La práctica y divulgación del arte ha sido una de las herramientas principales del Movimiento Antorchista desde su nacimiento, para incidir en la sensibilización del pueblo de México. A lo largo de 51 años, ha formado una legión de artistas que practican el arte en los 32 estados de la República desde una perspectiva social.
Es decir, que este ejército de maestros de danza, música, declamación y teatro, hacen arte no para enriquecerse, no para elitizar (si se me permite la expresión) sus habilidades en teatros y auditorios en los que comúnmente se presentan los artistas, y por los que hay que pagar para contemplarlos, no; estos artistas hacen arte con el pueblo, la promueven en escuelas rurales, en comunidades apartadas de las grandes urbes, en casas del estudiante, en colonias populares, en pueblos y centros educativos. Van a los lugares más apartados a los que no llega nadie más a promover el arte, para enseñarle al pueblo a ver el mundo desde otros ojos, para difundir las costumbres, los colores, la música y el movimiento que a lo largo de los años han constituido la identidad de nuestra patria.
Y estos maestros, que suben y bajan caminos escarpados, muchas veces a pie y con recursos propios, no reciben de salario más que el reconocimiento de sus alumnos y el cariño del pueblo al que sirven.
El sábado 21 de junio el mundo se estremeció con la noticia de que Estados Unidos había bombardeado tres estaciones nucleares de Irán. El hecho tuvo en vilo a la comunidad internacional, pues un ataque a una instalación de uranio representaría no sólo un desastre radiactivo local, sino una seria amenaza nuclear para el mundo entero. Desde ese momento, los días han transcurrido en una tensión que puede cortarse en un segundo, pues a pesar de que el presidente norteamericano declaró que Israel e Irán han llegado a un acuerdo de cese al fuego, las noticias revelan que Israel continúa la ofensiva y que Irán no dejará de defender su territorio. En las últimas horas, los medios internacionales filtraron que los ataques perpetrados contra Irán no significan el fin de su carrera nuclear, sino solo una pausa de seis meses. Los tiempos que corren, pues, son tiempos de incertidumbre.
Y, mientras tanto, ¿qué podemos hacer nosotros? ¿Es que sólo nos toca contemplar lo que sucede en el mundo sin actuar? Antonio Gramsci decía que los indiferentes son el peso muerto de la historia. Sobre todo, porque, indiferentes o no, son los primeros en sufrir las consecuencias de las decisiones que toman los actores del mundo.
Quizá se piense que el trabajo que nos hemos echado a cuestas valga poco. Pero creo que tienen más peso los versos del poeta Blanco Belmonte, al señalar que “vale mucho mi pobre ejemplo, aunque pobre y humilde parezca, y sea”. ¿Vale hablar de arte y cultura cuando el mundo se precipita al borde de una tercera guerra mundial? No sólo vale, el mismo hecho confirma la urgente necesidad de iniciar una cruzada internacional por la difusión y práctica del arte y la cultura entre los pueblos del mundo. Porque para que el hombre pueda ser más perceptivo y sensible, para que pueda hermanarse con las clases más desprotegidas, para que pueda sentir en la piel y la carne el dolor y las emociones ajenas, para que pueda vibrar con lo más sencillo y sentirse conectado con el todo en que habitamos, para que -dijo González Martínez- sepa hallar una sonrisa y nada a sus ojos quede inerte, ni lejano, hace falta el arte. Porque el arte puede, sin duda, salvarnos de la barbarie.
El reconocimiento de las distintas culturas del mundo mucho puede abonar al respeto y aceptación de nuestras diferencias, sin que ello signifique una creencia subjetiva del fenómeno. No se puede proteger ni defender lo que no se conoce. Por ello, el objetivo del trabajo cultural que promueve Antorcha es conocer la riqueza cultural de nuestro país a través del arte creada por el pueblo para regresarla al pueblo del que ha nacido, para devolverle el sentido de la identidad y el orgullo, y para que, a través de ese orgullo, se sienta comprometido a salvaguardar su riqueza multicultural y a respetar al resto de culturas del mundo.
En ese tenor, este viernes 27 de junio, en el Teatro ‘Aquiles Córdova Morán’ se llevará a cabo el 2° Festival “Las culturas del mundo”, en el que ballets de varios países como Colombia, Rumania, Costa Rica, Polonia y, por supuesto, México, representado por los Grupos Culturales Nacionales del Movimiento Antorchista cuyo nivel de ejecución artística ha alcanzado ya una calidad reconocida por propios y extraños.
No, este festival y la difusión de la cultura no podrá quizá evitar la guerra. Pero mucho aportará al ánimo y espíritu de quienes tengan la oportunidad de presenciarlo, porque mucho haremos si en nuestro paso por la tierra, como pregonaba Nezahualcóyotl, el Rey Poeta, dejamos al menos flores, dejamos al menos cantos.
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