Se terminó el XXIII Encuentro Nacional de Teatro organizado por el Movimiento Antorchista Nacional. Fueron tres días de lleno total en el Teatro de La Paz y auditorio “Raúl Gamboa” del Instituto Potosino de Bellas Artes (IPBA), donde se pudo reunir a más de 20 mil asistentes y disfrutar de puestas en escena de la dramaturgia clásica y moderna. Fue un verdadero acontecimiento cultural y social este Encuentro Nacional de Teatro por muchas razones.
La primera, y la más importante a mi juicio, es que la gente que asistió a este evento fue gente del pueblo trabajador. Campesinos, obreros, comerciantes, estudiantes, maestros y amas de casa se dieron cita en el Coloso de Villerías para presenciar obras teatrales de mucha calidad. Algunos asistentes ya habían tenido la oportunidad de estar en los encuentros anteriores (recordemos que se suspendieron por la pandemia del covid-19), pero muchos otros nunca habían tenido la oportunidad de presenciar una obra de teatro y, por irónico que parezca, de acceder y conocer por dentro a este hermoso teatro, que precisamente en este año cumplió 130 años de su inauguración, con una arquitectura impresionante. Ante su difícil situación económica y dado que poco se hace en nuestro país para que el pueblo conozca lo mejor del arte, la gente poco o nada ha tenido la oportunidad de presenciar teatro. Este fue su primer contacto.
Los más de 500 actores que participaron en las 32 obras teatrales que concursaron en el XXIII Encuentro Nacional de Teatro son jóvenes hijos del pueblo trabajador.
Tuve la fortuna de observar varias de las obras que se presentaron y ver cómo la gente se asombraba, reía, se preocupaba por lo que acontecía en el escenario; en pocas palabras, los asistentes, gente humilde en su mayoría, vivían el drama que representaban los actores en escena.
Otro aspecto de resaltar es que las obras presentadas tenían en su mayoría un contenido social y político de gran valía. No fueron las obras teatrales presentadas en este encuentro pobres en contenido, puramente comerciales y de entretenimiento que normalmente vemos anunciadas en las carteleras de los teatros; fueron obras que calan hondo, que hacen reflexionar.
Se vieron obras como Los invasores de Egon Wolff, Ifigenia en Táuride de Goethe, La gaviota de Antón Chéjov o El pescado indigesto de Manuel Galich.
Dijo al respecto Homero Aguirre Enríquez, quien fue presidente del jurado calificador y clausuró el evento teatral:
“Vimos obras donde se ve la insatisfacción de los pueblos, los problemas reales a los que se enfrentan y cómo los dramaturgos tratan de develar este conflicto, problemas que no se resuelven solos y que tiene que resolver el pueblo”. Al hablar con un asistente, un hombre sencillo del pueblo, me dijo: “Las obras hablan de nosotros, de nuestros problemas”.
Los más de 500 actores que participaron en las 32 obras teatrales que concursaron en el encuentro de teatro son jóvenes hijos del pueblo trabajador; no son gente que se dedica profesionalmente, por dinero o prestigio, a la actuación. Son jóvenes que, después de ir a la escuela o laborar en una fábrica, dedican horas y horas a la actuación y preparación en las obras.
Enhorabuena a todos los que participaron, especialmente a los que obtuvieron un lugar.
Sigamos. También debemos decir que el evento no contó con ningún patrocinio gubernamental ni privado; fue el gran esfuerzo económico y humano del pueblo organizado el que pudo cristalizar este grandioso evento de teatro.
Esto es muy importante resaltarlo, ya que demuestra que cuando el pueblo está organizado y decidido puede realizar grandes obras. El Encuentro Nacional de Teatro es, hay que decirlo con todas sus letras, fruto de ese esfuerzo y sacrificio del antorchismo nacional.
También es de resaltar que se le dio una promoción importante en diversos medios de comunicación como periódicos, redes sociales y medios de televisión dentro del alcance y posibilidades económicas. Ya sabemos que toda difusión en los medios de comunicación cuesta y cuesta mucho.
Sin embargo, los organizadores, con los encargados de prensa del estado sede y del país, hicimos todo lo posible por dar a conocer el evento por medio de reportajes, entrevistas, videos y pintas.
La inauguración y la clausura fueron transmitidas en vivo y a todo color, y fueron vistas por miles de personas que no pudieron ir a los foros. Es decir, el Encuentro Nacional de Teatro fue, como se esperaba, presenciado por mucha gente del estado y del país, desde Baja California hasta Yucatán.
Y resaltaré por último la participación del grupo de teatro de San Luis Potosí, quien presentó obras en la categoría amateur y semi-profesional. Se presentó la obra Muertos sin sepultura del escritor y filósofo francés Jean-Paul Sartre, obteniendo el tercer lugar en esta última categoría. La actriz Laura Pérez Alvarado obtuvo el premio a la mejor actriz secundaria en la obra mencionada.Por todo esto, y más, el XXIII Encuentro Nacional de Teatro que organiza el Movimiento Antorchista Nacional, es un evento de gran trascendencia en la vida cultural y social de nuestro país.
Su repercusión es importante, ya que ha calado no sólo en los cientos de jóvenes y personas que participaron en la puesta en escena de las obras, sino, y sobre todo, en la conciencia y manera de ver las cosas de los miles y miles de espectadores que presenciaron las obras que ya no serán los mismos. ¡Cómo no ser otro después de ver obras como Los invasores o Fuente Ovejuna!
La tarea será para los jóvenes actores, directores y todos los que participan seguir trabajando por fomentar el teatro en todos los rincones del país, en pueblos y colonias y en todos los foros posibles, y prepararse para el siguiente año, ya que nuestro estado de San Luis Potosí será nuevamente sede de este importante encuentro de teatro. Que así sea.
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