MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Si los trabajadores crean la riqueza social, ¿por qué viven en la pobreza?

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El origen de la celebración del 1° de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores tuvo lugar a causa de la explotación desmedida de trabajo ajeno, arrancado a los trabajadores, por los señores capitalistas, es decir, como consecuencia del hambre de los patrones por el trabajo excedente de los obreros, que acrecentaba sus riquezas, que se incrementó aún más como consecuencia de la Revolución Industrial y por la que imponían jornadas de trabajo extenuantes de 14, 16 o 18 horas, en las peores condiciones materiales para los laborantes. El objetivo prioritario y revolucionario de las luchas obreras en aquella época, que culminaron en la primera celebración del 1 de mayo en 1890 como un acuerdo del Congreso Obrero y Socialista Mundial, celebrado en París, Francia, entre los días 14 y 21 de julio de 1889 y como una manifestación unitaria mundial del proletariado, era hacer valer la máxima ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso. 

Pues bien, dado que la explotación de los obreros en el capitalismo se ha recrudecido, el 1° de mayo sigue siendo una fecha simbólica para la lucha del proletariado mundial en contra de esa explotación causante de toda la desigualdad, pobreza, injusticias, inseguridad y devastación del medio ambiente, que padecemos, todavía, la inmensa mayoría de la humanidad. Por ello, me atrevo a escribir algunas líneas acerca de la necesidad de que los trabajadores se concienticen y se organicen.   

Los trabajadores deben saber el papel fundamental que juegan en la economía del país, entendiendo que son la fuerza productiva fundamental y activa, creadora de todos los bienes materiales y servicios, es decir, de la riqueza social; deben saber que, dentro del capitalismo, es una clase social explotada, debido a que, aunque produce la riqueza social, no se beneficia de ella porque no es la dueña de los medios de producción (medios de trabajo y materias primas) sino dueña tan solo de su fuerza de trabajo, que los dueños de los medios de producción son los capitalistas; que, precisamente por ello, los capitalistas le imponen las condiciones para trabajar y la explotan: el trabajador, sujeto a las condiciones del patrón, acepta en los hechos trabajar por una determinada jornada de trabajo, a cambio de un salario que le va a servir para comprar aquellos bienes materiales o mercancías que le sirvan para reproducir su fuerza de trabajo y estar en condiciones de volver a trabajar al siguiente día y, al paso del tiempo, para reproducir y criar a sus descendientes para que, cuando envejezca, sea sustituido por ellos; el trabajador debe conocer que lo que valen los productos para reponer su salario, lo produce en 12 o 15 minutos, pero como el contrato con el patrón es que trabaje digamos 8 o 10 horas, todo lo que produce el trabajador después, no se lo entregan a él, sino que se lo apropia el capitalista, lo cual al realizarse en el mercado, se convierte en la plusvalía con la que día con día va incrementado su riqueza el patrón, sin trabajar productivamente. En México esto se demuestra con dos datos muy elocuentes: De acuerdo con el Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES), los mexicanos tenemos las jornadas de trabajo más largas del mundo; un trabajador mexicano labora 2 mil 124 horas al año, 26% más que el trabajador promedio de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); 18 millones 700 mil trabajadores en 2022 ganan solamente 172. 87 pesos (salario mínimo) o menos al día; 40.3% de los trabajadores padece pobreza laboral, es decir que su ingreso laboral no es suficiente para alimentar a todos los miembros de la familia; los trabajadores mexicanos tienen el primer lugar en estrés laboral (aquel que se produce cuando las exigencias del trabajo son superiores en tiempo e intensidad a la capacidad física, mental y emocional del individuo), ya que 6 de cada 10 lo padecen. En contrapartida, tenemos en México, al capitalista Carlos Slim Helú, quien tiene una fortuna de poco más de 81 mil millones de dólares, y que ocupa el lugar número 13 de los hombres más ricos del mundo.

Pero el trabajador debe saber, además, que esta situación de explotación que origina la desigualdad y la pobreza de la mayoría de los mexicanos, no ha sido ni es eterna, que puede terminar con ella, a condición de que se concientice, se organice y se disponga a luchar, en primer lugar, para defender sus derechos, después, para tomar el poder político nacional e implementar un nuevo modelo económico y, más a largo plazo, para crear un nuevo mundo, justo, equitativo, solidario y generoso con sus habitantes, libre de explotación, de desigualdad y pobreza.

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