Inició recientemente la reunión de los BRICS que llevará al nuevo bloque multipolar, contrapeso del mundo occidental unipolar. Después de la Segunda Guerra Mundial, el país que quedó como el hegemónico y mandamás del mundo, fue Estados Unidos. Su visión supremacista los llevó a crear instituciones totalmente serviles a sus intereses, controladas por Estados Unidos: la Organización de las Naciones Unidas (ONU); el Fondo Monetario Internacional (FMI); el Banco Mundial (BM); el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRF) y la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El mismo Estado de Israel fue formado sobre un terreno ocupado e impuesto a quienes ahí vivían. Después de la famosa conferencia de Bretton Woods, Nuevo Hampshire en 1944, en la cual se establecen tipos de cambio fijos y el patrón dólar estadounidense como la moneda de referencia, se le permitió a Estados Unidos imprimir papel moneda, entregarlo a otros países y recibir a cambio mercancías; en otras palabras, se entregaban papeles a cambio de mercancías y eso fortaleció la economía estadounidense y la posicionó como la primera del mundo, pero con esta condición desigual y un tanto cuanto artificial.
Con la caída del bloque socialista, el cual fue un contrapeso real a la economía supremacista norteamericana, quedó solo y a sus anchas el modelo neoliberal como hegemónico en el mundo. Si el bloque socialista no era la alternativa para sacar de la pobreza a la humanidad, se esperaba que el modelo norteamericano fuera un ejemplo para los demás países del mundo; sin embargo, eso no sucedió, por el contrario, la pobreza en el mundo y en el propio país norteamericano se incrementó y no se instrumentó en la práctica el principio del goteo que argumentaba que los ricos se harían ricos, invertirían, generarían empleos y bajarían así los recursos hacia la población. Como queda dicho, eso no sucedió.
Por el contrario, se profundizó el control del mundo por la vía de la imposición, de la guerra, de la invasión, del engaño, del cambio de oro por cuentas de vidrio, de los “tratados de libre comercio”, del mercado, etcétera. Las bases militares norteamericanas se extendieron por todo el mundo, invadieron países, se inmiscuyeron en los asuntos internacionales, organizaron revoluciones de colores y muertes violentas a presidentes como Sadam Husein o Mohammad Gadafi; utilizaron el poder blando; es decir, las redes sociales y las películas de Hollywood para espiar y para controlar la conciencia del mundo, etc. El resultado lo conocemos, el mundo está peor, las crisis económicas se agudizaron, la violencia en el mundo campea, el país con más muertes en la pandemia es Estados Unidos, los jóvenes que matan a los suyos están en Norteamérica y al mundo no le está yendo mejor.
Por eso, es importante el surgimiento de los BRICS, pues son un ejemplo de la capacidad que tiene un importante sector de la humanidad de iniciar un proceso de revisión de los condiciones sociales y económicas, para abrir una nueva ruta en la cual se pueda desarrollar el comercio y la cooperación entre países con nuevas bases. Se trata de dejar atrás esa forma de comerciar en la que uno impone todo y el resto obedece; en la que se juega a la pirinola, pero en la que Estados Unidos es el único que puede girarla y en la que dice en todas sus caras: “todos ponen”. Los BRICS se fundan con Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En el año 2024 se integran Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Arabia Saudita. Argentina había hecho el compromiso de integrarse, pero la llegada de Milei echó para atrás el acuerdo, lo cual revela un servilismo acrítico y deja en mal a Argentina ante el mundo. Con esta nueva conformación, se fortalece la capacidad de estos países para enfrentar las vicisitudes que una economía les imponía antes, pues podía apretar por la dominación de su moneda, el dólar; sin embargo, las transacciones entre países del BRICS se han ido “desdolarizando”, es decir, se hacen transacciones con sus monedas nacionales y con la creación del banco de los BRICS, se podrán hacer transacciones directas sin intermediación del dólar y con ello se genera un contrapeso esencial en contra del FMI, órgano que impone sus sanciones económicas a los países del mundo.
México ha optado, por su cercanía, apostar casi todos los huevos de la canasta al comercio con Estados Unidos. Más del 80 por ciento de nuestras exportaciones van a parar a nuestro vecino del norte; nos obligaron a firmar un acuerdo de libre comercio en los años noventa y décadas después, la economía mexicana no ha mejorado significativamente si hablamos de los niveles de pobreza de la población; más tarde nos obligaron a cambiar los términos del tratado y pasar del NAFTA al T-MEC. Con el T-MEC nos obligaron a no comerciar con nadie que los norteamericanos no quisieran, nos obligaron a firmar una cláusula que nos impide establecer tratados de libre comercio con países tan importantes como China y Rusia, contraviniendo todas las leyes del sacrosanto mercado que tanto dicen defender.
Hoy se lanza una campaña feroz en contra de China, por una razón: su capacidad productiva que ya superó, por mucho, a la de Estados Unidos que ha caído en la obsolescencia. Por ejemplo, en el mercado automotriz vemos cómo en nuestro país se han posicionado marcas chinas con el doble componente de bajo precio y alta calidad que ha superado a las marcas tradicionales. Como lealmente no pueden competir las marcas norteamericanas con las chinas, nos dan instrucciones en el sentido de que le pongamos aranceles a las mercancías de China en nombre del “libre comercio” (Canadá ya le impuso aranceles del 100 % a los vehículos eléctricos provenientes de China). ¿Y México qué gana con imponer aranceles a los autos chinos? Nada. Al contrario, pierde. México recibe piezas de vehículo para armarlos en México y luego “exportarlos” a Estados Unidos, o sea, servimos de “boiler” (calentamos el agua para que otros se bañen); nosotros no tenemos industria automotriz mexicana a la cual debamos proteger, porque no tenemos carros diseñados y hechos en México y tampoco nos ayuda imponerles aranceles a mercancías de buena calidad y bajo precio porque estaríamos castigando a los mexicanos que podrían adquirir un vehículo y, por la necedad de los norteamericanos, subiría de precio debido al impuesto arancelario.
Finalmente, la economía mexicana no ha crecido y aunque hay economistas como Gerardo Esquivel que dicen que no debemos confundirnos y sólo voltear a Estados Unidos; sin embargo, el defecto de la posición del doctor Esquivel es que ello beneficia a las grandes empresas, a los grandes monopolios capitalistas, a las clases poderosas, pero no beneficia al pueblo pobre de nuestro país, a las clases desprotegidas, por eso creo que lo que le beneficia al pueblo de México es cambiar la situación de la siguiente manera. Sin dejar de ver las ventajas que tiene seguir comerciando con Estados Unidos, México tiene derecho y la libertad de elegir soberanamente lo que le convenga a su pueblo y creo que lo que le conviene a los trabajadores de México es incorporarse a los BRICS. Como este gobierno no lo va a hacer ni lo habrían hecho otros, debemos insistir en que los mexicanos nos organicemos y luchemos hasta alcanzar el poder político para tomar decisiones que beneficien a los trabajadores de México y no, como ahora sucede, que benefician a las clases poderosas. Son los BRICS la mejor opción para México y para el mundo.
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