Hace unos días, tuve la oportunidad de asistir a la presentación de la puesta en escena de una obra titulada “China: un asalto al cielo” que, además de haberla disfrutado, contiene muchas lecciones que dejan huella para todos los que desprejuiciadamente soñamos y luchamos por un mundo mejor.
Estuvieron presentes, en representación de la embajada de China: Ling Yuan Yu, Agregado de la Sección Política; y Yong Go Yun, Tercera Secretaría de la Sección Administrativa.
La obra fue presentada como un homenaje de los grupos culturales nacionales del Movimiento Antorchista. Y se mencionó que, el espectáculo artístico llamado “La gran expedición, es una épica escénica de la celebración del centenario del PCCH”, que se llevó a cabo el 28 de junio de 2021 en el Estadio Nacional de Beijing para celebrar el centenario de la fundación del Partido comunista en China (PCCH).
Creo necesario mencionar la ubicación del gigante asiático. China es una nación del Asia oriental. La civilización china, es una de las más antiguas del mundo, tiene una historia de más de 3,500 años. Y es el segundo país más poblado, después de la India, con una población de por lo menos mil 400 millones de habitantes (para hacernos una idea, China tiene doce veces más habitantes que nuestro país). Es un vasto territorio con paisajes diversos.
Veintiocho años después de que los revolucionarios chinos formaron su partido, en 1921, el partido comunista tomó el poder de su país en 1949, y como casi siempre pasa en estos casos, el partido sufrió innumerables persecuciones. A los pocos años de haber sido formado el partido, se sabe que el gobierno masacró a 40 mil sindicalistas.
Años después, los revolucionarios chinos se vieron obligados a realizar, en 1934, la marcha más larga de la historia, conocida como la “Gran Marcha”, que duró 370 días, en la que, el Ejército Rojo, que constituía las fuerzas armadas de los revolucionarios de China, encabezado por los dirigentes del partido comunista, recorrieron 12,500 km. Esta marcha consistió en una retirada.
Los revolucionarios se vieron obligados a huir del Ejército nacionalista, del sur del país, hasta llegar al norte de China. En esta travesía el ejército rojo libró más de 600 batallas, cruzaron 100 ríos y la extensa estepa pantanosa, además de picos y nevados. En esta travesía, los obreros y campesinos que marcharon, cuyo calzado estaba hecho de hierba seca, marchaban en promedio 50 km diarios. Esta fue una gran hazaña, de mucho sacrificio y entrega a su patria y a la lucha revolucionaria para librarse de la opresión y de la explotación de las monarquías.
En estas jornadas combativas las masas trabajadoras se templaron y se capacitaron para tomar el poder de su país y conservarlo pese a todas las adversidades.
Así pues, después de la Segunda Guerra Mundial, China se convierte en un Estado socialista desde el 1 de octubre de 1949, esta revolución terminó con las monarquías hereditarias. En seguida, China construyó, bajo un nuevo modelo económico, una economía con un rápido crecimiento, lo que le ha permitido llegar a ser la segunda potencia mundial por su PIB (producto interno bruto), y la primera potencia industrial.
Para todos los que luchamos por un mundo mejor y soñamos con un futuro luminoso para toda la humanidad. China es ejemplo de un gobierno al servicio del pueblo y con un desarrollo exitoso.
Todos los pueblos del mundo que han logrado instaurar un gobierno progresista en su país, son una muestra que echa por tierra lo que sostiene Francis Fukuyama, politólogo estadounidense, en su libro: “El fin de la historia y del hombre” , según su teoría: el fin del capitalismo, será el fin de la humanidad. Sin embargo, China, Rusia y los países progresistas, son un grito de esperanza para los pueblos que luchan y defienden el porvenir de la humanidad.
Los antorchistas tenemos nuestra confianza puesta en el pueblo, porque sabemos que el curso de los acontecimientos, lo llevarán inevitablemente a construir un mundo mejor.
Como dijo Fidel Castro: “un mundo mejor es posible” “y cuando hallamos alcanzado un mundo mejor, tendremos que repetirnos, un mundo mejor es posible”.
Nuestro deber y nuestra obligación es seguir luchando. No nos separemos de la lucha porque si no nos separamos de la lucha, este futuro llegará.
“En los grandes acontecimientos históricos, veinte años se pueden concentrar en un día” hay que tener en cuenta esta dialéctica objetiva e inevitable de la historia humana. Existen épocas de estancamiento político, y nosotros debemos aprovechar estas épocas para educarnos, y educar al pueblo; organizarnos y organizar al pueblo. Esa es la tarea del momento. Y esta obra, de la que hablo el día de hoy, es una inmejorable herramienta para educarnos, organizarnos y politizarnos.
Adelante compañeros antorchistas. A prepararnos, a educarnos, a organizarnos, a luchar, a levantar la voz y decir, “un mundo y un país mejor es necesario, pero también es posible”. México también necesita un nuevo modelo económico. México con sus peculiaridades propias también necesita un gobierno verdaderamente del pueblo y para el pueblo.
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