Cuando las familias de los obreros se aprestan para consumir sus alimentos, ya sea en el desayuno, comida o cena, (cuando hay para varias veces al día), no varía mucho el menú del día anterior, semana, mes o de años atrás. Las tortillas, frijoles y un café, es para lo que alcanza, pero tal parece que así ha sido calculado por los dueños del dinero, pues es raquítico el salario que reciben, y alcanza solo para que no muera de hambre y pueda renovar sus energías para poder rentarse y laborar nuevamente, al día siguiente.
Con el trabajo del jornalero u obrero se producen una gran cantidad de mercancías que pocas veces podrá consumir, aunque en la producción se le vaya la vida trabajando, nunca le pertenecerán, ya que del 100 por ciento que produce el obrero, recibe un salario correspondiente a un 10 por ciento del trabajo realizado, y el resto, el 90 por ciento, se lo adjudica el dueño de los medios de producción, que son las maquinarias. Y es así, como mientras el obrero muere de pobreza, el patrón aumenta a cada minuto sus riquezas.
Pero en nuestro país contamos con diferentes tipos de climas que garantizan la producción de frutas y verduras en bastedad y calidad, por igual se produce ganado mayor y menor, y en los dos litorales del país se pescan diversas variedades de peces. Con esta riqueza natural que menciono, no hay razón para tener niños enclenques o familias desnutridas, que, por sus condiciones, sobre todo de alimentación, no les desarrollan sus capacidades físicas e intelectuales, cómo se debería. Parece que la suerte de la clase obrera de nuestro país está decidida con esos a los que les dimos nuestro voto de confianza y que, definitivamente, nos quedan debiendo.
Y peor aún, en estos tres años y medio que la Cuarta Transformación ha gobernado, no se ve reflejada aún, esa promesa de campaña que iluminó de esperanza al pueblo más necesitado, “por el bien de todos primero los pobres”; esto, en concreto, ha sido falso. Veamos.
Andrés Manuel López Obrador canceló los subsidios que ayudaban un tanto a paliar las necesidades de la gente pobre, como los medicamentos para los enfermos con cáncer y diabetes, comedores comunitarios, (ahora abandonados y vandalizados), guarderías que las madres trabajadoras tenían, un lugar seguro donde sus niños eran atendidos mientras ellas laboraban. El ramo 23 fue cancelado por igual, era una bolsa de recursos económicos de la nación donde los estados y municipios podían gestionar recursos económicos para obras y servicios, el resultado; a lo largo y ancho del país son críticas, pues no se están creando la infraestructura para el desarrollo de nuestra nación, tenemos pueblos y colonias abandonados sin red eléctrica, drenajes, agua potable, hospitales o viviendas, muy contrario a las políticas sociales que López Obrador prometió en campaña a sus votantes.
Los cambios de mejoría que anhela el pueblo pobre de México, lejos, demasiado lejos están, si espera, como espera el crédulo una bendición del cielo sin una plegaria. ¡Vilmente, el pueblo pobre ha sido engañado!
López Obrador está acabando con los pobres y no con la pobreza. Los pobres están muriendo, primero por pandemia, pues 325 mil almas ya no están con nosotros víctimas de una pandemia mal controlada, otros tantos han muerto a manos del crimen organizado; 105 mil 804 para ser exactos, hasta diciembre del año pasado (elpais.com.mx), y mucho más muertos por falta de atención médica y a consecuencia de una pésima alimentación. Está claro, es más fácil seguir matando pobres que acabar con la pobreza.
Pero no lo podemos permitir, es necesario conocer el poder que tenemos cuando nos organizamos, pues como dice Martha Harnecker en su libro, Qué es la Sociedad: “las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las personalidades, por muy brillantes o heroicas que ellas sean. Las revoluciones sociales las hacen las masas populares”.
Así pues, debemos organizarnos para exigir al gobierno de la 4T garantice una alimentación saludable y servicios médicos de calidad, para el pobre pueblo trabajador. En ese sentido, hacen bien los solicitantes de lotes para la vivienda, de Tecomán, al organizarse y exigir la solución de su demanda, tomar conciencia de clase marginada para entender de esta carencia, de un lugar propio donde vivir, un derecho negado desde hace años y que es tan elemental. Han entendido que nadie luchará por ellos, para tener mejores condiciones de vida. Que deben exigirlas de manera organizada, como Antorcha nos ha enseñado.
Seguir luchando verdaderamente contra la pobreza, es nuestro camino, ¡esa es la gran tarea y así lo seguiremos haciendo!
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