Tuvimos que alejarnos de las actividades presenciales durante dos años, en los que la pandemia de covid-19 afectó la generalidad de las actividades cotidianas. Sin embargo, en otro formato, Antorcha Revolucionaria acercó el arte, a través de la virtualidad y con todos los medios que permiten las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). 

Pudimos ver, a través de la pantalla de los dispositivos móviles, cómo el Movimiento Antorchista daba prueba no solo de su existencia sino de su increíble fortaleza y tenacidad a pesar de las circunstancias que a la sazón se agravaban. 

En la virtualidad, presenciamos los ya conocidos y celebrados Encuentros de Voces, de danza, teatro, poesía y, sobre todo, dos emisiones de las Espartaqueadas Culturales que dieron prueba de la gran fortaleza que tiene el Movimiento Antorchista, manifestada en las expresiones artísticas que se ejecutan con gran maestría. 

La pandemia, sin duda, modificó muchos de los aspectos de la vida cotidiana y el pésimo manejo de esta, a diferencia de otros país, provocó decesos en exceso, sobre población de hospitalizados y encareció la situación de pobreza en la que se encontraba, ya de por sí, más del 80 por ciento de los mexicanos quienes al grito de quédate en casa tuvieron que renunciar al comercio y otras actividades que permitían el sustento económico familiar, la clase más vulnerable no sólo era la más indefensa ante la pandemia, sino también ante un abandono por parte de las autoridades, vil e inhumano, culpables de que ellos y sus familias sufrieran los estragos de la enfermedad brutal.

Es cierto, la pandemia agravó las contradicciones ya de por sí notorias entre aquellos que todo tienen, por un lado, y quiénes recibimos por nuestro trabajo apenas una parte de lo que se produce, por el otro, entendiendo entonces este panorama tan adverso, ¿Era un acto de temeridad el hacer arte cuando la gente sufría la yuxtaposición de la muerte?, ¿era impertinente llevar arte y cultura cuándo lo que la gente necesitaba era alimento y vestido?

Al mismo tiempo que nuestras actividades políticas conciliaban la búsqueda de vacunas para todos, sanitización de lugares comunes en las colonias populares, gestión de insumos de aseo para las escuelas y casas del estudiante y un largo etcétera, que demuestran que la actividad del antorchismo no hubo cesado durante la pandemia, la gente necesitaba sentir en su corazón, en su espíritu, nuevamente, los sentimientos que solo el arte puede evocar y, sobre todo, poder sentir de nueva cuenta, a través de este formato, que seguíamos vivos, que Antorcha seguía trabajando y, como siempre, para el pueblo pobre de México.

Hoy, las circunstancias han abierto las barreras personales y hemos podido volver a congregarnos a través de las distintas medidas de higienización, celebrando la perpetuidad de nuestra vida política y el trazo de una nueva tarea que es ya impostergable, Antorcha debe gobernar, pues ante los embates y las difíciles tareas que se hubieron presentado, fue sin duda la organización quien puso el ejemplo de humanismo y fraternidad en todos sus frentes.

Regresando al formato presencial, invitamos a todos a presenciar la siguiente jornada cultural con el VI Concurso de Folclor Internacional, a celebrarse el próximo 23 de octubre, a partir de las 10 horas en las instalaciones del Teatro Macedonio Alcalá de la ciudad de Oaxaca, en dónde presenciaremos a los hijos del pueblo trabajando por entregarnos la síntesis de su esfuerzo y trabajo para demostrarnos parte de la historia de la humanidad a través de la danza.

Y, cómo la virtualidad nos lo ha permitido, ahora también podremos acercarnos a través de las páginas oficiales de nuestra organización. Vamos, pues, todos a celebrar parte de lo más bello de nuestra organización, la praxis artística, que solo tiene sentido cuando se le devuelve al pueblo para su educación. Cumpliendo con esta tarea, queda prohibido perderse el Concurso de Folclor Internacional, pues es entregar un platillo suculento a aquel, que de hambre ha padecido durante tanto tiempo.