Hasta hoy, para un porcentaje importante de la población, resulta evidente que el Gobierno actual que preside Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no le interesa presupuestar a beneficio de su misma gente, ya que con el argumento infame de combatir un supuesto despilfarro de los bienes y recursos nacionales, y que ahora su gobierno se encargará de la administración de los recursos con eficiencia, eficacia económica, transparencia y honradez, no se ha hecho nada, la actitud que asume, a mi criterio es inútil porque no se consigue salvaguardar la seguridad de quienes ha presumido defender.
El pasado 2 de abril ordenó a todas las dependencias, entidades de la Administración Pública Federal, a la Oficina de Presidencia, así como a los Tribunales Agrarios, llevar a cabo los procesos correspondientes para extinguir los fideicomisos públicos.El jueves 7 de octubre de 2020 legisladores de morena desaparecen por mayoría de votos, 109 fideicomisos por un valor de 68 mil 400 millones de pesos, que pasaran a manos del gobierno federal.Por mencionar a algunos sin menospreciar cómo el gobierno y la bancada morenista lo ejecutan, tenemos a el Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología, Fondo de Innovación Tecnológica de la Secretaría de Economía, Fondo de Financiera Rural, Fideicomiso Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), Fondo Sectorial para la Innovación, Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, Fondo Institucional del Conacyt, Fondo Sectorial de Investigación Ambiental, Fondo de Ayuda, Asistencia y Reparación integral, Fondo Metropolitano, el Fondo Nacional de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Fondo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, así como el Fondo Sectorial de Investigación para la Educación, y el que causa más incertidumbre, aflicción, quebranto; el fondo de desastres naturales Fonden.
Y por ello, me he tomado la tarea de señalar y recordar a fondo el propósito inicial de la creación del fideicomiso Fonden para ejecutar las obras de reconstrucción de la infraestructura dañada por desastres naturales.En 1995 Opal y Roxanne acabaron con la península de Yucatán, Tabasco y Veracruz, Campeche sufrió las peores inundaciones que no había aquejado desde 68 años atrás, sumándole la suspensión total de extracción petrolera, causando así cuantiosísimas perdidas, y para rematar, el exterminio de la carretera que une el continente con CD Del Carmen, al grado de la incomunicación.Y eso no fue todo.
Cabe recordar que precisamente en 1995 se presentó una de las peores crisis económicas que ha padecido México, iniciada en diciembre de 1994, el PIB se contrajo en más del 6%, el gobierno que encabezaba Ernesto Zedillo se obligó a reasignar presupuesto para reconstruir con urgencia la carretera, y destinar recursos para vivienda de la población marginada víctima de tal devastación.Desde ese momento se comprometieron a dar atención a damnificados de catástrofes naturales al momento, es decir, de auxilio al instante y no un plan de reconstrucción de infraestructura pública, o edificaciones de estratos más marginados.
No hay argumentos suficientes para decir que se hará en relevo, pues a 25 años de su fundación, se vuelve a vivir en Yucatán, Quintana Roo y Tabasco se vuelven a suscitar desastres de tal magnitud, y ante es hecho la actitud que asume nuestro ineficiente gobierno es ignorar a quienes lo necesitan, pues en pleno desastre desaparecen los recursos que eran destinados a este fin.
¿Cuál es la garantía de que con la desaparición de los fideicomisos, desaparezca la corrupción? Ninguna.La operación con bisturí trae efectos negativos.Y ante este hecho, es necesario la unión de todas las voces mexicanas para insistir a que no se abandonen, se traicione y se ignore el dolor del pueblo marginado.Es necesario pedirle a AMLO que Tabasco es su tierra natal y que estar bajo el agua por mucho tiempo, habla de su ineficiencia política
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