MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Una cura para los males: el marxismo 

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Para conocer a la sociedad y explicar sus orígenes, leyes, desarrollo, contradicciones y cambios, debe estudiarse la ciencia económica social, tal como lo hace la medicina y sus ramas para conocer y curar el cuerpo humano. Esta ciencia es el marxismo, que explica la sociedad capitalista de México y de la mayoría de países del mundo. Estudiar el marxismo nos permite entender la sociedad, su funcionamiento y vislumbrar soluciones posibles, viables y justas.

La clase capitalista se favorece de la poca conciencia política y de la ignorancia de los trabajadores –de la que los trabajadores no son culpables, dicho sea de paso–; pues la clase capitalista no quiere ni le conviene que los trabajadores sean cultos, críticos, estén informados y unidos. Necesitan una clase trabajadora poco estudiada, conformista, manejable, desnutrida, inducida a vicios, agradecida y en especial desunida. Para ello, el gobierno da todas las facilidades a los ricos. Mientras para los trabajadores aprueban salarios bajos y les imparten enseñanza deficiente; para los patrones hacen leyes a su favor y les cobran pocos impuestos. Así, los más ricos cada vez amasan grandes fortunas, y el pueblo trabajador cada vez se hunde en mayor pobreza.

Con el nuevo gobierno, tampoco hay cambios sustanciales en favor de la educación, salud y bienestar general de la mayoría de mexicanos. Los más ricos del país van aumentando sus fortunas y en cuatro años hay cinco millones más de pobres. Esto es resultado de varios años, porque al país lo ha gobernado una élite defensora de los adinerados bajo las siglas del PRI, PAN y ahora Morena. Ninguno de estos partidos ha resuelto los problemas de las mayorías. Como partidos políticos oficiales todos se comportan igual cuando están en la silla del poder. Al pobre lo ven y usan para que los lleven a los cargos públicos; ya gobernando lo tratan con menosprecio, como un estorbo, como gente que nada más molesta y que solo pide cosas. Adoptan una actitud prepotente, autoritaria y de menosprecio para los pobres.

Los morenistas, igual que los panistas y priistas, cierran las puertas a sus gobernados demandantes de obras, servicios, seguridad e impartición de justicia. Por eso la gente se decepciona de los partidos, véase la baja de votantes en las recientes elecciones del Edomex, que llegó al 50 por ciento del padrón electoral. El pueblo está harto de que los gobernantes en turno solo usan el poder para beneficiar a sus amigos, parientes y llenarse los bolsillos con dinero público, dejando al pobre morirse de hambre por falta de trabajo y atención médica. Por eso no hacen obras, escuelas, clínicas, hospitales, aguas potables, drenajes sanitarios, etc. Solo buscan el poder para tener de qué vivir y enriquecerse. Entran como presidentes, gobernadores, diputados, y muchos salen transformados en constructores o grandes inversionistas; claro, a costa del dinero del pueblo. Esa forma de usar el poder ha sido de todos los partidos.

Dada la larga historia de problemas sociales en México, quiza muchos de nosotros tengamos una visión pesimista y creamos que las cosas no pueden cambiar. Sí puede haber un verdadero cambio, pero requiere de esfuerzo y tiempo de muchos de nosotros. Los mexicanos debemos unirnos más, organizarnos y educarnos políticamente, para así, como una fuerte roca dura de vencer, construyamos la patria que los pobres de México necesitamos. Para educarnos políticamente podemos ayudarnos del marxismo.

El marxismo nos sirve para aprender a interpretar la realidad, analizar los hechos y acontecimientos políticos concretos y para conocer a las demás clases, grupos y sectores sociales, en todas las manifestaciones de su vida intelectual, moral y política. Estudiando el marxismo y aplicándolo a las condiciones concretas de cada país, se puede conquistar mayor prosperidad para el pueblo trabajador, aunque hay que tener siempre en cuenta que las transformaciones sociales son largas y complicadas, pero mientras la meta esté clara, un verdadero partido del pueblo podrá ir alcanzando conquistas en favor de las mayorías. Ejemplo relevante es China.

En el Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política (1859), Karl Marx planteó: “ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que sean posibles dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua”. Esto significa que las transformaciones sociales no se hacen a capricho de una persona o algún partido, no se consiguen solamente con voluntad, sino que hasta que las condiciones sociales nacionales e internacionales estén maduras y una nueva clase política formada por los desposeidos y trabajadores podrá verdaderamente gobernar de distinta manera.

Cuando el capitalismo ya no tenga más que ofrecer (que no sean problemas cada vez más graves como la pobreza y la destrucción del planeta) y cuando el pueblo ya no lo soporte. Algunas de las condiciones sociales de producción no podrán ser modificadas o aceleradas por nosotros directamente, pero lo que sí podemos hacer es reforzar nuestra educación política y difundirla entre los trabajadores que formamos la gran mayoría de esta sociedad. Así, estaremos madurando algunas de las condiciones necesarias para la transformación social; y cuando maduren las demás condiciones, los trabajadores estaremos listos.

 

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