Para quienes ignoran los antecedentes de esta “ilustre” persona, les diremos que Araceli Celestino Rosas actualmente se desempeña como diputada federal, que es expresidenta municipal de Coyomeapan habiendo fungido en el periodo 2014-2018; es hermana de David Celestino Rosas, expresidente del mismo municipio, por el PRI en 2011-2014, y por el PSI en 2018-2021; es esposa de Rodolfo García López, el actual “presidente electo” por PT-PSI, para el período 2021-2024, también en Coyomeapan.
La diputada Araceli, como puede observarse, es pieza importantísima, y parte interesada, en el conflicto poselectoral en Coyomeapan, por lo que su versión de los hechos, que usa para disfrazarse de alejada del bien y del mal, de abanderada de las causas nobles, amante de la paz, de la concordia y de la legalidad en Coyomeapan, son una vil argucia para ocultar su personalidad caciquil. La verdad es que su “lucha” busca prolongar el poder municipal, vía su marido, tal y como lo demuestra la reseña de los periodos en que han ejercido el poder, así como el uso de diferentes partidos, para hacerse “merecedores” de los privilegios que se obtienen de vivir del erario municipal, practicando la máxima de todos los ambiciosos de poder: “los fines justifican los medios”. Los cambios de partido durante cuatro períodos exhiben su deshonestidad política y muestran que los Celestino son capaces de eso y más. La enjundia y decisión con la que pelean el poder municipal no es para ponerlo al servicio del pueblo pobre, sino para prolongar el usufructo de los recursos municipales que tan pingües resultados ha dado a todos los Celestino, y que han logrado convertir a la Sierra Negra en su mina de oro.
Habiendo dejado sentada la razón de su exigencia para que se les entregue el poder municipal, intentaremos explicar el origen de la inconformidad política que vive el municipio de Coyomeapan. Es necesario saber que los usos y costumbres en Coyomeapan establecen que la responsabilidad del poder municipal únicamente pueden ejercerla personas originarias y vecinas del municipio. Los Celestino no son “nativos” sino avecindados en la cabecera. Ellos son originarios de “Las Minas”, Municipio de Santiago Miahuatlán, y el esposo de Araceli, ingeniero civil, es originario de Nayarit. El matrimonio Celestino-García prueba la necesidad de hacerse del poder municipal, para la aplicación de la política de conquista instrumentada por los Celestino Rosas, para enriquecerse a costa de la explotación de los indígenas de Coyomeapan. Ésta es la razón por la que enviaron a sentar plaza en el municipio al Dr. David Celestino Rosas, con la clara intención de hacerse del poder político y económico, tarea que facilitó el ejercicio de su profesión, pues ser médico permite la convivencia con la población en general. Lograron por esa vía conquistar la Presidencia Municipal, sin que David Celestino fuera originario de Coyomeapan.
Este triunfo, más los dos logrados en elecciones posteriores, hizo creer a los Celestino que tenían “al diablo agarrado de la cola”, proponiendo para un cuarto período al esposo de Araceli, como presidenta Municipal de Coyomeapan por el PT-PSI. Ensoberbecidos por sus triunfos, vanidosos y prepotentes, olvidaron que podrían engañar a una parte del pueblo durante cierto tiempo, pero que no podrían engañar a todo el pueblo todo el tiempo. Sus abusos, provocados por las ansias de poder y de riqueza, mostraron el verdadero rostro de los Celestino, a los ojos de los pobladores, y quedaron exhibidos como conquistadores, usurpadores y violentadores, de las costumbres del pueblo.
Así, el despropósito de intentar someter al pueblo a sus caprichos por cuarta ocasión fue la gota que derramó el vaso y dio origen a la insurrección popular pacífica, materializada en la “Unidad por Coyomeapan” para, unidos, recuperar el poder arrebatado por los filibusteros Celestino y compañía. En esta insurrección, el Movimiento Antorchista, como organización, no interviene para nada, tal y como lo ha declarado en múltiples ocasiones el dirigente regional, Ing. Pedro Bravo Hernández.
En el intento por prolongar su dominio, los Celestino contaron y cuentan con el apoyo total del gobernador Miguel Barbosa Huerta, quien intenta consolidar su poder para hacer de la Sierra Negra su coto e imponer su relevo, por lo que destituye o encarcela a presidentes insumisos, fortalece a caciques incondicionales y protege a la delincuencia. Así lo sostiene y afirma la vox populi.
Toda esta reseña era necesaria, para dejar demostrado que la campaña orquestada en contra del Movimiento Antorchista, desde la Cámara de diputados, es una infamia: que los únicos y verdaderos culpables de la intranquilidad en Coyomeapan son los Celestino; y que éstos no son ninguna alma de dios, ni redentores de indígenas, sino todo lo contrario.
De ahí que es una manera muy deshonesta de argumentar, el ponerse a repetir como loros pésimamente amaestrados, que “el presidente conoce a Antorcha”, que la coincidencia de calumnias e infamias, de una y otra parte, es prueba suficiente de la culpabilidad de Antorcha, y es una verdadera felonía concluir pidiendo la represión contra el pueblo de Coyomeapan, pues eso y no otra cosa significa la petición de que intervenga en el conflicto la guardia nacional. Por eso afirmar que quien encabeza el movimiento es Antorcha Campesina, y proponer un dialogo sin Antorcha, es una mascarada, es un contrasentido, es una actitud ruin, que se explica porque lo que se busca verdaderamente es la represión contra el movimiento “Unidad por Coyomeapan”, erradicando así de raíz la oposición contra el cacicazgo de los Celestino. Afirmar que Antorcha es la que encabeza el Movimiento, (cosa que de ser cierta mucho nos honraría) después de la negativa enérgica de nuestra dirigencia en Coyomeapan, demuestra la deshonestidad de los caciques Celestino.
En el fondo de esa posición subyacen los intentos liquidacionistas contra Antorcha, y por eso se atreven a ignorar nuestras aclaraciones e insisten una y otra vez en declararnos responsables de un movimiento en donde nada tenemos que ver como organización. Pero, el problema no es Antorcha, sino las ansias caciquiles de los Celestino, que por encima de todo y de todos quieren seguir usufructuando el poder contra la voluntad del pueblo y por encima del pueblo.
Entonces, pedir diálogo y al mismo tiempo solicitar la intervención de la guardia nacional, es una cínica e hipócrita posición, es pedir al gobierno que ponga las fuerzas armadas al servicio de los Celestino y entregue por esa vía el poder que la mayoría del pueblo no acepta que ejerzan; es convertir a la Cámara de Diputados en cómplice, por acción u omisión, de la política represiva cuyas orejas asoman ya en el gobierno de la Cuarta Transformación.
Es casi seguro que la campaña de calumnias y desprestigio sea el preámbulo de una campaña que culminará con la intervención armada en Coyomeapan. ¡Cuidado! Una solución armada únicamente lograría exacerbar las contradicciones entre la ciudadanía coyomeapense, y el nunca retorno de los Celestino a Coyomeapan, agravando peligrosamente un conflicto que sabemos cómo empezó pero que no sabremos cómo ni cuándo terminará. La inconformidad ciudadana se agiganta día a día por el hecho de que permanecen en la cárcel cuatro ciudadanos dirigentes de la “Unidad por Coyomeapan,” (tres hombres y una mujer) citados a negociar con visitadores de gobernación, para aprehenderlos como delincuentes, traicionando la buena fe de los negociadores y mostrando la felonía del gobierno barbosista y de los Celestino.
Si verdaderamente quisieran la paz , la tranquilidad y el progreso de Coyomeapan, dos posibles salidas serían factibles de instrumentar y efectivas para lograr la tranquilidad del municipio: La realización de un plebiscito donde la ciudadanía confirme o revoque el poder del que se dicen poseedores los Celestino, previas garantían de seguridad, imparcialidad y legalidad para todos los participantes, o el nombramiento de un Consejo Municipal encabezado por ciudadanos originarios y vecinos de Coyomeapan, para garantizar un desempeño gubernamental imparcial, equilibrado, respetuoso de las libertades ciudadanas, respaldado popularmente. Intentar colocar al frente del consejo a gente de fuera, es disfrazar la entrega del poder a los Celestino y de Barbosa, solución que no sería un remedio sino el agravamiento de las contradicciones políticas existentes que no tendrían para cuándo terminar.
Queremos dejar perfectamente claro que al Movimiento “Unidad por Coyomeapan”, no lo dirige el Movimiento Antorchista; que las fotografías que muestran al candidato del PRI participando en un certamen de Oratoria organizado por el Movimiento Antorchista no es prueba de su militancia, sino prueba del carácter plural de los concursos culturales, que permiten la asistencia y participación en los mismos de cualquier persona amante de las diferentes disciplinas culturales que se fomentan en nuestro movimiento. Es amarillismo de la más baja estofa, afirmar como lo hicieron los oradores, apoyándose en escritos previamente formulados y con cartulinas repartidas casi al final de la conferencia, que “están amenazados de muerte”, que “no pueden salir a comprar su recaudo”, que “no pueden visitar a sus familiares”, etc., etc. Salta a la vista, que quienes manejaron estos chantajes lo hicieron con el propósito de provocar conmiseración para los “inocentes y humildes caciques”, y concitar el odio, contra el “ogro antorchista”. Fueron éstas las razones que nos obligaron a encontrar y explicar el origen y las causas del conflicto, para así colocar en su justo lugar a los verdaderos responsables del mismo y evitar la manipulación política y un posible acto represivo.
Por lo demás, si nos ocupamos del tema es porque está amenazada la libertad de protesta de los ciudadanos de Coyomeapan, porque es denigrante para todos los mexicanos ver a la Cámara de Diputados convertida en foro para la defensa de cacicazgos y rufianes, y usarla como tribuna para ocultar abusos, atropellos, represión, calumnias, ofensas y conculcar impunemente el derecho a la libre organización de los mexicanos.
Por último y como prueba de la conducta caciquil y manipuladora de los Celestino, es necesario resaltar que quienes se ostentaron como representantes de hombres y mujeres indígenas de Coyomeapan NO eran indígenas serranos, sino colonizadores españoles, que han vivido de la explotación de los indígenas y cuya cercanía con los Celestino les permite amasar fortunas y prolongar su dominio sobre los humildes indígenas de la sierra.
Esto debe terminar, alguien debe poner coto a estos abusos y ese alguien, es el pueblo organizado y consciente, tanto para elegir a verdaderos demócratas, progresistas y liberales, que devuelvan la dignidad al recinto parlamentario, como para protestar enérgicamente contra los abusos de poder de los que hoy se ostentan como tribunos populares. Es la tarea del momento.
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