Siempre que emito una opinión trato de hacerlo desde el punto de vista de los trabajadores, de aquellos que, no contando con ningún otro medio para vivir dependen de su trabajo y lo que les paguen de él para vivir; usan su transporte público, que tienen que acudir al IMSS, que tienen que levantarse muy temprano para llegar a tiempo a su trabajo. Que después de ocho horas de trabajo, regresan cansados, amontonados en los camiones, sorteando baches y que su único deseo es descansar y/o entretenerse; muchas veces no participan en la política porque carecen de tiempo para pensar en otros problemas que no sean los suyos, haciendo malabares con lo poco que ganan para sobrevivir.
Hay problemas que parecen sencillos, pero que requieren, de todas formas, una preparación, por ejemplo orientarse para encontrarse en una dirección. En este momento nos parece fácil, porque contamos con el GPS y un mapa completo para poder guiarnos a través de él. Pero, cuando no se cuenta con esa herramienta o el conocimiento del mismo es imperfecto, se pierde uno en la inmensidad de la ciudad y termina uno viajando por otros lugares y perdido en el espacio.
Si eso sucede con un mapa. Orientarse en política suele ser muy complicado. Pero hay señales que deben interpretarse como muchos campesinos lo hacen para saber si lloverá o no, solamente observando el vuelo de las aves o la dirección del viento.
En este momento, faltando un mes para la elección en la que se elige a gobernador de Nuevo León y, por supuesto, que los medios buscan jugar su papel, influyendo en la opinión pública y favoreciendo a quién consideran puede servir a sus intereses. Con las redes sociales buscan influir a través de las redes sociales, creando contenido tipo payaso para atraer al público. Y, lamentablemente, ya tenemos a un payaso en la presidencia, que se ríe de las desgracias o siempre tiene otros datos para los problemas graves que enfrenta nuestro país.
Y, en este sentido, las señales son claras: el candidato que puede poner un remedio eficaz a los problemas graves de Nuevo León, se llama Adrián de la Garza; y la muestra más efectiva de eso, es que el presidente lo sacó a relucir en las mañanera, olvidando por completo, que, según la ley, él no tiene derecho a inmiscuirse en esos asuntos, tal como lo marca la legislación vigente.
Para el presidente perfecto todos los demás son corruptos menos él. Todos los demás compran votos menos él. Todos los demás violan la ley, menos él. Todos son unos rateros, menos él. Todos son culpables menos él. La culpa es de los regímenes anteriores, cuando el ya lleva más de dos años en el ejercicio del poder y, se supone, que llegó para corregir los errores, no para criticar a los que tanto daño le hicieron a México.
La tragedia de la línea 12 no puede ser más elocuente. La pérdida de 25 vidas inocentes más 75 heridos más, como consecuencia del derrumbe de la línea 12 del metro de la ciudad de México, debe ser motivo de reflexión. Algo que comentaban, por ejemplo, de los gobiernos anteriores, que tenían mínimo de la decencia de presentarse en el lugar de los hechos y aunque es cierto que no siempre cumplían con todo lo prometido, algo hacían en beneficio de las víctimas.
Este gobierno, insensible y autoritario, en lugar de realizar una investigación seria. Busca por todos los medios, una distracción para que la gente se olvide de esa desgracia. Y saca a relucir el candidato de la coalición “Va fuerte por Nuevo León”, una promesa, que por supuesto, no deja de ser eso; todos los candidatos, incluido él, usaron esas promesas y la siguen usando para atraer a la gente para que vote por él. Pero si debe quedar claro que el presidente al que no le gusta es precisamente el candidato priista. Y eso debe interpretarse que de todos los candidatos.
Por lo visto, los analistas se han dado cuenta de que el enemigo del presidente se llama Adrián de la Garza, por ser un hombre con suficiente capacidad para gobernar a nuestro Estado, no estamos diciendo que él vaya a resolver todos los problemas como arte de magia. Hay que revisar su discurso, él no dice que está con los pobres; pero dice que resolverá el problema de la inseguridad, el desempleo, y apoyará a las mujeres, como lo ha hecho en monterrey.
A los antorchistas nos queda claro que la lucha, en este momento de crisis a nivel nacional, es una lucha de ricos y pobres, pero que los algunos de los trabajadores, no se han dado cuenta del verdadero enemigo. Que es pérfido y que se hace pasar como amigo de ellos.
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