Carlos Manuel Joaquín González asumió la gubernatura de Quintana Roo, el 25 de septiembre de 2016, apenas unos meses antes, había ganado las elecciones para gobernador con el 46.6 por ciento de los votos emitidos. Su triunfo era casi seguro después del desastroso gobierno de su antecesor, Roberto Borge Angulo que derivó en un creciente repudio hacia la clase política.
Joaquín González era parte del sistema, renunció a su militancia priista y aceptó la candidatura construida con la alianza PAN-PRD. Y así, en medio de grandes expectativas, el candidato y la coalición rompieron la hegemonía del PRI, que desde 1935 había comandado los destinos del paradisiaco estado. Con un bajo perfil político y con voz titubeante, tomó protesta como gobernador, increíblemente, todos los de enfrente, se pasaron de su lado y todo volvió a la normalidad, nada cambió, volvieron a gobernar las mismas familias de siempre, con los mismos vicios y las mismas mañas. Todo cambió para seguir igual.
Carlos Joaquín, no cumplió con las expectativas que despertaron sus numerosas promesas de campaña, podemos decir que el combate al crimen organizado se resume en la detención del exgobernador Roberto Angulo, por el delito de lavado de dinero relacionado con la venta fraudulenta de 22 predios de la reserva, a amigos y parientes. Ahora se le han ido acumulando otros delitos del fuero federal, relacionados con la estafa maestra, pero ese es otro asunto.
Lo que sí es cierto es que, a Borge Angulo le tienen sin cuidado tales acusaciones, ya que sabe perfectamente bien, que entre gitanos no se leen las manos y que, consecuentemente, las carpetas de investigación no podrán ser sustentadas ante un juez y serán desechadas. Además, su forma de vida en prisión es tan normal que hasta se casó de nuevo con una ganadora del certamen Nuestra Belleza de Sinaloa. Así que, de verdadero castigo, ni hablar.
Por lo tanto, el ahora exgobernador de Quintana Roo no ha detenido a ningún capo, ni jefe de ninguna banda (que las hay y muchas) delincuencial. La trata de personas, el homicidio, la extorsión y el secuestro son los delitos que más impactan a los habitantes quintanarroenses. Quintana Roo, ocupa el tercer lugar en el delito de trata, con una tasa de 3.82 por cada 100 mil habitantes y no se prevé que vaya a disminuir, sino todo lo contrario.
El homicidio doloso ubica al estado en el décimo lugar nacional. La extorsión ocupa el sexto lugar y si de secuestros hablamos, la entidad se ubica en el noveno lugar. Los municipios con mayor índice delictivo son: Benito Juárez, Solidaridad y Othón Pompeyo Blanco, acumulando solo entre ellos, el 88 por ciento de los homicidios, siendo 9, 108 de un total de 10, 377 (Luis Crescencio Sandoval González titular de la Sedena). El robo o asalto en la calle, transporte público y en casa habitación se ha disparado. Ésta es la razón por la que Quintana Roo, pasó a ser uno de los estados peor calificados en seguridad, de acuerdo con el informe “Por un México Seguro 2022” del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).
De acuerdo con este informe, la entidad ocupa el primer lugar a nivel nacional, en carpetas de investigación por violación; además, se ha convertido en un paraíso para los pederastas a nivel mundial, ya que este delito se ha agravado al paso de los años dado el crecimiento exponencial de las bandas nacionales y extranjeras que se dedican al tráfico sexual infantil.
Quintana Roo, es la ruta preferida del ingreso por mar, para la droga que viene de Centroamérica y, como consecuencia, es uno de los estados con mayor número de consumidores entre los 12 y 65 años (El Universal), aunque aún es una zona en disputa, los Zetas controlan los principales destinos turísticos como: Playa del Carmen, Cancún, Tulum e Isla Mujeres y Cozumel. Esto ha favorecido que los niveles de inseguridad, se incrementen, los levantones, secuestros y homicidios ligados al narco tráfico ocurren a diario. Cabe hacer mención también de las bandas dedicadas al préstamo de dinero, que se han convertido en otra modalidad de extorsión y amenaza, ya que, si no cumplen con los pagos requeridos, queman los autos durante la madrugada sin que haya alguna autoridad que los pueda someter.
Por ser Quintana Roo un estado eminentemente turístico, la pandemia de covid-19 le hizo vivir su peor crisis desde el huracán Wilma, provocando severos daños en materia económica, el desempleo cabalgó por sus once municipios, el cierre de los centros turísticos como todas las medidas de confinamiento a nivel nacional, llevaron a la mayoría de la población que se encontraba en condición de pobreza, a pobreza extrema, teniendo que sobrevivir dos años, dos años de pandemia sin ningún tipo de apoyo gubernamental. Si acaso, algunos cientos de familias recibieron una despensa, a esto, tenemos que añadir las tormentas tropicales que se ensañaron durante este sexenio en el territorio. Todo esto, mientras que Carlos Joaquín, protegido en su búnker desde Cancún, miraba con desdén al pueblo que lo encumbró en el poder. Desde entonces, en materia económica, el estado no ha registrado acciones que fortalezcan algún tipo de actividad, que no sea turística, que permita levantar una economía alterna, recordemos que la industria turística, se encuentra secuestrada por el establishment local.
Tampoco pudo dotar al estado de un sistema de salud acorde a las necesidades de la población, entre sus principales causas de mortalidad se encuentra la diabetes mellitus, así como las derivadas del corazón, asimismo, el cáncer es la tercera razón de decesos por enfermedades no infecciosas. La obesidad infantil y juvenil es tal, que ocupamos el segundo lugar a nivel nacional. Derivado de una mala alimentación, basada en tamales, empanadas y salbutes, la gran mayoría de la población de bajos recursos, tiene o tendrá problemas de sobrepeso y con ello todo lo que se derive.
El salario promedio, es de los más bajos de todo el país, haciendo imposible cubrir las necesidades más vitales, a todo esto, es el estado donde la canasta básica es la más cara de todo México, aquí no se produce casi nada, y 97 de cada 100 productos que consumimos, los tenemos que importar del resto del país, en su mayoría desde la Ciudad de México. Esto hace que los precios sean elevados.
Gracias a la eliminación del Ramo 23, las comunidades más vulnerables del estado, se encontraron sin el apoyo que les otorgaba dicho ramo, ahora sin obra pública, ni mejoramiento o mantenimiento de los mismos, la población ve envejecer parques y jardines, domos y canchas deportivas, lo que alguna vez fue, no será, decía el cantante José José.
Y así, encontramos un estado donde el gobernador Carlos Joaquín, nada de a muertito, sin tener ni las más remota idea de las verdaderas necesidades de una población lacerada por la falta de oportunidades laborales, con una economía de miseria, con un abandono gubernamental que raya en lo ofensivo y sin luchar contra los intereses de los de siempre, de sus cuates, de los empresarios turísticos que además son sus socios y cómplices de la desigualdad social existente en el estado, así termina su mandato, después de 6 años de gobernar para sus beneficios personales y de su clase. El estado que por sus condiciones debería ser de los más equitativos en México, lo entregará con más miseria que como lo recibió. Su entreguismo, silencio y la forma en que se dobló ante el poder de Palacio Nacional, le dará su recompensa. Traicionó a los partidos políticos que lo postularon, nunca se enfrentó a las decisiones presidenciales, jamás luchó por obras, servicios o programas, nunca gestionó nada, además entregó el estado al macuspano. Y por eso, por dócil será premiado (como algunos otros traidores) con una embajada o una secretaría de Estado, algo así como la Secretaría de Turismo.
Por eso y por muchas cosas más que por falta de espacio es imposible enumerar, Carlos Joaquín, se va sin pena ni gloria y por la puerta de atrás, quedándole a deber a los más pobres todo.
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