A un año de que “Otis” pegara en Guerrero y dejara fuertes daños en las viviendas de miles de acapulqueños y de destrozos en las zonas turísticas de este estado, las consecuencias de este fenómeno natural aún no se han terminado.
A pesar de que se haya dicho que existió un 98 % de atención a los damnificados, la realidad es otra, pues a más de 365 días, la situación que se vive en Acapulco es cada vez más deprimente, luego de que un segundo fenómeno natural pegara en este municipio y otros cercanos.
Es tarea de todos nosotros exigir que se cumplan nuestros derechos, que nadie se muera de hambre y que se creen condiciones para que todos los mexicanos tengamos un trabajo digno.
Si bien el Gobierno federal trató de apagar voces con unos cuantos pesos o con algunos aparatos electrodomésticos, esto no ha sido suficiente para que las familias puedan salir adelante, para que se atienda de manera correcta el impacto que dejan los desastres naturales o, en su defecto, para evitar tantos daños, pues muchos de ellos ya se prevén.
Hay doble golpe a los mexicanos, pero sobre todo a los acapulqueños y a los que sufren otros muchos estragos por los desastres naturales, pues la eliminación del fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden), interpuesto por el expresidente de la república Andrés Manuel López Obrador, dejó sin recursos para apoyar este tipo de desastres y otros en estados como Tabasco, Oaxaca, etcétera.
Los que tienen que pagar los platos rotos y, además, componerlos son los pobres que sufren esta situación, los pobres, muchos de los cuales, además de perder todo, también se quedaron sin trabajo y sin la oportunidad de ganarse el sustento diario para llevar el taco a sus familias: se quedaron sin la oportunidad de salir adelante y hoy tienen que comenzar de cero.
Sí, el presidente acudió al llamado, pero no atendió de manera concreta el problema de raíz, no atendió las necesidades concretas de cada una de las familias pobres que lo han perdido todo.
Sin embargo, sí fue aún mayor el apoyo a empresarios de la zona, quienes hoy por hoy ya tienen restaurados sus hoteles, restaurantes y toda una zona económica, bajo el pretexto de “atraer al turismo”, pero ¿a quién beneficia realmente este tipo de apoyos? La respuesta es obvia y triste, pues los únicos beneficiados son los ricos de la zona, dejando a los pobres en el olvido.
Crear políticas que garanticen el bienestar de las familias mexicanas es tarea de los gobernantes y no de los gobernados; no es culpa de los mexicanos que vivan en lugares con alto riesgo, pues es también tarea de quienes manejan nuestro dinero garantizar lugares para el bienestar de las familias, con condiciones de vida dignas, tales como viviendas, agua potable, energía eléctrica, educación, salud y demás.
Antorcha ha promovido que se garanticen todos estos derechos a los mexicanos, derechos que tenemos por el simple hecho de pagar impuestos; es tarea de todos nosotros exigir que se cumplan, ir en búsqueda de ellos a los gobiernos y exigir que garanticen esta calidad de vida, que garanticen que nadie se muera de hambre, pero sobre todo que creen condiciones para que todos los mexicanos tengamos un trabajo digno y un salario con el que podamos adquirir mínimamente la canasta básica.
Pero como nada caerá del cielo y como a los gobernantes no les interesa que nosotros contemos con estas condiciones, es necesaria la organización y la lucha, que sigamos construyendo esta fuerza social que defienda los intereses del pueblo trabajador, no por el simple hecho de vivir mejor, sino por el hecho de asegurar una vida digna para las futuras generaciones.
Esa es la tarea de los antorchistas y debemos cumplir en tiempo y forma, acudir a todas las dependencias de gobierno y pedir que se cumpla con estos derechos, porque nadie más lo hará, porque somos los únicos que durante cincuenta años hemos logrado que esto se cumpla y así garantizar un futuro menos pesado. Que nadie deje de lado esto: organizar, educar y luchar.
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