MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ante violencia, primero combatir la pobreza y falta de educación 

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No es para menos el rechazo unánime de la población de Morelos y de otros actores nacionales e internacionales de la escalada de violencia, a raíz del cambio de los ayuntamientos, que trajo como resultado el asesinato de la alcaldesa de Temixco, Gisela Mota.

Aún no se conoce, bien a bien, el móvil y a los actores intelectuales, pero el hecho craso es que se ha generado una crisis de las instituciones que debieran salvaguardar la integridad de todos los ciudadanos, en particular de quienes asumen cargos públicos y corren riesgo de sufrir amenazas y atentados contra su vida; además de las instituciones que tienen la encomienda de la procuración de justicia. 

No hay para donde mirar, pues unas y otras de esas instituciones tienen serios problemas para poner orden; los crímenes de todo tipo no cesan y la percepción de la población es que no se sienten seguros y, por eso, en buena medida, está el rechazo al mando único. Hay una guerra de cifras que al final confunden al ciudadano de a pie, pero este no necesita de tantos datos para darse cuenta del problema serio que representa la inseguridad y de que los resultados no son nada alentadores, al contrario, el clima se enrarece con crímenes violentos como el caso de la joven alcaldesa.

¿Hacia dónde vamos? ¿Es con la imposición de estrategias de seguridad como se resolverán las cosas? ¿Por qué no se fomenta un dialogo fructífero de los diferentes niveles de gobierno y se ataca de fondo el problema de la violencia y el crimen? Estas y otras interrogantes vienen a la mente cuando se reflexiona sobre el problema tan serio que nos aqueja, no solo a Morelos sino en el país entero respecto a la escalada de violencia.

Algunos estudiosos de los problemas nacionales señalan que mientras no mejore la situación económica de los casi 90 millones de mexicanos que viven en pobreza, en sus diferentes modalidades, poco se puede lograr en materia de seguridad, máxime cuando los salarios están por los suelos y los incrementos al salario mínimo son tan irrisorios que no se reflejan en el bolsillo de los trabajadores. La falta de empleos bien remunerados es una constante desde hace ya décadas y nadie ha tomado el toro por los cuernos. 

El problema de la inseguridad no es solo de mejores armas y equipo, sino de personal mejor capacitado en labores de inteligencia, de mejores salarios, y también de políticas públicas para enfrentar otros fenómenos sociales, como la pobreza y escaza educación. 

Si realmente se quiere atacar el crimen hay que empezar por atacar las causas profundan que lo alimentan, la pobreza, la falta de educación, salud. Mientras eso no suceda podrán seguir las estrategias de seguridad centralistas a las que se les dedica ingentes recursos, pero con escasos o nulos resultados. 

Solo con la ayuda del pueblo organizado y consciente, y con gobernantes verdaderamente comprometidos con su tarea de servir al pueblo es posible salir adelante. Hay que trabajar desde abajo para lograrlo porque de arriba poco ya se puede esperar, pues los que viven bien poco les preocupa la situación de las mayorías. 

Construyamos un México próspero para todos, de progreso real para las familias, tenemos los recursos, pero hay que poner manos a la obra colectiva. Pensar en un futuro mejor partiendo de nuestra historia, de los hombres que forjaron la nación y la consolidaron, es la salida a la crisis que nos agobia, económica, política y socialmente. Sí se puede, pero actuemos en consecuencia. Unamos esfuerzos, sumemos fuerza y las cosas tendrán que cambiar para bien México y sus hijos.

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