Nuestro país está a punto de vivir un proceso electoral bastante peleado, de un lado se encuentra la derecha y la seudoizquierda en alianza, por otra parte el más profundo reaccionarismo maquillado de esperanza y de justicia, y por otro la estructura partidaria que dirige actualmente la nación, pero aunque durante el último año varios personajes de la política cambiaron de color, representación y posición, lo cierto es que es el mismo rollo de siempre, el mismo discurso de que "ahora si las cosas van a cambiar", y puede que así sea, pero no para los miles de pobres mexicanos que todavía creen en su palabra.
Es una característica de los países con "democracia" hacer proselitismo para cambiar la figura que representa el gobierno cada cierto tiempo, sin embargo el mecanismo de dicha elección está tan amañado que los mexicanos saben perfectamente que la contienda tendrá como motor la compra de votos, la exposición de los secretos más íntimos y vergonzosos de los contrincantes y la famosa guerra mediática, elementos de la que harán uso, sin excepción de nadie, todos los candidatos para lograr ganar y ocupar un puesto a como dé lugar. Lamentablemente, aunque con bombo y platillo se pronuncien discursos de cómo será México después de que uno u otro llegue al poder, en los hechos sabemos que eso no será posible, porque si alguien estuviera realmente interesado por cambiar la situación de miseria y pobreza no andaría haciendo todo este circo, al contrario, se habría dedicado en serio a organizar a la gente, a educarla y hacerle conciencia de que ni los colores, ni los discursos llenos de promesas, ni la representación personal "del cambio" cumplirán eso que con tanto dolor demanda el pueblo.
Y es que todo este drama por el que pasaremos no resolverá de fondo los males del país, primero porque los que ya se han registrado como candidatos oficiales no tienen ni idea de cómo le harán para hacer cumplir su palabra debido a que tendrán un sinfín de favores políticos que pagar; segundo, porque su verdadera aspiración no es ser ese agente de cambio que reclama el pueblo, sino solo convertirse en un personaje más que pueda gozar de ciertos privilegios y que a su paso le tiendan flores porque así lo quiere; y tercero, porque desconocen o hacen que desconocen que la economía nacional al considerarse en vías de desarrollo depende de un sistema económico que no supone atender a los menos favorecidos, sino todo lo contrario, explotarlos y sacar del esfuerzo de su trabajo la mayor riqueza posible, para lo cual requiere de un gobierno que responda a los intereses del capital y le garantice a éste que dichas condiciones serán viables, y a mi juicio, está es la única y verdadera razón que definirá quién va a ganar.
Pero todo esto lo desconoce el pueblo, desconoce que una elección como ésta no la define su voto, porque para empezar no es el pueblo el que elige a su candidato y porque con su condición de miseria aceptará todo lo que le den a cambio de que en las urnas elija apoyar a quien le haya dado más. Si el pueblo estuviera realmente enterado de cómo se conducen los dirigentes de los partidos entenderían porqué cuando sus ambiciones y aspiraciones particulares no son correspondidas deciden cambiarse de bando; si el pueblo estuviera educado sabría que ese juego de la democracia no sirve para ayudar a los pobres, porque eso de elegir a una persona cada cierto tiempo no cambia su condición de miseria, esto lo venimos constatando año, tras año, tras año; si el pueblo fuera consciente de su fuerza y de su capacidad de transformación estando organizado no tendría que estar soportando todo esto y él decidiría cómo hacer las cosas. Pero no es así.
Aunque esto no sea así del todo, la realidad es que el pueblo se está hartando de lo mismo, esta harto de que siempre lo manipulen, le mientan, lo exploten, lo ignoren, pero como casi nadie aprende de lo bueno sino de lo malo, la mala experiencia le está demostrado que todo este juego de la democracia y las elecciones no traen nada agradable, y que si el pueblo no se pone a la cabeza de los problemas y las soluciones nadie más lo hará. El pueblo mexicano está despertando, ese pueblo sediento de justicia, equidad, bienestar, desarrollo, poco a poco está cobrando conciencia y reconoce que en su fuerza de organización y trabajo radica la capacidad de hacer un México distinto; por todo esto, aunque haya un cambio de gobierno y al pueblo no le cumplan lo que le deben éste, más temprano que tarde, les reclamará, exigirá lo que es suyo y de ser posible peleará como la clase política le ha enseñado y como la Constitución Política decreta, y luchará como sólo él sabe hacerlo por tener una vida mejor. Así que, señores candidatos, futuros gobernantes, piensen bien lo que dirán y harán, porque las consecuencias de ello serán inevitables y el pueblo tiene memoria.
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