omo es del dominio público, hoy 7 y mañana 8 de julio, en la ciudad de Hamburgo Alemania, se está llevando a efecto la reunión de los mandatarios de los veinte países más ricos del mundo (G-20) con la finalidad de tomar acuerdos internacionales en beneficio de las naciones y del planeta -dicen- , donde está participando el Señor presidente de México, el Lic. Enrique peña Nieto (es cierto no es broma). Sí, nuestro país es de los más ricos del mundo, somos la potencia económica mundial número catorce, es decir solamente existen trece países más ricos que el nuestro de un universo de casi doscientos países que existen; en ese mismo lugar se están presentando manifestaciones violentas en contra de la política imperialista de algunos países participantes, pues se considera que son los culpables del desastre económico, político y ecológico que hay en el mundo, cuestión muy cierta.
En su primera entrevista de ayer con su homólogo de Francia, Emmanuel Macron, el Lic. Peña Nieto comentó que México le seguirá apostando al camino de la globalización ya que es el que llevará a su país por la senda del progreso. Pero qué es la globalización: hay dos versiones que responden a esta pregunta, la de los dueños del mundo y la verdadera: La primera dice que la globalización es la solución efectiva tanto para los países ricos como para los que son pobres como el nuestro, porque se trata, dicen, de una carretera de ida y vuelta: si bien el país pobre debe abrir sus fronteras de par en par para permitir el libre tránsito de las mercancías, los servicios y capitales al país rico, éstos a la vez también están obligados a hacer lo mismo, con esta doble carretera ambos países se benefician y sobre todo el país pobre se desarrolla rápidamente al recibir capital extranjero, crece el empleo, crece el salario, crece la industria y aumenta la productividad del país pobre y todos felices. Pero no, la realidad es más terca y las cosas no suceden así; en los hechos, esta es la verdad: la globalización es el derecho de los países ricos para saquear a los países pobres, la globalización, es una imposición del imperialismo mundial –gracias a su triunfo después de la Guerra Fría, cuando quedó como dueño absoluto del mundo— que consiste en irse apoderando y controlando la política de los países débiles, que son la mayoría del mundo; por este medio los obliga a acatar las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, aunque estas vayan en contra del propio país en cuestión, y a pesar de que generen más pobreza de la que existe, estos países pierden su soberanía y su capacidad de tomar medidas por sí mismos; por medio de la globalización se saquean los recursos naturales de todo el mundo, llevando al planeta al borde de una catástrofe ecológica que pone en peligro a la humanidad entera; por medio de la globalización se sobreexplota a los trabajadores de estos países pobres, se les exprime, se les extrae su vida convertida en capital.
Esto último es lo que ha venido pasando en el mundo y en nuestro querido México. Sí, sí somos potencia económica, pero ¿dónde está esa riqueza? ¿A manos de quién va a parar esa grandiosa riqueza que producimos los mexicanos? Repartida entre los mexicanos no está. Una parte se la quedan unas cuantas familias empoderadas que lo tienen todo, pero la mayor riqueza se va del país...por esa carretera de doble carril, por la que solo sale riqueza y llega trabajo expoliador que luego regresa a su país en forma de capital incrementado. ¿Qué nos va quedando a los mexicanos de todo este ir y venir? Una total dependencia económica, desempleo, salarios de hambre, mugre, pobreza, narcotráfico, ignorancia, hambre, inseguridad, enfermedad, hacinamiento, emigración, etc.; es decir, una patria destruida, saqueada, tierras infértiles, aguas y aire contaminados, pues por encima de todo esto está la sed desmedida de la ganancia de los poderosos.
En la zona donde vivo, Zamora, Michoacán, qué se observa: un gran valle que abarca varios municipios, Zamora, Jacona, Tangancícuaro, Chilchota, Tangamandapio, Chavinda, Ecuandureo; donde abundan las tierras fértiles, el agua y un clima apropiado para la agricultura, así como verdaderos ejércitos trabajando en el campo, trabajadores de la zona y traídos incluso de otros lugares del estado sobre todo de la zona indígena purhépecha; hace algunos años se sembraba fresa y papa principalmente, a raíz de la llegada de las empresas extranjeras que están ahora en posesión de casi todas las tierras fértiles, la siembra de fresa y papa se sustituyó por el arándano, la frambuesa y la zarzamora, se despliegan por todo el valle miles de túneles donde se cultivan estas frutillas, utilizando tecnología de punta, modernos sistemas de riego, de fumigación, de alimentación, insecticidas, herbicidas y fertilizantes, grandes empacadoras con modernos transportes que a diario corren hacia la frontera con Estados Unidos a llevar el producto. Toda la tecnología, y toda la materia prima, todo absolutamente todo lo que ocupa esta actividad agrícola llega de Estados Unidos, y todo lo que se produce de primera calidad se va a ese mismo país, la segunda y tercera calidad va para el mercado nacional. Entonces los mexicanos ¿qué aportamos para esta gran actividad económica que genera millones de dólares diariamente? Aportamos nuestras tierras a cambio de una miserable renta y nuestra valiosa fuerza de trabajo, hombres, mujeres y niños a cambio de un mísero salario; y la verdadera riqueza a la carretera de la globalización por el carril de salida.
Y la riqueza, ¿dónde está esa riqueza que nos coloca en ese honroso décimo cuarto lugar mundial? Esa riqueza que trae a nuestro señor presidente primero en China y ahora en Alemania, esa riqueza que generamos los mexicanos se va a los bolsillos de unos cuantos acaudalados, nuestros ricos nacionales y la otra, que es la mayor parte, se la llevan los verdaderos dueños del dinero mundial, los ricos gringos que desde hace años vienen saqueando a nuestro país, tanto en sus recursos naturales como en su valiosa y sufrida fuerza de trabajo.
Creo que no es esto lo que nos merecemos los mexicanos, la riqueza que producimos en México bien distribuida, alcanzaría perfectamente para que la patria le dé adecuadamente de comer a todos sus hijos; pero eso no va a pasar hasta que los mexicanos nos unamos como hermanos y nos dispongamos a recortarle las uñas al imperialismo mundial y a los ricachones de nuestro país, para que la riqueza se distribuya equitativamente. Mientras tanto, ya sabemos a quién anda representando Peña Nieto en Alemania en el sonado G-20, y si alguien piensa que representa al pueblo mexicano es una ilusión. Por lo tanto, no es con terrorismo ni con violencia como la que estamos contemplando en este momento en Alemania, sino con la unión y organización de los pueblos explotados y saqueados por el capital mundial.
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