Nuestro país está sumido en múltiples problemas sociales. No podemos transitar libremente por miedo a ser asaltados, pues la inseguridad está desbordada y no hay poder humano que la frene, mucho menos porque a los gobiernos en turno les importa muy poco que los mexicanos se sientan seguros.
Mientras tanto, el transporte es deficiente. Todos los días tenemos que viajar con el Jesús en la boca por temor a que ocurra un accidente, como la tragedia ocurrida en el Metro, que ha dejado decenas de muertos. El Gobierno también en este rubro se embolsa los recursos y no los quiere invertir en el mantenimiento de las líneas de transporte, siendo el Metro el más importante para los capitalinos, en el que viajan diariamente más de cinco millones de usuarios. El miedo nos lo tenemos que aguantar por necesidad.
Tenemos que exigir que ya no nos sigan mintiendo o mínimo estar muy alertas y exigir que cumplan con sus promesas, a través de las cuales llegan a la silla del poder.
Durante muchos años hemos visto cómo los recursos públicos han sido subejercidos escandalosamente por las autoridades, es decir, que de por sí es poco lo que hay en recursos y las autoridades, con la mano en la cintura, no los gastan en lo que deberían.
¿A dónde va a parar lo gastado? Nadie sabe, pero las campañas nada austeras que protagonizan nos puede contestar la duda.
Es importante saber que todos estos problemas sociales tienen su origen en la mala distribución de la riqueza, culpa de quienes ostentan el poder y dictan los destinos de la humanidad. El sistema en el cual nos desarrollamos, el capitalismo, cada día concentra más en unas cuantas manos la riqueza que todos producimos, para que los dueños de los medios de producción, la clase rica, se la embolse sin ningún tipo de remordimiento de conciencia.
Este sistema comete una serie de injusticias contra los más desprotegidos, que no poseen los medios de producción y por lo tanto dependen de vender su fuerza de trabajo para sobrevivir.
A ellos sólo les ofrecen la alternativa de trabajar por una miseria como sueldo, que no alcanza ni para mal comer ni alimentar a sus familias, hasta el ejército de ciudadanos que no cuenta con un empleo y tiene que salir a las calles a auto emplearse en el comercio informal bajo los rayos del sol para malbaratar sus productos o limpiar parabrisas, y en el más terrible de los casos, dedicarse a la criminalidad, la delincuencia, a hacer daño a la ciudadanía para obtener recursos.
La misma pobreza y marginación van malformando a este grupo de seres humanos, carentes de sentimiento alguno, la mezquindad es parte de su ser y cada día se van deshumanizando más.
Esta es una situación muy triste, porque lo más genuino que poseemos, los niños, incluso desde muy temprana edad, pasan a formar parte de los cárteles delictivos, porque no tienen otra alternativa para salir adelante.
En medio de todo este caos descrito, la mujer es una de las más afectadas por todos los problemas planteados, siendo más vulnerables a toda esta serie de delitos, pues muchos de estos son cometidos contra las mujeres de nuestra patria.
Y hoy quiero resaltar a las madres de familia, que a pesar de todos los problemas, con nervios de acero, hacen a un lado todos estos problemas y los miedos que enfrentan con valentía para sacar adelante a sus hijos.
Las madres de familia son seres que todos los días tienen que luchar para sacar a los ciudadanos del futuro, por lo que la cobardía no puede tener cabida en su vocabulario y menos en su práctica diaria.
Ellas tienen que enfrentarse todos los días a una serie de adversidades, como las antes descritas (pésimo e inseguro transporte, inseguridad, violencia), todo por el amor a sus hijos.
Por eso no es de extrañarse que todos los 10 de mayo se les brinde un merecido homenaje a las madres de familia por la abnegación con que realizan su labor.
Acabamos de pasar un 10 de mayo más en el calendario, una fecha más en que se festeja a las madres de familia; sin embargo, creo que deberíamos reflexionar en que esta fecha no debe pasar así como una más, sino que es tiempo de exigir mejores condiciones para las madres de familia y para todos los mexicanos.
Los problemas sociales cada día son más graves y nos invaden. Gobernantes van y vienen y prometen que van a acabar con ellos, como el actual, que hasta prometió un sistema de salud como el de Dinamarca, pero también en este rubro estamos peor. Tenemos que exigir que ya no nos sigan mintiendo o mínimo estar muy alertas y exigir que cumplan con sus promesas, a través de las cuales llegan a la silla del poder, porque no es por su linda cara, sino porque se cree que representan un cambio en el país, pero cuando se aplastan en la silla muestran su verdadero rostro, que no es muy agradable.
Necesitamos actuar, unidos todos, para que nuestra voz retumbe en los oídos de aquellos que se adueñan del poder y de los recursos públicos y con dádivas quieren comprar las conciencias de los ciudadanos para que no alcen la voz por todos los problemas que están ahí, cada día más terribles, para que callen y dejen pasar las cosas.
Esa no debe ser la forma; los mexicanos necesitamos alzar la voz, de otra forma no va a haber ningún cambio en México y los problemas nos van a asfixiar. Ojalá.
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