MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Antorcha no es intermediaria

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¿Qué importa que el sublime Prometeo,

bajo el chispazo que su frente atrae

muerda el polvo en la lid si, como Anteo,

se endereza mayor siempre que cae?

Salvador Díaz Mirón

Hace 44 años, en la mixteca baja poblana, un reducido número de profesionistas y campesinos que apenas sumaban 30, emprendieron la nada fácil tarea de organizarse, luchar y transformar las condiciones de miseria e injusticias causadas por cacicazgos rancios y retrógradas que, como en muchos otros lugares, dominaban esa región tan pobre del estado de Puebla. No tardó mucho y ese experimento exitoso de progreso y cambios drásticos en el modo de vida del pueblo humilde de Tecomatlán, cundió en el ánimo de millones de mexicanos y, a poco más de cuatro décadas, se ha extendido a lo largo y ancho del país, convirtiéndose en un verdadero movimiento nacional cuya lucha es en defensa de los más desprotegidos de nuestra patria. Eso es lo que somos los antorchistas.

Pueblos y municipios enteros han cambiado su rostro completamente con los resultados de la organización y la lucha de todos los antorchistas; a manera de ejemplo ahí están Tecomatlán y Huitzilan de Serdán, en Puebla, y Chimalhuacán e Ixtapaluca, en el Estado de México. Obras grandiosas y cuantiosas están a la vista de manera que ningún ciudadano desprejuiciado puede ignorarlas: fuentes de empleo, escuelas de todos los niveles, hospitales, unidades habitacionales, teatros, unidades deportivas, casas de cultura, carreteras, electrificaciones, aguas potables, caminos, vivienda, lecherías, etc., etc. Todo, producto de la organización, petición y movilización del pueblo trabajador.

Ahora bien, el desarrollo y consolidación del Movimiento Antorchista Nacional preocupa y molesta a quienes, con su actividad, sienten afectados sus intereses políticos y económicos por lo que no han tenido reparo en utilizar las prácticas más cobardes y arteras, mismas que van desde la calumnia, hasta el asesinato de líderes destacados del antorchismo nacional como el de Manuel Hernández Pasión, joven asesinado por encargo de los caciques de la Sierra Norte de Puebla. Es frecuente leer, oír y ver en la prensa –y ahora también en las modernas redes sociales– calumnias, bajezas y acusaciones terribles en contra de los antorchistas, sin mediar prueba alguna, pero eso, a quienes nos atacan, les tiene sin cuidado, lo único que les importa es hacer el mayor daño posible.

SA

Por eso no deja de llamar poderosamente la atención parte del discurso repetido en cada uno de los llamados "actos de agradecimiento" en los distintos estados de la república, por parte del Lic. Andrés Manuel López Obrador, presidente electo, al hacer referencia hasta el cansancio en que su gobierno "no dará apoyo a los intermediarios ni a aquellas organizaciones que piden dinero para repartirlo a sus agremiados, nada de que dame a mí el dinero porque soy de la organización independiente Francisco Villa o de la organización Antorcha "mundial"...pues no, primo hermano, lo que diga mi dedito", para luego ser secundado por sus seguidores, como ocurrió en Toluca, Estado de México coreando: "fuera Antorcha". En Mérida, el presidente electo fue más allá, al anunciar la realización del censo del bienestar, agregó: "cuidado con los impostores, habrá muchas presiones fuertes porque hay intereses de organizaciones como la Antorcha Mundial, que exigen dinero...nada de que vamos a hacer una marcha, una movilización o un plantón..." Nada más indignante. Se ataca y se sataniza a Antorcha, por consigna.

¿Dónde quedó -pregunto- el discurso amable y conciliador del presidente electo? él afirmó: "Tenemos que actuar como gobierno democrático, que significa escuchar, atender y respetar a todos. No vamos a sacar adelante al país sin la unidad y el apoyo de todos los mexicanos. Nada de sectarismos, tenemos que actuar con unidad, pensando que la patria es primero" (sic). Sus recientes declaraciones echan por tierra su discurso.

El presidente electo y/o sus asesores deberían considerar que un pueblo organizado, siempre será superior al individuo, que atacar a Antorcha es atacar a más de dos millones de ciudadanos que se les conculcan sus derechos de asociación, de petición y de manifestación pública, amparados en los artículos 8° y 9° de la Constitución Política de nuestro país; Antorcha no vive de los recursos públicos como se pretende hacer creer a la opinión pública, repitiéndolo un día sí y otro también, Antorcha no entrega dinero en efectivo a sus agremiados, para eso están las Instituciones y los responsables de programas sociales; por tanto, nos tiene sin cuidado el medio que se utilizará en adelante para hacer llegar este tipo apoyos; pero a lo que no renunciaremos jamás es a continuar organizando a la gente pobre de este país y a luchar junto con ella, por la transformación radical de sus condiciones económicas, políticas y sociales de vida.

Si nos acusan de impostores por defender con tenacidad y compromiso los derechos del pueblo pobre, pueden hacerlo cuantas veces se les antoje, éste se encargará de poner a cada uno en su lugar. Que no olviden, que impostor, no es solamente un suplantador, una persona que se hace pasar por quien no es, también es quien atribuye falsamente a alguien algo, que finge o engaña con apariencia de verdad. ¿Quiénes son entonces, los verdaderos impostores?

Por nuestra parte, hemos declarado que los antorchistas seremos respetuosos y deseamos que el Lic. Andrés Manuel López Obrador gobierne en paz y con todos los medios del poder nacional a su alcance; que no intentaremos crearle obstáculos artificiales para hacerlo tropezar; Antorcha, no ha iniciado esta guerra de descalificaciones y nos hemos mantenido al margen de declaraciones irresponsables; pero eso no significa que renunciaremos a nuestros principios y objetivos; mientras la pobreza campee sin tasa ni medida, ahí estaremos. Harían bien en entender quienes hoy se alzan con el triunfo, que su sola ascensión al poder político no acaba, como por encanto, con las condiciones de miseria, hambre e injusticias que sufre el pueblo trabajador; por tanto, el respeto a la existencia y a la actividad del Movimiento Antorchista Nacional será un reto y una prueba más para la voluntad democrática y popular del presidente electo.

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