MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Televisa, Proceso, Sinembargo.mx, El País..., ¿cónclave fortuito contra Antorcha?

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Se trata solo de una verdadera ocurrencia. El que se presenta como periodista, escritor, analista político, economista y sociólogo mexicano, Jorge Zepeda, no demuestra ni un ápice de su "formidable trayectoria" ya que desconoce al Movimiento Antorchista Nacional, movimiento popular que ha existido desde hace 45 años en la escena política mexicana. Es incapaz de decir algo nuevo y recurre a los adjetivos: "abundan organizaciones oportunistas y líderes con agendas políticas turbias (Antorcha Campesina, para no ir más lejos)" (Sic), ¿Pruebas? Ninguna. Saliva y nada más. "La nueva perla" contra Antorcha -que suma con la pluma de Patterson varios golpes bajos al hilo- lleva por título "También los pobres amenazan a López Obrador", publicado en "El País", un texto solo apto para alimentar los espíritus más retrógrados y recalcitrantes, poniendo por escrito un profundo desprecio hacia lo que en el ámbito científico se conoce como la "evidencia", es decir, el respaldo que los datos de la experiencia le confieren al argumento teórico.
La vulgata de Patterson es bazofia, y solo pasa a formar parte del clima mediático requerido para favorecer la emergencia de las "nuevas" fuerzas políticas en el poder y de algunos lame botas como Fátima Monterrosa, Patricia Dávila y Daniela Barragán. Es difícil encontrar otro medio más sometido que la prensa, hablada o escrita, a los vaivenes y los intereses económicos, políticos e ideológicos de los grupos y fuerzas dominantes de su sociedad coetánea. Hoy sabemos que la inmensa mayoría, si no la totalidad, de los órganos periodísticos que permean en una sociedad, no son la creación de grupos filantrópicos, enamorados platónicos de la "verdad pura" y del derecho de los ciudadanos a ser informados, sino propiedad de grupos específicos de poder, que procrean tales órganos informativos con el muy pragmático propósito de difundir sus propios puntos de vista y salvaguardar sus intereses políticos y económicos.

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Zepeda Patterson, se une también al aquelarre y no hace más que mostrar la misma chatura en que trajinan los que atacan al antorchismo, el cual ha sido reconocido por otras figuras en el ámbito intelectual como el economista Julio Huato, profesor de economía en el John Jay College de la City University of New York, como una fuerza viva en el panorama político mexicano, con ejemplos prácticos de su visión de país y métodos sujetos a escrutinio público. Ha sido con el arribo al poder del primer presidente de izquierda en México, que se ha desatado -incluso desde la investidura presidencial- toda una serie de interpretaciones mediáticas, muchos de ellos carentes de interés periodístico sino informaciones a modo sobre el Movimiento Antorchista, pero en donde la selección de los hechos exhibe los fuertes intereses y propósitos económicos y políticos que incomoda el antorchismo. No hay un intento de presentar una visión equilibrada, objetiva y total de la realidad. Está claro que dentro de los grupos de poder destaca, con mucho, como sabemos hoy también con toda seguridad, el propio gobierno que, como en México, llega a controlar más del 90 por ciento de los periódicos y noticiarios de radio y televisión que se difunden diariamente. Mucho de la visión que la prensa de un país da a los ciudadanos, no es otra cosa que el punto de vista del gobierno en turno.
La calumnia de Monterrosa en Televisa, de Patricia Dávila en Proceso, Daniela Barragán en sinembargo.mx y ahora de Patterson en El País, y de otros que seguramente se cocinan ya por los grupos de poder esperan el momento para soltar los grilletes a su jauría, apenas nos resta agregar que el solo listado de estos nombres de personas e instituciones evoca un extraordinario film italiano de mediados de los setentas, dirigido por Francesco Rosi: Cadáveres excelentes, en donde se revelaban las íntimas vinculaciones entre la dirigencia política, las clases dominantes y la mafia en la Italia de su tiempo, una Italia sórdida, criminal.
En un pasaje brillante de su El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx definía al cretinismo parlamentario como una enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda comprensión del rudo mundo exterior. Una enfermedad que ahora reaparece y se apodera de algunos teóricos de nuestro tiempo, como Zepeda Patterson, que los encierra en un mundo imaginario en el cual la Internet es el reino de la libertad y la democracia, reino edificado, por cierto, sobre una sociedad capitalista que, a cada paso, demuestra su incompatibilidad cada vez más irreconciliable con la libertad y la democracia pero que, gracias al cretinismo "internético" intenta renovar su deteriorada legitimidad. Este cretinismo es mucho más dañino que el identificado por Marx y deberá ser combatido con mucha inteligencia en el marco de la batalla de ideas.
Pide la opinión pública que la prensa deje ya de ser simple caja de resonancia, simple amplificador de las declaraciones, los intereses y los puntos de vista de los poderosos política y económicamente, o la patente de corso tras la que se esconden falsos prestigios revolucionarios para agredir, mentir y delinquir. Que el periodista honrado vaya más allá del boletín oficial, de la declaración del político o de la confidencia del amigo o de la "fuente", para acercarse a los hechos mismos, para investigarlos, comprobarlos, tocarlos con sus propias manos, y así comprometerse con su información y así poder respecto de la veracidad y objetividad de los hechos que maneja e interpreta.

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