MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Trabajo y propiedad

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En su interesante investigación sobre los Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política de Carlos Marx, conocidos como Grundrisse, Eric Hobsbawm investigador inglés, sostiene que, entre otras cosas, el genio alemán, conocido como el “Prometeo de Tréveris” por su inigualable contribución al conocimiento científico de la realidad, demostró que el progreso social no es sino la evolución concreta de la interacción hombre-naturaleza.

Me interesa señalar que la ciencia al establecer que el género humano pertenece al reino animal, sujeto a las leyes de la evolución natural, acepta que, por sus características de vulnerabilidad ante sus depredadores, tuvo que habitar un refugio relativamente seguro que, además, le proporcionaba sustento y abrigo contra las inclemencias del tiempo: la copa de los árboles.  Hace, pues, miles de años el hombre se limitaba a tomar directamente de la naturaleza lo necesario para vivir como cualquier especie. Posteriormente comenzó a trabajar, transformando con ello la naturaleza en objetos útiles, aprovechables, mediante herramientas que elaboraba ya de manera rudimentaria, al tiempo que se transformaba como individuo y como sociedad. El trabajo en esta naciente sociedad revestía la forma de apropiación de la naturaleza mediante la producción. Así el trabajo transformó la adaptación del hombre a la naturaleza, en la adaptación de la naturaleza a las necesidades del hombre.

Trabajo y apropiación formaban una unidad dialéctica que se desarrolló a lo largo de la historia. En ese tiempo no había propiedad, pues éste término o concepto aparece muchísimo más tarde junto con el Derecho, como el reflejo en la conciencia social de las relaciones objetivas que los hombres establecen en la producción, distribución y consumo de los bienes; es decir, como el reflejo jurídico de las relaciones sociales de producción. Pero, ¿Qué hace que se divorcie el trabajo de la propiedad, hasta hacerse antagónicos en la sociedad capitalista donde el trabajo es sólo trabajo sin apropiación, encarnado en el trabajador “que no genera propiedad”; y la propiedad es sólo apropiación sin trabajo, encarnada por el patrón o capitalista “que no trabaja ni produce” pero se apropia del producto del trabajo ajeno? La propiedad privada de los medios de producción.

¿Qué dio origen a la propiedad privada de los medios de producción? El desarrollo de las fuerzas productivas, encarnadas por los medios de producción y la fuerza de trabajo, que conllevan el desarrollo de la productividad del trabajo, lo cual permitió producir individualmente para sí mismo, en un momento histórico determinado, o sea: a trabajo individual, apropiación individual. Sobre todo con la aparición de la agricultura y la ganadería con su plus producto, acumulación e intercambio; basadas en la elaboración de instrumentos de hierro.

Las relaciones de producción constituyen, dentro del desarrollo social, el elemento discontinuo que evoluciona a saltos de cualidad, mientras que las fuerzas productivas son el elemento de desarrollo continuado que evolucionan gradual y cuantitativamente, con cada adelanto científico técnico, o de organización de la producción. Juntas, fuerzas productivas y relaciones de producción conforman lo que se conoce como un sistema o modo de producción. De aquí se sigue que al desarrollo de las fuerzas productivas corresponde un sistema de relaciones sociales de producción determinas, por lo que, aunque existan periodos de desfase, o revolucionarios, con la fuerza de la ley natural del desarrollo, vuelven a estar en concordancia y sintonía recíproca, necesariamente.

La evolución del fenómeno en nuestros días ha desarrollado las fuerzas productivas a tal nivel que la gigantesca producción de todo, desde lo elemental hasta la inteligencia artificial, ha hecho imposible, de nueva cuenta, el trabajo aislado, individual capaz de producir lo necesario para el individuo y su familia porque los modernos medios de producción no pueden ya ser manipulados y aprovechados individualmente. La sociedad vuelve a producir en conjunto, como en sus inicios, pero sobre un plano infinitamente superior. Hoy, o se produce socialmente o no se produce.  

¿Por qué, entonces, no cambian estas relaciones de propiedad privada de producción? Desde mi punto de vista, porque con ellas los que no trabajan son “dueños” y no les conviene que cambien las cosas; además, su poder es tan grande, gracias al capital acumulado, que determinan qué hacer y qué pensar en todo el mundo, salvo honrosas excepciones ahora que nace el mundo multipolar encabezado por Rusia y China. Pero, sobre todo, porque quienes padecen esta terrible situación de injusticia y desigualdad no saben que la producción, al ser nuevamente social, reclama una apropiación social de lo producido, o sea la propiedad social de los medios con que se produce; ya que se trata, como si dijéramos, del retorno dialéctico en espiral al punto de partida de la producción: a la unidad del trabajo y apropiación, para que lo producido beneficie a todos los miembros de la sociedad y no sólo a unos cuantos ricachones. Por eso los pobres, los desposeídos, los despojados del fruto de su trabajo, además de saber esto, necesitan construir una organización indestructible de los trabajadores que les permita luchar con éxito por construir esa sociedad nueva, sin clases sociales.
 

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