientarnos correctamente en el enrarecido ambiente de la propaganda electoral. Como la vida se construye con realidades y no con discursos, el criterio de evaluación es único y es siempre el mismo: se necesitan hechos contantes y sonantes y no simples promesas.

Las bondades de las políticas instrumentadas por un gobierno, y principalmente de aquel que cuenta con todos los recursos y todo el poder para cambiar la situación del país, se deben traducir en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población (al interior de sus familias y en sus pueblos y ciudades); se deben poder medir en el bolsillo de los trabajadores. Ésta es la norma de decisión que los electores debemos aplicar el próximo 6 de junio; si no le hacemos así nos vamos a seguir llevando decepciones, y la vida no es infinita.

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