Acapulco, sin duda, es una joya turística de México, a pesar de la violencia que lo ha caracterizado en los últimos años, cada fin de semana miles de mexicanos visitan las cálidas playas de este paraíso del pacífico mexicano. En periodos vacacionales, los turistas abarrotan prácticamente todos los lugares de hospedería con que cuenta la ciudad. Se habla, por ejemplo, que en la temporada decembrina del 19 de diciembre al 7 de enero pasado, arribaron a Acapulco más de 620 mil turistas, dejando una derrama económica de 2 750 millones de pesos. Ciertamente que el turismo como principal actividad económica de la ciudad, deja grandes ganancias a los propietarios de la infraestructura turística, sin embargo, esta actividad provoca que miles de acapulqueños se empleen diariamente vendiendo a los visitantes diversos productos para reunir el dinero que los ayude a sufragar los gastos de su precaria vida, más de 200 mil acapulqueños se ganan la vida en la informalidad. Esta situación ocasiona que Acapulco sea uno de los municipios del país con gran cantidad de gente pobre, que habita en colonias con carencias de servicios básicos, en viviendas muy precarias y que su única esperanza para sobrevivir es vendiendo objetos artesanales, productos comestibles, utensilios de playa y ofreciendo servicios de toda índole vacacional.
En estos días en que la cuarentena obliga a las personas a no salir de casa por el riesgo y propagación del coronavirus, en Acapulco no hay turistas y la gran mayoría de los negocios están cerrados, por tanto, no hay ventas, no hay dinero, no hay alimentos en la mesa para miles de familias pobres. Ante esta circunstancia, grupos de habitantes organizados de las colonias, Navidad de Llano Largo, Héroes de Guerrero Parte Alta, Jardín Azteca, los Mangos, Jacarandas y de poblaciones como Apalani, La Vereda, Oaxaquilla, Texca, La Frontera Aguacatillo, han solicitado apoyos alimentarios a la presidenta municipal morenista, Adela Román Ocampo; sin embargo, a pesar de la apurada condición de los ciudadanos, la respuesta ha sido rotundamente negativa, alegando, a través de su secretario general, falta de capacidad presupuestal para brindar ayuda a los acapulqueños pobres. Pero esta respuesta va en sentido opuesto a los discursos del presidente de la República que diariamente dice que a los mexicanos pobres se les garantizará el derecho a la alimentación y también se contrapone con la petición de la alcaldesa Román Ocampo, en el sentido de que la población debe acatar las medidas preventivas para evitar el contagio del covid-19 para así preservar la salud colectiva, y ¿cómo se dará esto si en la casa no hay alimentos indispensables para las familias a quienes se les pide que soporten el encierro? Naturalmente que los pobres están saliendo a buscar alimentos.
El presupuesto 2020 de Acapulco no es pequeño, ronda por los 3 800 millones de pesos, pero con la negación de ayuda alimentaria en este periodo de crisis económica provocada por la pandemia, es necesario exigirle a la presidencia municipal ocupar parte de esos recursos en la alimentación de los miles de acapulqueños que hoy no tienen los recursos económicos para alimentar a su familia. En los primeros días de abril el ayuntamiento anunció un programa de apoyos alimentarios para los pobres de Acapulco que tenía el plan de distribuir 50 mil despensas, pero lo cerró repentinamente y lo sustituyó por las cocinas comunitarias, muy parecidas a aquellos comedores comunitarios que fueron duramente criticados por el presidente López Obrador, por ser parte según él, de los programas electoreros de los gobiernos del pasado. Estos comedores indudablemente prestan algún servicio a las familias que se acercan a ellos, pero tienen el inconveniente de ir en contra de la medida de quedarse en casa, porque para llevarse la comida, hay que salir de casa, viajar en transporte, formarse durante tres horas en largas filas junto a cientos de personas que buscan comida también, resulta entonces un contrasentido pedirle a los acapulqueños quedarse en casa para protegerse del coronavirus, pero si tienen hambre que salgan de casa y se expongan al contagio.
La cálida temperatura que distingue al Puerto aumenta cada día más por la falta de alimentos en la mesa de los acapulqueños pobres, y frente a las protestas de los necesitados aparecen con mayor frecuencia la guardia nacional y la policía estatal para liberar las calles de los manifestantes, pero respuestas a las solicitudes, no las hay. Habrá que redoblar la fuerza de la exigencia, aunque a los gobernantes morenistas no les agraden los reclamos de los trabajadores empobrecidos, y de paso, conocer el verdadero rostro de su gobierno, por cierto, nada distinto a los gobiernos del pasado. Los antorchistas no nos regocijamos ante la desgracia en que se encuentran miles de mexicanos, sufriendo el contagio o padeciendo hambre, y estamos utilizando nuestros esfuerzos para aliviar un poco el doloroso ayuno de cientos de guerrerenses caídos en desgracia, seguimos exigiendo un programa de distribución de alimentos al gobierno federal y seguimos exigiendo al gobierno del estado que distribuya más apoyos alimentarios a todas las regiones del estado. Mientras tanto, en medio de esta adversidad debemos seguir construyendo con mayor cometido la fuerza política que establezca entre los mexicanos un gobierno que trabaje para todos.
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